Capítulo 6: Detective

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El sol terminaba de ocultarse, dando paso a una gélida noche por lo que Neferet y Blayd volvieron a adentro.

En cuanto abrieron la puerta, un olor dulce y otro amargo los invadieron. Los hermanos habían preparado para sus invitados: galletas de miel y té.

En la habitación, Ally miraba a Heather intrigada. Deseada por saber qué había dicho Neferet exactamente para que Blayd pudiera reaccionar de aquella manera. Deseaba saber qué era lo que tanto molestaba a su amigo, quería ayudarlo pero no sabía cómo. Le preguntó a Heather pero ella solo cambiaba de tema una y otra vez, lo que hacía que se preocupar aún más y sabía también, que a cualquier persona que le preguntara sobre el tema solo le daría más preguntas.

Hastiada ya de darle más vuelta al asunto, dejó la habitación para guiarse de ese aroma tan dulce. Donde se encontró con Blayd sentado en la mesa de la cocina, atracándose con galletas de miel.

—¡Hola!—le saludó a Ally con la boca llena de comida.

—Hola—dijo con una sonrisa forzada y desanimada al mismo tiempo en que tomaba asiento.

Acto seguido, se lo quedó mirando buscando en sus ojos alguna respuesta a su dilema. Pero este no pudo darle nada, ya que su increíble amor por la comida lo había hecho olvidar lo acontecido hace unos momentos.

—¿Qué?—preguntó Blayd con sequedad y tragándose con brusquedad y esfuerzo lo que tenía en la boca, pues la manera en que Ally lo miraba lo incomodaba bastante.

—Ah... Nada—Ally no pudo evitar sonrojarse al saber que Blayd la había atrapado.

—Muy bien...—dijo con desconfianza.

La tentación no pudo más con él, así que tomo otras tantas galletas.

—Hey, deja eso ya—lo regañó Yelina, dándole un manotazo en la mano—Que te las vas a acabar.

Blayd retiró su mano con rapidez, para después, mirarla con ojos de cachorro suplicante.

—Está bien, pero solo una más—Los ojos del joven se iluminaron de la emoción y no dudó ni un segundo en tomar otra galleta—Señorita, ¿no desea una?—preguntó Yelina con la amabilidad del mundo.

—Puedes llamarme Ally. Y sí, dame una—la pequeña le sirvió cuatro galletas en un plato de cerámica y Ally probó una—¡Dios! Está riquísima ¿Tú las hiciste?

—¡Lo sé, son la gloria!—exclamó Blayd, alzando su galleta al aire.

—No, no las hice yo. Las hizo mi hermano, Oliver.

En ese momento, Oliver asomó su cabeza desde la cocina con una gran sonrisa y algo avergonzado por tantos halagos.

—Oigan, por cierto ¿Dónde está Neferet?—preguntó Ally.

—Lady Labrot está tomando un baño en su habitación—respondió Yelina sirviendo té a sus comensales en unas tazas de cerámica.

Al cabo de un rato, Heather se acercó al comedor con paso lento pero los hermanos le ordenaron volver a la cama para que recuperara fuerzas, prometiéndole después, llevarle algo de cenar.

Neferet llegó al comedor y se les sumó a la cena. Para cuando todos terminaron ordenó que todos se fueran a dormir.

En aquella cabaña solo había cinco habitaciones: una para Neferet, dos para los hermanos y otras dos para atender a los heridos y/o enfermos. Una de esas dos era para Heather y la otra tendría que ser compartida por Ally y Blayd. Obviamente Ally se negó, le sería imposible dormir junto con Blayd sabiendo de sus malos hábitos a la hora de dormir.

Tierra Escondida I: Más allá de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora