"Conocerte me hizo un bien"

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Una cosa que siempre me aplaudieron las personas que me rodean, es que no me pienso mucho las cosas. Aprendí a las malas que pensar mucho los errores puede llevarte a hacer cosas estúpidas. MUY estúpidas... por eso siempre llegaba a ser un "goal" porque al no pensarme las cosas llegaba a conclusiones que dejaban completamente los sentimientos a un lado.
Aomine Daiki había sido capaz de volverme irracional, había sido capaz de hacer un hoyo en donde solo él podía entrar a arruinarme la paz que tanto me había demorado en construir colocando muchos muros para conocer a la verdadera yo. Así que conocerme era un reto. Conocerme del todo. Puede que sea muy abierta a la hora de relacionarme con alguien, de reír en público, de opinar y de hacer las cosas a mi manera pero, dicen que es mejor lo que no se dice...

–¿___?

Levanté la cabeza todavía dormida.

–¿Qué quieres... Violet?
–Ya es descanso cariño, te quedaste dormida.

Avergonzada limpie las comisuras de mi boca y recogí mi cabello en una cola de caballo alta.
Salimos juntas, ella enganchando mi brazo con el suyo, como siempre y nos reunimos con todos. ¿Pero saben? Hay días en los que simplemente quieres hacerte a un lado para pensar y, así pues, con la excusa de ir al baño subí a la azotea del edificio de las aulas, que era el más tranquilo y más alto.

–Maldición.

Susurré cansada luego de subir todas esas escaleras. Me solté el cabello y deje que el fuerte viento lo moviera a su voluntad. Me estiré y me senté luego en la sombra que hacía una teja del cuarto de servicios generales. Me recosté en la pared y dejándome llevar por el sueño. Me quedé dormida.

~NARRA AOMINE~

Me sentía como todo un imbécil. Había venido al campus solo para verla a ella y no estaba por ningún lado. Ya que Satsuki me había pedido el favor de que viniera tenía una excusa y no tendría que darle explicaciones de nada porque como, me conoce bien, (aunque no quiera) iba a sospechar de mi presencia aquí.

–Maldición.

Tenía una llamada de Satsuki y muy molesto salí de las instalaciones para decirle que no estaría aquí, ni porque me pagaran.
Un quejido me sacó de mis pensamientos y logré atrapar a la chica con la que había chocado cuando estaba casi a punto de comer pavimento. Detalle su cara sorprendida y tuve que poner todo de mi para no echarme a reír. Solté una grosería entre los dientes.

–¿Otra vez tu?

La tome fuerte de ambos brazos y me aseguré de que estuviera perfectamente equilibrada. Sin si quiera percatarme, me tome mi tiempo para detallarle la cara, estaba ligeramente sonrojada, por la adrenalina de la casi caída seguramente, tenía los labios con un leve brillo y sus ojos con sus largas pestañas se veían grandes, intensos, pero cansados. Claro, como no, con tremendo espectáculo que hizo ayer... me estaba colocando de mal humor otra vez, de la nada pero luego ella sonrió, roja como un tomate. Me puse de buen humor al instante.

–No te noté, deberías crecer.

Me miró simulando estar escandalizada por un momento y luego respondió risueña, con un mohín:

–Para que pase, señor afanado.

Me enseñó con las manos el camino al estacionamiento. Hace un momento estaba debatiéndome si de verdad todo esto que estaba haciendo lo valía, mirando su rostro que de nuevo empezaba a tornarse rojo... joder, definitivamente lo valía.

–De hecho solo tenía que hacer una llamada... ¿Entramos?

"¿Entramos?" ¿Es en serio Aomine?
Por alguna razón me sentí avergonzado y sin poder controlarlo empecé a sonrojarme. Esperé a que ella caminara primero, lo que hizo y la seguí a dentro tratando de parecer lo más normal. Cuando empezamos a caminar por los pasillos me encontré con las miradas de varios imbéciles. Me miraban a mi y luego a ___, las miradas hacia ella despertaron en mi un sentimiento... que solo sentía en los partidos "difíciles" de baloncesto. ¿Rabia? No sabía bien, pero me alegraba mucho estar detrás de ella, así les tapaba la panorámica que en realidad les importaba porque, sinceramente, ___ era una mujer con un trasero impresionante, y como la ropa que llevaba no dejaba ver lo de a delante eso era lo que les quedaba. ___ estaba consternada por las miradas, lo veía en su cara, cosa que me alegró y disgustó, más que todo la segunda, por que eso también significaba que no se acordaba de nada.

–No volveré a tomar nunca.

Susurró entre dientes. Molesta. Por alguna inexplicable razón no pude contener la risa. Sus expresiones faciales eran bastante divertidas e interesantes, podría quedarme viéndola para siempre... y no sé por qué se me salió lo maricón.

–DAI-CHAAAAANNNNNN!!!!

Gritó Momoi demasiado enérgica. Me giré a ver la expresión de ___. No sé porqué esperaba su mueca de rabia contenida pero me decepcioné bastante cuando risueña se levantó y se fue del salón.

–Contrólate, Satsuki.

De mal genio me libré de su abrazo y me recosté en el puesto tratando de evadir sus molestas preguntas, aunque bien sabía que eso era imposible.
___ volvió apenas sonó la campana y sin siquiera mirarme se sentó a dormir.
Me pasé la primera clase mirando su rostro, tenía la boca entre abierta y sonreía y fruncía el ceño de vez en cuando. Abrumado por mi comportamiento decidí irme a penas terminó la primera clase a la azotea.
Una vez allá subí al techo del cuarto de servicios generales dejando que el buen clima me pegara en la cara para relajarme. No podía dejar de repetir su cara en mis pensamientos. Nunca me había pasado esto con una mujer.
Cerré los ojos y me dejé llevar por el sueño.
El sonido de la puerta de la azotea abriéndose hizo que abriera los ojos de mala gana. Incorporándome lentamente vi que ___ entraba soltándose el cabello. Pegué los ojos en ella, se le veía muy cansada. Era la primera vez que la veía subir acá... caminando en zigzag, sin siquiera enterarse de mi presencia, se sentó bajo la sombra y se quedó dormida. Bajé a verla y me senté cuidadosamente a su lado. Mi impulso de idiotez hizo que moviera su cabeza para que se recostara en mi hombro y mirando al vacío empecé a preguntarme porqué ella me hacía sentir tan lleno.
Tal vez la vuelva mi nuevo hobbie.
Adiós baloncesto.

Demonios de dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora