Justo cuando creyó que su fin estaba cerca, sucedió algo. De pronto todo se había vuelto oscuro, era difícil ver el camino por el que andaba. Tal vez había muerto, o eso habría creído de no ser por la tenue luz que brillaba justo encima de su cabeza, Harry abrió los ojos de par en par al contemplar la pequeña y dorada Snitch. Tenía que atraparla. Estiro sus brazos, aunque pesaran casí tanto como un yunque. Algo no cuadraba dentro de aquel sueño, esa no era una snitch y tampoco había oscuridad total. Unas gafas era lo que distinguió. Muy raro, pensó.
Pestañeó. Sus ojos quizá eran más pesados que sus brazos en el sueño. Y una vez logro ver con claridad, el rostro sonriente de Dumbledore se visualizo.
—Buenas tardes, Harry —su sonrisa se amplio más.
—¡Oh, no señor! La Piedra sigue ahí. No pude... Yo... —se inquieto Harry observando todo a su al rededor.
—Oh, querido muchacho. Me temo que estas un poco atrasado respecto a lo ocurrido —explicó sonriendo de forma pacífica—. Quirrell no tiene la Piedra.
Harry frunció el ceño sin entender.
—No entiendo señor, ¿entonces quien la tiene?
—Cálmate, Harry —pidió—. O sino la señora Pomfrey me echará —añadió.
Fue ahí cuando Harry al fin cayó en cuenta del lugar en el que se encontraba. La enfermería. A medida que observaba, se daba cuenta del gran número de obsequios y tarjetas perfectamente dobladas. En su mayoría golosinas. Sí. El lugar le recordó a esas dulcerías que Dudley acostumbraba a visitar.
—De tus amigos y admiradores Harry —señaló—. Lo que sucedió en las mazmorras entre el Profesor Quirrell y tú es completamente seguro, o al menos lo era. Naturalmente, todo el colegio se entero de lo sucedido —afirmo y después de echarle una mirada a los obsequios, agrego—. Tus amigos, los señores, Fred y George Weasley, intentaron hacerte llegar un inodoro. En efecto, la señora Pomfrey lo confisco, después de considerarlo antihigiénico.
—Disculpe, profesor. ¿Cuanto tiempo he estado aquí?
Dumbledore soltó una pequeña risa y sus ojos se encontraron nuevamente con los de el aun aturdido Harry.
—Tres días. La señorita Weasley considero divertido hacerte creer que habías estado inconsciente por más tiempo —aclaró—. Aunque me parece que tus tres amigos se alegrarán de saber que has despertado. Han estado muy preocupados estos días.
A Harry le sirvió de consuelo el saber que Catherine había llegado a salvo con Ron y Hermione; de igual forma se alegro al oír que Ron también se encontraba bien.
—Señor, no me ha dicho que... Sucedió con la Piedra —insistió.
—Ya veo que no quieres que cambie de tema, así que muy bien. La Piedra. Antes de hacerte saber esto, debo decir que me sorprende lo bien que hacías todo —Harry arrugo la frente sin entender—. Veras, el Profesor Quirrell no logro su cometido, llegue a tiempo para evitarlo.
—Entonces si recibió la lechuza que envió Catherine.
—Debimos cruzarnos en el aire. A penas puse un pie en Londres supe que no era el lugar en el que debía estar —la mente de Harry comenzó a deshacer los nudos antes formados—. Llegue justo a tiempo para quitarte al Profesor Quirrell de encima. Tuve miedo de haber llegado tarde.
—Casi lograba quitarme la Piedra, estoy seguro de que no habría podido aguantar más —aseguro Harry.
—No, muchacho, por la Piedra no. Más bien por ti —de nuevo, Harry junto las cejas confundido—. El esfuerzo pudo matarte después de determinado momento. Tuve miedo de que así fuera. Y en lo que refiere a la Piedra, fue destruida.
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Mi Unico Propósito (Harry Potter y tu)
Teen Fiction- ¿La historia de Harry Potter? -inquirió una anciana, analizando las facciones del joven sentado frente a ella. -Así es... Si no le molesta -respondió con serenidad. La anciana acomodó sus gafas. El joven sin duda era extraño, su cabello alborotado...