Al despertar

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Cerré los ojos con fuerza tapándome un poco la cara, la luz tenue que entraba por la ventana era molesta. ¿Estaba en casa? No, definitivamente no. ¿Qué me había sucedido?
Parpadeé rápidamente para adaptarme a la luz.
Escuché que llamaban mi nombre, pero se escuchaba apagado, como un zumbido.

–¿___?
Escuché mejor.

–¿Ethan? ¿Qué pasó?

–Te desmayaste...
Mirándolo con culpabilidad recordé que de la emoción no había podido comer, o mejor dicho, lo olvidé por completo; llevaba vacía desde que desayuné. Mi estomago rugió.

–Creo que me olvidé de comer en el día.
Mascullé dolorida. Me senté lentamente sin quitar de encima la mirada de mi hermano, que me miraba con desaprobación.

–No puedes hacerme esto, ___. No quiero que te suceda eso otra vez.
Lo fulminé con la mirada.

–No es eso. Tenía emoción por el juego de esta tarde, eso es todo.
Miré a mi alrededor, me encontraba en la enfermería, Aomine y Kise estaban en una esquina del cuarto. Aomine me miraba desconcertado y Kise, tenía cara de que le habían quitado un peso enorme de encima.

–¿Cómo llegué aquí?
Me dirigí a Ethan nerviosa. Me es inevitable enojarme cuando me recuerdan ese episodio de mi vida pero Ethan tenía todo el derecho a preocuparse. Al ver mi cara Ethan relajó el gesto.

–Te cargué hasta acá.
Dijo Aomine de mala gana.
Me sonrojé pensando en la escena.
Ethan asintió en su dirección como agradeciéndole y luego me vió desconcertado.
Mierda.

–¡___-chi! ¡Estaba muy preocupado!
Dijo Kise con voz dramática acercándose a mi para darme un abrazo.
Oí como Aomine chasqueaba la lengua.

–Hace unos minutos hice una llamada al doctor. Le diré que mejor se dirija a casa, ya que despertaste puede revisarte apropiadamente allá.
Ethan tomó su teléfono y salió de la enfermería.

–¡Voy contigo!
Le gritó Kise guiñándome un ojo. Me sonrojé.
Aomine se acercó a mi ocupando el puesto en el que estaba Ethan sentado.

–¿Qué tipo de idiota se olvida de comer?
Me soltó furioso. Su actitud me sorprendió.

–Lo siento...

–Tienes suerte de que no haya dejado que tú cabeza se estrellara contra el piso.

Baje la mirada avergonzada. Estupida ____.
Aomine rozó mi frente quitando unos cabellos rebeldes que tenía en la cara. Me preocupé al instante de mi apariencia. Mierda.

–¿Me veo muy mal?
Aomine me miró como tratando de comprender la pregunta.

–No te ves muy bien.
Mi estómago volvió a rugir. Relajó el gesto.

–Kise dijo que traería algo de comer para ti.

–Gracias.
Sonreí avergonzada.

–Tú hermano y tú son idénticos, parecen mellizos.
Me reí un poco.

–Somos mellizos.

–Otro pequeño detalle que no sabía...
Y sonrío por fin. Sentí que me detalló la cara.

–Tiene tus ojos también.

–Como era de esperarse.
Luego Ethan y Kise volvieron. Aomine se puso de pie. Kise me pasó una sopa de pollo, la devoré en instantes, que delicia.
Kise y Aomine empezaron a hablar de baloncesto mientras que Ethan solo observaba.
–El doctor dijo que te vería en media hora, será mejor que vayamos a casa ahora.
Kise asintió y tomó mis cosas. Cuando empecé a pararme Ethan me detuvo.
No se me hizo raro cuando me cargó como princesa, de alguna manera lo esperaba, así que solo me recosté en él. Salimos hacia el estacionamiento, mientras tanto Kise y Aomine no paraban de hablar.
Al llegar al auto Ethan me dejó en la parte trasera, luego ayudó a Kise a meter mis cosas en el baúl. Aomine se acercó al auto y apoyando los antebrazos en él, dobló el cuerpo de manera que quedaba a mi altura.

–Te veo mañana.
Volvió a quitarme cabellos rebeldes de la cara y se despidió con la mano de Ethan y Kise. Vi como su moto se alejaba mientras que Kise y Ethan entraban al auto.
Cuando llegue a casa me duché. El doctor me recomendó dos días de descanso absoluto, dejo una excusa para presentarle a la escuela por faltar a las charlas del sábado y se fue.
Ethan me sirvió una cena de dioses y luego me dejó dormir tranquilamente.

...

Me levanté sobresaltada por la alarma, me deslicé fuera de la cama hasta el piso y duré varios minutos arrodillada mirando arriba. Luego recordé. ¿Había sido un sueño? Me sentía triste.
Me puse de pie y apagué la alarma.
Ethan se asomó por la puerta.

–Sabes que tengo que ir a la escuela, ven desayuna conmigo y sigue descansando.
Lo seguí tambaleante.
Una vez empezamos a comer me reprimió por lo sucedido ayer. ¿Entonces si fue real?

–Lo siento...
Dije sin saber cómo excusarme. Ethan sonrío de medio lado.

–Solo no lo hagas de nuevo ¿Está bien?
Asentí. Kise pasó a recogerlo minutos después.

–Pide tú almuerzo, no lo olvides. Llegaré temprano para prepararte de comer.
Dijo apurado terminándose de colocar un zapato.
Cuando salió decidí volver a la cama, vaya días que he tenido.
Al llegar a la cama recibí una llamada.

–Habla ___.
Respondí somnolienta.

–¿Cómo seguiste?

–Ah, Violet...
Y le conté lo sucedido. Prometió venir a visitarme mañana.

Al darme cuenta de que ya no podía pegar el ojo tomé una larga ducha y me puse ropas cómodas, una camisa de Ethan y unos shorts. La camisa me quedaba tan grande que tapaba el short, pero odiaba sentir las piernas desnudas. Desde entonces deambulé por casa sin saber que hacer, terminé jugando Video juegos.
A eso de las 9 de la mañana sonó el timbre.
Ethan me había acostumbrado a mirar por la mirilla y eso hice. Mi corazón empezó a later a mil, abrí la puerta.

–¡Violet me dijo que no te encontrabas para nada bien!
Le eché un vistazo, venía acelerado como si hubiera corrido de un lado a otro.

–Me dijo que te diera estás pastillas...
Tomó aire y yo no pude evitar reír. ¡Eran pastillas de gripe! Te debo una Violet. Aomine me lanzó una mirada confusa.

–Entra, tal vez Violet mal interpretó el hecho de que le dije que no iba a ir hoy.
Tenía que cubrirle la espalda de alguna forma, reí para mis adentros.
Lo invité a sentarse en el sofá mientras le largaba algo de beber. Era lo menos que podía hacer por él cuando se había tomado la molestia de venir hasta acá solo por esto.
Cuando me senté a su lado tocó mi cabello, me había olvidado por completo de secarlo.
–Te vas a enfermar.
Resopló.
–Tienes razón, volveré en un momento.
Subí a la segunda planta y cuando bajé ya con el cabello recogido en dos trenzas vi que le estaba echando un vistazo a los video juegos.

–Aomine... ¿Te gusta COD?
Pregunté cuando vi que miraba con anhelo el video juego.

–¿Juegas?
Y de la nada comenzamos a jugar.
Luego de horas de juego decidimos pedir algo para almorzar. Sin esperarlo terminamos pasando el día juntos. Si las cosas iban a ser así cada vez que me enfermaba, quería que pasara una y otra vez.

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Saqué las imagines de Google y Tumblr, doy crédito a los autores, no sé quiénes son, pero es algo que no se puede olvidar🙆🏽💭

Demonios de dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora