Capítulo 2

145 11 0
                                    



Cuando llegó el momento estaríamos listos. Habíamos talado un árbol cerca del camino para que cayera sobre él y los carruajes no pudieran pasar por ahí, en ese momento los cogeríamos. Estaba con Tahiel esperando entre unos arbustos, mi tío estaba en la parte opuesta con John y Dunkan. Como ya he dicho antes, todos preparados para cuando llegaran.

Noté a Tahiel temblando.

-¿Estás bien?

-Tengo...

Se quedó dubitativo.

-Pues decirlo tranquilo, no somos nobles, no tenemos porque fingir que no tenemos miedo, el miedo es normal entre las personas.

Él me dedicó una sonrisa durante unos segundos.

-Gracias Elliot.

-Te dije que no somos nobles, no tenemos que dar las gracias –dije con una media sonrisa-.

Su expresión fue extraña, como sorprendido y a la vez le daba curiosidad lo que le había dicho.

-No hay de que, todo por los nuestros.

Si no sabía cómo reaccionar antes ahora estaba peor, mis palabras le dejaron atónito, no le culpo, yo también me contradigo mucho.

Pero justo en ese momento escuchamos el sonido de unos caballos acercarse, ya era la hora. Los carruajes se pararon al ver el árbol talado, era mi turno. Estiré la mano y me concentré todo lo que pude, aunque no es que necesitara mucha concentración, bueno, en parte sí. Pero ahora todo dependía de mí. E hice lo que mejor se me da hacer, creé un aro de fuego alrededor de los carruajes.

"Te toca, Ivar" pensé.

Mi tío lanzó un fuerte grito, que hasta parecía que la tierra iba a temblar del estruendo, los arqueros se levantaron a disparar a los caballeros que acompañaban a las carrozas, los caballos los cuales montaban estaban nerviosos por ver fuego a su alrededor, y eso hacía que no pudieran concentrarse bien. Pero entonces mi fuego se evaporó, y pude ver a un chico como de mi edad con la mano levantada igual que yo, no lo había visto antes, debía de haber estado en el carruaje. "Podrías habérmelo dicho antes, tío" pensé. No me contó en absoluto que eran nobles de las tierras de Aqua. Eso fastidiaba la cacería. El chico formó una figura extraña de agua que iba a atacarme a mí y a todos los arqueros que estaban en mi zona, el vapor del agua no me dejaba ver bien, y no podía defenderme utilizando una línea de fuego, podría herir a uno de mis arqueros. Estaba perdido. Ha sido un placer conocer este mundo. Pero pude distinguir algo, entre el vapor vi que ya era demasiado tarde, pues la figura estaba justo enfrente mía, y de repente se derrumbó en el suelo. Como si nada. El vapor empezó a irse y esta vez sí que pude distinguir mejor a las figuras que me rodeaban, y vi que el chico tenía clavado una flecha en la cabeza, sangraba, obviamente, pues había incluso formado un charco. Miré hacia arriba y ahí estaba mi tío, aún con los brazos en tensión, con la formación que tienes cuando debes lanzar una flecha, como si estuviera sujetando una flecha invisible, y en ese momento recordé porque debía de tener respeto a mi tío, o por lo menos algo de lo que quedaba.

Los chicos se acercaron a los carruajes y sacaron baúles llenos de oro y cogieron los caballos de los caballeros para cargarlo, eso los alimentaría durante unos meses. Pero John sacó de uno de los carruajes a dos mujeres, la condesa y su hija, de unos 15 años más o menos, en cambio la condesa parecía que estaba más en el otro lado que en este, aparentaba demasiada vejez.

-¡Nos ha tocado el gordo, Elliot! –Dijo dirigiéndose a mí-.

Yo solo le sonreí y le levanté la mano a modo de aprobación.

El Rey PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora