¿¡Que yo hice qué!?

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–Auch...

Gemí levantándome lentamente. Violet estaba despatarrada en la cama y yo estaba a pocos centímetros de ser arrojada al piso.

–Violet... levántate, son las... ¡¡¡¡¡¡¡VIOLET SON LAS 12!!!!!!!!!

Violet abrió los ojos de golpe y desorientada se sentó en la cama.

–Joder ¿Qué quieres?
–¡Tenemos que estar listas en una hora, tenemos que ir al instituto!

Violet siguió mirándome confundida.

–Tenemos pruebas de aptitud, para la universidad...

Abrió los ojos como platos y se paró buscando una toalla.

–Báñate aquí, iré al cuarto de mi mama.

Salió corriendo pero se detuvo en la puerta y girando sobre sus talones me miró, divertida.

–¿No recuerdas que pasó ayer?

Dio un gritico y salió riendo a toda velocidad.

¿Qué pasó ayer? Joder...
Las duchas solían calmarme, aunque fuera cortas, pero me comía la incertidumbre. Pequeños flashback de la fiesta venían y se iban, como riéndose de mi.
Me arreglé en cinco minutos con ropas de Violet y me maquillé lo necesario, tenía que tapar las ojeras...

–¡Tenemos veinte minutos para llegar, Violet!
–Ya voy, ya voy...

Violet caminaba con el cepillo en la mano buscando sus cosas del instituto. Puse los ojos en blanco y le largue el bolso que no veía, aunque lo tuvo todo el tiempo en frente. Me vio agradecida y me detalló la cara para luego echarse a reír.

–Eres un caso serio, ___...

Abrí la boca para preguntar pero decidí dejarla ser, tome mis cosas y corrí fuera de su casa para subirme a su auto. Violet me siguió con una tajada de pan en la boca.

–Yo conduzco, tu arréglate.

Le dije totalmente irritada, pero sin querer. Estaba frustrada porque no podía acordarme de nada.
Llegamos al instituto y afuera estaba Stephanie muy entretenida en una conversación con Rosalie.

–Hola, nenas.

Dijo Violet carismática, luego les hice una reverencia y ellas se quedaron analizando mi cara.

–No se acuerda ¿verdad?

Dijeron las dos en coro dirigiéndose a Violet. Violet soltó una carcajada fuerte y clara y empezó a caminar como si nada. Stephanie y Rosalie se miraron entre sí soltando risitas y yo, con un tic en la ceja por la frustración, me quedé parada mirándolas alejarse.

–Hey.

Dijo Debora sacándome de mis pensamientos.

–No te acuerdas y te están molestando.
Afirmó Debora divertida.

–¿Qué fue lo que hice?

Dije ya desquiciada.

–Déjame pensar... Bailaste provocativamente con varios chicos... no tenía ni idea de que podías moverte tan bien, por cierto... estuviste casi todo el tiempo con Kise, entraron al baño ya me imagino a qué... estuviste hablando con Aomine, estaban muy cerca y tu estabas como si fuera cualquier amigo, y él estaba como si fueras cualquier amiga, fue extraño, pero creo que sumaste varios puntos, porque cuando te vio entrar al baño con Kise, se quedó esperando a que salieras todo el rato... lucía molesto, pero cuando saliste y estuvieron hablando ya estaba como si nada.

–¿Entré con Ryoutta al baño?
–Sí.

Cogí mi teléfono automáticamente y le marqué a Kise con el corazón en la garganta.

–Señorita Aomine.

Contestó él con voz de recién levantado. Me quede pensando en su saludo y por un momento me relajé.

–¿Qué pasó ayer? Digo... ¿qué...? ¿Qué hicimos tu y yo?

Al otro lado de la línea escuché una fuerte carcajada que hizo que tuviera que retirar un poco el celular de la oreja.

–¿No recuerdas?

Dijo sin parar de reír. Bueno, basta, me cansé de esta pregunta estúpida.

–¿Qué pasó?

Dije hablando entre los dientes. Su risa cesó lentamente y hubo un silencio incómodo.

–Nada, cariño. Sí qué estás de mal humor...
–Estoy algo cansada, eso es todo. ¿Por qué entré al baño contigo?
–Porque no quería ver a mi mejor amiga con el maquillaje en el cuello. Tampoco quería que te tocaran más. Deberías agradecerme, gracias a mi hablaste con tu amor.

Me quedé en silencio. Sentí como mi cara se ponía caliente y posiblemente muy roja.

–Te conté lo que siento...
–Lo hiciste. No me lo esperaba...

Soltó una risita.

–Tenía en mente ser discreta respecto a eso por el resto de mis días, lo siento... No quiero que pienses que no confío en ti y esas cosas.

Miré a Debora a los ojos, ella me miraba como si no se creyera lo que yo estaba diciendo.

–No te preocupes, preciosa. Te veo en la noche.

Kise cuelga y recuerdo que me comentó que le haría una visita a mi hermano, para jugar xbox, como cosa rara.
Seguí caminando como si nada sintiendo a Debora detrás mío. Me giré sin dejar de caminar y con una gran sonrisa le dije divertida:

–Kise es la clase de amigo que me lleva al baño para que me maquille mejor...
–Le pediste disculpas... a un chico.

Me miró boquiabierta, sin dar crédito.

–No es como si no tuviera corazón... que me lleve mal con la mayoría de los hombres es otra cosa.
–Y es por eso mismo que no me lo puedo creer. Se supone que son los tipos como Kise Ryoutta los que no te agradan.
–Kise es como mi otro hermano.
–Sigo sin creérmelo.

Me giré risueña y en ese momento sentí como rebotaba contra el cuerpo de alguien que fue lo suficientemente fuerte como para casi mandarme de cara contra el pavimento. De no ser porque esa persona me agarra en el aire, habría terminado con daño cerebral.

–¡Maldición! ¿Otra vez tu?

Todavía con el corazón a mil por los nervios, me giré a ver a Aomine quien me tomaba fuertemente del brazo.

–Lo siento.

Su cara de estrés acumulado hizo que me sonrojara hasta las orejas. Me tomo de ambos brazos y se aseguró de que estuviera perfectamente de pie. Me detalló la cara y vino rápidamente a mi mente un recuerdo de la fiesta. Sonreí avergonzada y para mi sorpresa, se le suavizó el rostro.

–No te noté, deberías crecer.

Sonrió triunfador y yo haciendo un mohín me hice a un lado.

–Para que pase, señor afanado.

Me miró fijamente muy serio (lo que hizo que el sonrojado que se empezaba a calmar se tornara muy rojo otra vez).

–De hecho, solo tenía que hacer una llamada. ¿Entramos?

Tratando de disimular mi asombro me giré a ver a Debora... quien ya iba a varios metros lejos de nosotros.  Sonreí para mis adentros.

–Claro.

Esperó a que avanzara primero para luego ir pocos pasos detrás de mi. Parecía mi guarda espaldas. Varios chicos me saludaron encantados y volvieron a mi mente otros pequeños flashbacks que me dejaron pálida por un momento.

–No volveré a tomar nunca.

Susurré de mal genio entrando al salón. Aomine soltó una risita y me miró negando, divertido. Al parecer me había escuchado. Fruncí el ceño sonrojada, otra vez, y me senté de mala gana a su lado.

–¿Daiki? ¡Daiki! ¡No puedo creer que de verdad hayas venido!

Gritó Momoi entrando al salón.
De repente Aomine se volteó a verme y seria, pero divertida, negué con la cabeza. Se quedó boquiabierto y riendo salí del aula para buscar a Debora.

Demonios de dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora