¡Te encontré!

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*En el aeropuerto*

–Te ves adorable pero viajar en yukata es raro, así que toma.

Me entregó una bolsa con ropa informal.

–Gracias.

Me di la vuelta y caminé al baño ¿Qué era lo que le divertía tanto a este imbécil? Miré a todo el que pude, como pidiendo ayuda, pero no funcionó. Ya en el baño marqué a la casa de Violet con dedos temblorosos.

–¿Bueno?
Contestó la madre.

–Señora Haruto...

–____.
Contestó fríamente. Bueno, me lo esperaba.

–¿Está Violet en casa?

–Sí.

–¿Está bien?
Hubo un minuto largo e incómodo de silencio.

–Sí.
Suspiré aliviada. Al menos...

–Bueno, gracias... y lo siento.

Y colgué. ¿Qué más le podía decir? Sabía perfectamente que estaba cabreada conmigo y con mi familia. Entré a uno de los cubículos y me cambie. Había escogido ropa muy cómoda y en verdad estaba agradecida por eso. Doblé y guardé la yukata.
Volví a tomar el teléfono para llamar a Kise. Me contestó a los dos todos.

–¿___-chi? ¿Estás bien?

–Uhm, sí... ¿Lograste contactar a mi padre?

–Sí.

–Yo sé que es imposible que mi madre te ponga una uña encima, pero cuídate, por favor. No quiero que te pase lo que le pasó a Violet.

–¿LE PASÓ ALGO A VIOLET?

–Ella la tenía secuestrada para que siguiéramos sus ordenes sin protestar.

–¿PERO YA ESTÁ BIEN?

–Sí. Ya hice lo que ella quería.
Lo oí suspirar, aguardó unos segundos y siguió hablando con más calma.

–¿A donde te llevan?

–A Rusia.
Escuché que se atoraba.

–¿¡A Rusia!? ¡Mierda! Te quiero, te hablo luego. Tengo que correr.
¿Te hablo luego? ¿Es en serio? Fruncí el ceño sin entender, sentí frustración. ¿Acaso pensaba que esto era broma?

Me quedaba Aomine, le marqué.
Contestó enseguida.

–¡____!

–A-Aomine lo siento muchísimo.
Se me cortó la voz.

–Oye...

–En verdad que todo lo que está pasando no lo había podido imaginar.

–Oye...

–Este va a ser el peor rompimiento de la historia.

–____...

–No he huido porque sé que aunque me escape ahora mi madre siempre va a buscar la manera de hacerme daño y no quiero perjudicar a nadie querido, nunca más. Te encargo a Ethan por favor...

–¡____!
Reaccioné. Me sonrojé de la vergüenza.

–Perdona...

–No voy a dejar que ningún viejo estúpido te lleve a Rusia. Espérame, definitivamente te encontraré, así que nada de rupturas, no pienso dejar que lo hagas, al menos no por teléfono.

–... Esta bien.

–¿En qué parte del aeropuerto estás?

–En el baño más cercano a la sala de espera VIP.

Demonios de dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora