Capítulo 4: Persecución

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—¡Hay que correr!—gritó Blayd, víctima del pánico y la angustia. Las bestias se acercaban con rapidez; gruñían y aullaban. Pero nadie se movía, las piernas no les respondían por más que lo intentaran.

De repente, por debajo del escándalo provocado por las bestias. Se escuchaba la firme voz de Blais, gritando y mandando.

—Ambos Volkov, Al frente—gritaba decidido y seguro de sí mismo—Kourtney, cubre la zona este y Bramson la zona noreste. Los demás, sigan en su formación inicial.

Al escuchar esa voz. Los tres jóvenes sintieron un tremendo escalofrío, algo que Ally jamás había experimentado a excepción de cuando supo la verdad sobre Blayd.

Se quedaron paralizados ante lo que sus oídos podían escuchar. Hasta que sus piernas se movieron por instinto de una vez por todas.

Corrieron hacia lo que quedaba de la playa y se sumergieron en el Lago de cristal. Las bajas temperaturas de aquellas aguas se apoderaban rápidamente de sus cuerpos, pero esto era lo de menos. La prioridad en ese momento era nadar lo más rápido que sus cuerpos les permitieran.

Nadaban desesperados, sin saber con exactitud que habían hecho Blais y su escuadrón. Aunque lo más probable era que aun estuvieran detrás de ellos.

Ya iban llegando a mitad del Lago de cristal, donde se encontraba uno de los gigantescos árboles. Una de sus raíces servía como una pequeña isla donde podían tomar un descanso, pues aquel cuerpo de agua era enorme. Mientras se acercaban a la pequeña isla, uno de los soldados de Blais lanzó una flecha bañada en un letal veneno.

El objetivo era Blayd. Blais quería tomar venganza por haberlo humillado el día anterior. Quería que el veneno se mezclara con su sangre, para así, llegar a su sistema inmunológico y al mismo tiempo que destruía sus órganos vitales lentamente. Si esa flecha llegaba a incrustarse en alguna parte del cuerpo de Blayd, sufriría lo inimaginable por tres días y después moriría, sintiendo como cada uno de sus órganos se iban apagando muy lentamente.

Pero con el movimiento del agua, y de los jóvenes. La flecha cambió su trayectoria, rozando el brazo izquierdo de Heather.

Su brazo se entumeció al instante en el que las pequeñas gotas del veneno entraron a su cuerpo. Sin duda, era uno de los venenos más letales de toda aquella tierra.

—¡Ay!—gritó la muchacha.

—¡Heather! ¿Estás bien?—exclamó Blayd por encima del hombro.

—¿Pero qué ha pasado?—preguntó Ally.

—Es mi brazo—Heather no pudo seguir braceando, solamente pataleaba con lentitud aminorando la velocidad—No puedo sentirlo.

—Déjame ayudarte—dijo Blayd, acercándose a ella. La cargó en su espalda y siguió a Ally por detrás.

Ally llegó primero y ayudó a Blayd a subir a la adolorida Heather para atender su herida.

[...]

Los woulthunds eran unas bestias parecidas a unos lobos pero más grandes y robustos, de pelaje oscuro. Son muy agresivos y peligrosos. Se necesitan de un buen adiestramiento para controlarlos, algo que solo pueden lograr algunas personas con ciertas habilidades especiales.

Una vez que estas criaturas son adiestradas son muy fieles a sus domadores. Capaces de seguir cualquier orden que este les de. En este caso, nadar en el Lago de cristal y alcanzar a los chicos.

Los woulthunds no son muy buenos nadadores, aunque no podían resistirse ante las órdenes de su domador. Mientras que el escuadrón se quedaba en la playa.

Tierra Escondida I: Más allá de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora