Tras varias horas, Alex se sentía como antes. Seguro, risueño y bromista. En palabras de varias personas: era el hombre encantador de siempre. ¿Cómo era posible?
Bueno, él había llegado como de costumbre en esos últimos meses, malhumorado. Y pensó que dada la situación, eso solo empeoraría. Se equivocó. Totalmente.
Ahora estaba riendo de una broma de André y pasaba su brazo por los hombros de Aurora. Él ni siquiera lo había notado, estando sentados en un círculo, él tenía apoyado su brazo en el espaldar de la siguiente silla, que daba la casualidad se sentó Aurora. Y ahora ella había puesto su cabeza en su hombro, por tanto ya no podía quitarlo.
Sonrió cuando alguien preguntó sobre su relación. Quizá fue un comentario del mismo André, que trataba de enfadarlo y había tenido éxito en más de una ocasión anterior, picándole porque ahora creía saber que estaba enamorado y eso era un serio motivo de burla para André.
Estaba tan equivocado. Él y todos los que pensaban que amaba a Aurora. Porque no lo hacía. Sí, él también había estado equivocado.
¿Y por qué se planteaba todo eso? ¿Por qué ahora?
Sencillo. Él no había vuelto a ser él desde que Danaé se fue. No podía ser una coincidencia que con su regreso él se sintiera nuevamente ÉL.
Dirigió sus ojos azules clarísimos en dirección a Danaé. La mano de ella estaba sostenida entre las dos manos de Kyle.
Hizo un mohín involuntario muy breve, no era la situación ideal la que se presentaba, pero ¿qué más daba?
Él, no importaba lo que sintiera por Danaé, no tendría nada con ella. No podía. No podía arriesgarse a algo sin saber qué era lo que sentía.
Con Aurora había estado equivocado por años, ¿por qué con Danaé sería diferente?
Además, a las dos las había conocido toda la vida, ¿no podía ser solo una coincidencia que la persona a quien pensó amar intensamente y la persona a la que... bueno, lo hacía sentir de esa manera... hubieran estado presentes toda su vida, verdad?
Era eso. Quería a Danaé como amiga. Nada más que eso, estaba seguro que si incluso... que si la besara, no sentiría nada. Tal como pasó con Aurora. Solo eran caprichos de su mente, que, solo Dios sabía por qué, le estaba jugando tan malas pasadas. ¿Qué haría?
–¿Alex? –llamó Rose tocándole ligeramente el hombro– ¿no piensas asistir esta noche con nosotros?
–¿Yo? ¿A dónde? –preguntó, notando que Danaé se había levantado junto con Kyle, Marcos, Beth y Christopher. Solo quedaban sentados él, Rose y Aurora.
–Ay, tontito –rió Rose– al concierto que habíamos planeado. ¿Irás, cierto?
–Claro que... –se quedó pensativo– ¿yo acepté ir?
–No, en realidad –explicó– nadie se atrevió a decirte porque... bueno, tú sabes... tu situación... –Rose puso los ojos en blanco– tu malhumor.
–Ah –Alex sonrió– ¿por eso apenas me lo dicen? –ella asintió–. Bien... iré –Rose saltó de alegría y él añadió–: ¿asistirá Danaé, cierto?
Aurora y Rose lo miraron a la vez, extrañadas por la pregunta. ¿Danaé? Apenas iba llegando y no es que no quisieran invitarla, pero no habían sabido si tendría ánimo de ir después de tantas horas en un avión. Ni siquiera se habían planteado el preguntar. Hasta que Alex lo dijo.
–Eh... –Rose se quedó pensativa– la verdad no pensé que quisiera ir. Solo descansar, es su primera noche aquí y...
–Sí, lo imagino –Alex cortó la explicación, preguntándose qué demonios le estaba pasando a él cuando se había decidido a no tener absolutamente nada con Danaé y ahí estaba, cuestionando si ella iría.
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No puede ser amor (Italia #6)
Roman d'amourDanaé Ferraz estaba segura de haberse enamorado de Alex Lucerni, aún antes de entender el significado de la palabra amor. Alexandre Lucerni también había amado a la misma persona durante toda su vida: Aurora Cavalcanti, pero ella no miraba a nadie...