Capítulo 18

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Danaé se quedó mirando el teléfono, temiendo que en cualquier momento fuera a sonar. Nuevamente.

Una... dos... tres –contó mentalmente y nada.

¡Era lo mejor! Necesitaba pensar.

Escuchó el timbre de la puerta y se lamentó que los segundos pasados fueran tan escasos como para poner en orden sus pensamientos.

¿Quién sería? No esperaba a nadie ni saldría a ningún lugar, como le había dicho a Beth, solo había sido una excusa como cualquier otra.

Sin embargo sus pensamientos se habían materializado. Al abrir la puerta, se encontró con Kyle frente a ella, sus ojos verdes brillantes, sonrisa genuina y cabello intensamente marrón. La contemplaba, de pies a cabeza. Ella se limitó a sonreír.

–¡Danaé! ¿Puedo pasar? –pidió él ya que ella no había dicho una palabra desde que había llegado.

–Claro que sí, Kyle. Puedes... –lo dejó pasar. No obstante, él se quedó a su altura, inclinándose para darle un beso peligrosamente cerca de la boca–. ¡Cuidado! –bromeó ella para disimular un ligero temblor que la recorrió.

–Lo sé, no he olvidado. Dos hermanos mayores, primos, tíos, amigos de la familia y muchos más...

Ella rió por la descripción de su intimidante grupo de familiares masculinos. Bueno, en cierta manera... sí, había sido muy difícil para Kyle agradarlos. Su padre no tanto, con Marcos ya eran amigos. Pero a André y Alex, especialmente, no parecía agradarles mucho.

Como siempre, su pequeña hermana –pensó con disgusto. ¡Alex!

–No te equivocas –contestó con una sonrisa– te perseguirían...

–¿Por qué? ¡Mis intenciones son honorables! –hizo una reverencia graciosa y ella se rió aún más.

–¡Eres tan... tú! –soltó Danaé.

–¿Y eso es algo bueno?

–Mucho... muy bueno –asintió aprobadora.

Él le brindó una deslumbrante sonrisa antes de dejar en la mesa la pizza que había traído consigo.

–¿Pizza y una película? –preguntó, animado–. Pensé quedarme en casa pero no estabas tú así que lo mejor era venir.

–Me gustas cada vez más –bromeó Danaé. Él se acercó peligrosamente–. ¿Realmente me extrañabas? –quiso seguir en tono bromista, pero la intensidad de esos ojos verdes la dejaban sin habla.

–Mucho –la tomó de los hombros, despacio–. Danaé, yo realmente te extraño –remarcó la palabra realmente mientras con la mano derecha recorría su brazo–. No he dejado de pensar en ti... ni un instante.

–Kyle, yo... –se perdía en sus ojos, trataba de pensar con claridad, saber si podía existir una posibilidad, pero no podía. Sencillamente, estaba perdida en más pensamientos de los que era capaz de procesar por el momento.

–Tienes los ojos más hermosos que he visto –él recorrió con la mirada su rostro–. Eres hermosa, Danaé. Eso no ha cambiado.

–Ni tú –logró pronunciar en tono bajo– sigues siendo un encantador natural.

Él rió por el recuerdo. Se acercó a ella y le pasó la mano lentamente por la mejilla, acaricio sus labios y de pronto, se separó.

–¿Qué te apetece ver? –preguntó tomando dos películas que había traído–. ¿Comedia o drama?

No puede ser amor (Italia #6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora