Capítulo 22

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Alex se removió la corbata, como si se sintiera terriblemente incómodo. No era así, de ninguna manera, estaba acostumbrado a llevar corbata. Era la situación, que él, voluntariamente, había aceptado.

Sí, dentro de unos minutos bajaría las escaleras con Aurora y bailarían tal como lo habían ensayado. ¿Por qué lo había hecho?

Esa era una respuesta fácil. No podía negarse a algo así, porque de esta manera se había enamorado de Aurora. Cuando había tomado su mano, siendo unos niños, frente a todos, había sabido que era amor. Lo había sentido y no había cesado en todos esos años.

Hasta el momento en que vio a la mujer desconocida. A quien resultó ser Danaé. Bueno si era totalmente sincero, la única vez que no se sintió enamorado de Aurora fue cuando besó a su fantasía en el jardín.

Sin embargo, ahí había pensado que era Aurora, a quien besó fue a ella; por tanto, seguía siendo amor... solo que a algo que no había sucedido jamás. Y aun así, él no había podido borrarlo de su mente.

Porque nunca más había sido así. Ni antes ni ahora, solo aquella vez.

Y pensó volver a sentirlo. No tan intensamente, solo un rezago de aquella vez, convertido en expectación por descubrir a la mujer que lo impresionó así.

Nada. Era Danaé. No podía ser cierto. Aún no lo creía. No obstante, había sido ella, siempre ella.

–Todo listo –se escuchó la voz de la organizadora y Aurora sonrió.

–¿Listo mi príncipe de cuento de hadas? –preguntó ella con una sonrisa enigmática. Él asintió, no se veía capaz de decir nada–. Nos esperan.

Él no se preguntaba más por el sentido de las palabras de Aurora. Ahora que había tenido oportunidad de hablar ampliamente con ella, sentía que no existía mucha conexión entre una cosa que decía y otra. O sencillamente, no existía conexión alguna entre ellos.

Había aceptado y estaba ahí, bajando las escaleras con Aurora apoyada en su brazo y él lo único que quería era encontrar a Danaé. ¡Eso tenía que significar algo!

Ahí estaba, mirando hacia ellos como todos los demás. Solo que a él no le importaba nadie más que ella.

Sin embargo, Danaé no parecía mirarlo, no de manera directa. Y huyó.

Danaé huyó del salón.

Alex sintió que debía hacer algo. Tenía que hacerlo en ese instante. ¿Cómo podría hacerlo?

Y en ese momento, él supo que sus sueños no eran nada comparados con la realidad. Había deseado tanto ser el hombre que tuviera la dicha de acompañar a Aurora y compartir su primer baile... ahora eso no tenía ningún sentido. Y él, no era de las personas que actuaran sin una lógica.

–Querida –susurró en su oído– voy a tener que abandonarte.

–¿Así de pronto? –preguntó Aurora, calmada, para sorpresa de Alex–. Tenía la esperanza de retenerte más a mi lado, pero las cosas son como son.

–Lo lamento tanto, Aurora –Alex le tomó la mano galantemente y dedicó una enorme sonrisa– pero tengo algo que hacer.

–Lo sé –asintió– ve por ella. A mí me esperan –y Alex miró en la dirección que apuntaba.

Efectivamente, Christopher estaba en la base de la escalera y a una señal imperceptible de Aurora, extendió la mano. Él dejó a Aurora ahí y corrió.

Pasados unos minutos, no se explicaba cómo lo había logrado, sin embargo había atravesado corriendo ese salón abarrotado de personas. Solo tenía un objetivo y ese era Danaé.

No puede ser amor (Italia #6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora