A su paso

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El era de los que la palabra terquedad le quedaba corta, de esas personas egocéntricas, que la valía todo lo que le decían unas cuantas peras...

Ella era más cautelosa, tímida y silenciosa... Muy solidaria por determinación e inteligente por naturaleza,  le encantaba escuchar consejos de viejo, ya saben el dicho... "El que se lleva de consejos, muere de viejo".

A su paso él destino, Dios, el karma como quieran decir les llevaba a encontrarse en su camino, angosto y estrecho, puesto de cabeza a relevos, un camino donde se toparon mirada con mirada y sus mentes instantáneamente se vieron agrietadas, eran totalmente diferentes, era lo más correcto pero no fue amor a primera vista, fue atracción a toda vista...

Ellos eran los antónimos perfectos, admiración de un caballero con un sarcasmo predilecto,
Escultura de sonrisas con una fuerte brisa de aliento... Eran los sinónimos más contrarios de todo él universo pero aún así se atrajeron...

No era tan largo el paso que debían dar para conocerse... Invitar un café, comenzar una practica charla a la vez... Ha de encontrarse cosas en común como los ricos libros que se habían leídos ambos de Pablo Neruda o alguno que otro principio de Ghandi o Buda, al final de todo si tenían algo en común estos cavernícolas en reversa que se llamaban la atención esquizofrenicamente al levantar la cabeza...

Pero como pueden deducir habían cosas comunes, quizás no intereses comunes... Las relaciones constan de mismas metas aunque no lo piensan, la metamorfosis de estas son las gavetas que pueden llenar con la otra persona a su derecha y que ninguno quede a la izquierda, son las sumas ambulatorias que le hagas a tu pareja... Y se atraían y se llamaban pero en todo caso solo el era él egocéntrico y ella era la que ayudaba a almas sin resolver la de ella.

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