Momentos inesperados

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Seguí la espalda de Aomine hasta que ya no la pude ver más.
Quería moverme y hacer como si nada hubiera pasado pero sentía como si tuviera las piernas pegadas con cemento al piso.
Todas estas semanas había pensado en lo mucho que no quiero mostrarle quién soy, sin lograrlo, porque después de cada conversación, sin querer, le daba pistas de lo que había sido mi vida desde el divorcio de mis padres.
Me sentía patética. Era incómodo pero correcto.
Correcto porque valía la pena.
Hablar con él valía la pena. Desde sus caras de enojo hasta las inesperadas sonrisas.
Y hoy...
Perdí la compostura al verlo entrar. Cuando me vio después de pies a cabeza me sentí desnuda por un momento y esa lamida de labios... yo creo que no se da cuenta de que lo hace, no era la primera vez que lo veía haciendo eso, pero siempre era cuando veía mi comida, o cuando se concentraba en un juego difícil, no viéndome a mi.
–¡___!
Gritó Violet emocionada entrando al gimnasio otra vez. Puso las manos en mis hombros y me sacudió un poco.
Y reaccioné.

–Mierda...

Dije tocándome la frente en donde me había dado el beso.

–¿QUÉ PASÓ?

–Me besó.

Miré a Violet a la cara e inmediatamente le solté que fue solo en la frente, de no ser así le hubiera dado un infarto.

–¡¿Qué? ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Cómo?!

Le conté lo sucedido detalladamente, como a ella le gusta, y no dejaba de dar saltitos de un lado para otro.

–Cálmate Violet. Salgamos de acá primero, no quiero que nos regañen por quedarnos muy tarde.

Caminamos hasta el estacionamiento. Violet iba a llevarme a casa hoy.

-¡___-chi!

Voltee a ver a Kise que se acercaba en la moto.

-¿Ryoutta?

–Acabo de salir de entrenar y como iba camino a tu casa pensaba en venir a llevarte, menos mal no te habías ido.

–Gracias por pensar en eso...

Me giré a ver a Violet con cara de excusa.

–Supongo que tengo que volver a casa sola otra vez, cuídate ___, los veo luego.

Soltó sin poder disimular el mal genio.
Esperé a que su carro se alejara y me monté en la moto con Kise.

–Bien, vamos.

Kise arrancó y mientras llegaba a casa pensaba en todo lo que había pasado hoy que no era mucho, pero si importante.
Al llegar a casa saludé a mi hermano de un beso en la mejilla, él ya estaba haciendo la comida para los tres.
Debido a que vivíamos solos, nos turnábamos los deberes.

–Iré a bañarme y cambiarme, no empiecen sin mi.

Les grité subiendo las escaleras de dos en dos hasta mi cuarto.
Ya ahí descargue las cosas y me metí directo al baño. Me lavé entera, una y otra vez hasta que me sentí limpia y renovada.
Mientras secaba mi pelo me cepillaba los dientes.
Me coloqué las cremas de la noche y me hice una trenza rápida, luego agarré unos shorts de pijama con una camisa ancha y las pantuflas y bajé corriendo a la sala de estar. Me moría de hambre. Como era de esperarse Kise y mi hermano, Ethan, ya habían empezado sin mi.

–Les dije que esperaran por mi.

Dije haciendo puchero. Tome mi plato y mi bebida de la cocina y me senté junto a mi hermano.

–Te demoraste mucho ___(tu apodo).
Dijo Ethan riéndose.

Terminamos de comer, cada uno lavó lo suyo y nos pusimos a jugar video juegos y hablar de muchas cosas. Ethan iba a la misma escuela de Kise, y aunque ya no eran del mismo club de deportes seguían hablándose muy bien.

Demonios de dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora