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Se alejó un poco para verme la cara.

–Y...

Dijo como debatiéndose si era momento de preguntar algo. "Por supuesto que sí, idiota" pensé. Este era el único momento en el que le iba a permitir preguntar.

–Puedes preguntar, no vine aquí solo para decirte e irme.

–¿Q-que pasó con tu madre? Si es que se le puede llamar así...

–Bueno... lo último que supe es que se las arregló para casarse con su jefe. Pero fue porque papá me contó.

–¿Y no pasó nada... por lo que te hizo? Quiero decir... ¿n-no hubo consecuencias para ella?

–Estuvo en prisión 4 meses, pero no fue por eso, si no por intentar robar a papá.

–¿Y no pensaste en reportarlo?
Preguntó alterándose un poco.

–¿Para qué? A fin de cuentas no me dañó del todo.

Le sonreí pensando en su última visita. Pegó su frente a la mía de manera que rozábamos narices. Me sonrojé entera.

–Me causas curiosidad...

Se sonrojó levemente, pero sin dejar de mirarme a los ojos. Traté de responderle algo inteligente pero las palabras no salían, me tenía como bajo un hechizo.

–¿A-ah si?
Articulé torpemente, que vergüenza.

–Sí.
Sonrió victorioso.

–Me pregunto qué pasará si...
Y empezó a acercarse más.
*Ring Ring*
Brinqué haciendo que nuestros labios se rozaran, exaltada.
*Ring Ring*
Aomine bufó frustrado. Agarró su teléfono y contestó de mala gana. Yo puse una de mis manos sobre mi boca, ¡qué calor estaba haciendo!

–¡Satsuki! ¿No pudiste escoger peor momento?
Esperó la respuesta alejando un poco el teléfono de la oreja.

–¿Me llamas para informarme un partido de practica? ¡Pudiste habérmelo dicho el lunes! Voy a colgar.

–¡Espera un momento!
Logré escuchar que le decía del otro lado.

–¿Seirin?
Dijo después de unos momentos, de mejor humor.
Tras unos minutos de solo responder en monosílabas se despidió y colgó.

–¡Estoy encendido!
Gritó colocándose de pie como celebrando. No pude evitarlo, reí carcajadas.

–¿Qué fue eso?
Le dije entre risas. Me miró avergonzado. Seguí así varios minutos más. ¿Hacía cuanto no me reía así? ¿Meses? No... ¿años?

–Oye...
Habló por fin sentándose nuevamente muy cerca de mi.
Me sequé las lagrimas con las mangas de la camisa respirando profundamente para controlarme. Me ojeó con el ceño fruncido, aunque se notaba que también trataba de contener la risa. Supongo que su orgullo era muy grande como para reírse de sí mismo.
De repente me acercó a él nuevamente.

–¿En donde estábamos?
Preguntó divertido. Se me paró en seco la risa, tragué saliva.

–Igual no es como si esto me moleste.
Le respondí quitándole importancia. Guardándome la vergüenza.
Se sonrojó levemente.

–Esta bien.
Sostuvo pensativo, pasamos varios segundos en silencio y de la nada... me besó. Primero un beso casto. Luego un beso de unos segundos. Abrí los ojos como platos. ¿Eh? Luego mordió mi labio inferior, lo que me hizo abrir un poco la boca. Continuó con un beso más profundo. Frenó a los segundos, pero volvió a hacerlo, una y otra vez. Me miraba un poco cada vez que se detenía y volvía a empezar. Por último introdujo su lengua en mi boca, como si lo hubiera hecho varias veces ya. Me rendí, cerré los ojos por fin. Seguimos así varios minutos... hasta que ninguno de los dos pudo retener más el aire. ¿Ehhhhhhhhhh?

Demonios de dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora