Tal vez el final

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Me quedé boquiabierta.

–¿Qué?
Soltaron Kise y Aomine al mismo tiempo.

–Eso si es lo que ustedes quieren... pero definitivamente tienen que mudarse de esa casa.

Aclaró papá. Suspiré aliviada. Lo amaba, pero no tanto como para dejar mi vida e irme a Francia con él.

–Ah...

Dijeron Kise y Aomine otra vez al mismo tiempo.
Me reí con nerviosismo. Que divertido.

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La recuperación de Ethan no fue difícil, su herida no había sido muy profunda y al cabo de semana y media ya le habían dado de alta.
Cuando pasaron tres semanas decidimos saber que decía el testamento de mamá. Decía que en caso de quedar en estado de coma o algo parecido en lo que no pudiera hacer las cosas ella misma, se le desconectara a los dos meses; en caso de que sucediera su muerte, todas las pertenencias serían para Ethan, cosa que no me sorprendió. Y pues eso fue exactamente lo qué pasó. Mamá no duró los dos meses, su corazón a falta de oxígeno comenzó a fallar más y más y a eso del mes y medio falleció, sus órganos colapsaron. Ethan lloró, aunque no lo admitió. La única pertenencia de mamá, fue una foto de ella e Ethan cuando tenía alrededor de 6 años. Yo aparecía en la foto pero la había cortado, gracias mamá.

–En que piensas, cariño.

–En todo, Daiki.
Se sonrojó y sonreí triunfante. ¿Cariño? Toma esa.

–Eso no es justo porque yo desde el principio te llamo por tu nombre.

Pegó su puesto al mío, ignorando por completo que un profesor daba una clase.
Vi que iba a regañarlo pero se lo pensó y colocando los ojos en blanco siguió como si nada.

–No has cambiado nada y aún así que te gradúas.

–¡Vivan las becas de baloncesto universitarias!
Exclamó susurrando en mi oído. Me tensé.

–¡Vivan las novias con buenas notas e influencias!
Exclamé irónica.

–Touché. Y bueno, vamos a cumplir 11 meses ¿No crees que ya es como hora de...

–¡Aomine Daiki!

Le di un empujón. ¿Cómo podía sacar estos comentarios tan inapropiados en la mitad de una clase?

–¿Qué? ¿Hay algo malo en que lo pida? No es como si estuvieras guardando tu don para el matrimonio.

Dijo entre risas, pero sentí el tono de su voz un poco más duro de lo debido al final. No es como si tú tengas derecho a quejarte al respecto, Aomine.
Tomé su corbata y lo atraje hasta mi.

–Tu no eres el único que se está conteniendo.
Lo solté pero no se movió. Levantó la cabeza.

–¿Sabes que frase aprendí hace unas semanas atrás en inglés?

–No ¿cuál?

–We are soooo having sex tonight.

Susurró en mi oído otra vez. Okay, me rindo. Me dejé caer en el espaldar del asiento. Al menos había logrado tenerlo al margen 11 meses.
Cuando sonó el timbre de salida nos topamos con Andrew qué pasó su brazo por mis hombros, Aomine lo fulminó con la mirada pero no pareció importarle. Al principio si lo intimidaba pero como siempre, Andrew se acostumbró a él y dejó de significarle tanto.

–Este fin de semana es la final de la winter cup femenina, ¿verdad?

Asentí, había participado en el torneo a pesar de ser de tercer año. Mi entrenamiento fue igual de intenso al de todas pero en los partidos, dejé que las de los grados menores jugaran. Solo iba a jugar los dos últimos cuartos con el titular, Violet incluida y eso es todo. También debía de cederle el puesto de capitana a Miko-chan. Todo estaba listo.

–Espero que ustedes si ganen, los hombres resultaron quedar en 2 lugar.
Aomine chasqueó la lengua.

–Pues disculpe usted.
Andrew se rió carcajadas, nos topamos con Stephanie, Rosalie y Debora, Andrew me soltó al instante.

–No estaba haciendo nada indebido, lo juro.
Le dijo a Stephanie agitando los brazos.
Stephanie lo miró inexpresiva, como siempre.

–Nunca pensé que estuvieras haciendo algo indebido, Andrew.
Andrew le hizo un mohín típico de él.

–Todavía me duele un poco que seas tan fría y distante.
Stephanie le regaló la mejor de sus sonrisas y Andrew se le abalanzó con los ojos aguados. Si no conociese a Kise, él sería drama queen.

–¿Cómo van con lo del festival?

Preguntó Rosalie a Aomine y a mi. Levantamos los hombros en señal de que no teníamos ni idea. Nos colocaban trabajos menos pesados debido a todos los entrenamientos a los que estuvimos sometidos.

–Solo sé que tengo que hacer cosplay de una maid, para el café.

–Lo mismo para mi, aunque soy un mayordomo.

Desde que la clase se enteró de nuestra relación quieren colocarnos a hacer cosas a juego, según ellos, le da más popularidad al asunto.
Rosalie había estado decaída desde que Yamato se había ido de intercambio. Había complicado mucho las cosas entre ellos. Resultó que Yamato se dejó influenciar demasiado por amigos nuevos en América y había terminado por hacer cosas horribles por lo que decidieron terminar.

–¿Salimos hoy o qué?

Preguntó Débora masticando escandalosamente un chicle. Me reí de la cara de fastidio de Rosalie.

–¡No podemos!
Exclamó Violet montándose en mi espalda.

–¿Por qué no?
Debemos ver unos videos y hacer unas charlas por lo del partido de mañana. Débora puso los ojos en blanco.

–Aguafiestas.
Resopló.
Aomine decidió esperar a que saliera y los demás se fueron a sus casas. Vimos lo videos de los dos últimos partidos de Rakuzan que era nuestro oponente. Eran completamente distintas a lo que eran en el partido de practica. El partido de mañana iba a estar pesadísimo, no podíamos bajar la guardia no con 20 puntos de diferencia. Tenían una excelente escolta y su centro era casi tan alta como Aomine.
De salida, Violet me agarró de la mano y la empezó a balancear una y otra vez. Ethan hablaba con Aomine y se reían de algo, tal vez de Kise. Violet soltó mi mano y se le botó encima a Ethan. Él avergonzado la agarró sin esfuerzo. Me reí, eran completamente distintos. Cuando Violet lo soltó me susurró al oído que me demorara mucho al llegar a casa. Me quedé viéndola escandalizada. Cálmate, es mi hermano...
Aomine me abrazó por la cintura con una mano.

–No llegues tarde.
Se despidió Ethan pellizcándome una mejilla. Violet atrás suyo me hacía señas para que hiciera todo lo contrario. Traté de contener la risa y asentí.

...

Caminamos de la mano hasta su casa. Sabía qué íbamos a hacer y por alguna razón me sentía muy nerviosa. Nunca me había sentido nerviosa, ni siquiera la primera vez. Apreté su mano cuando empezamos a subir las escaleras del edificio.

–¿Nerviosa?

–Tal vez ¿tu?

–Sí...
Me sonrojé.

–Pero no por mucho. Con esto, también te deseo suerte en el partido de mañana.

Abrió la puerta con agilidad y me empujó a dentro.

Demonios de dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora