Capítulo 7

49 10 0
                                    


-Hola Tania. ¿Te gusta escuchar a escondidas? –Dije rompiendo el silencio de una forma un tanto... dejaré que tu acabes la frase por mí-.

Algo que debo admitir es que el nuevo vestido le quedaba bien, el azul celeste le conjuntaba con sus ojos azules marinos. Y también debo admitir que no soy el tipo más simpático del mundo, pero aquí nadie lo es.

-Yo... lo siento. Ya me imaginaba que eras de los Ignis... por tu collar. Ese colmillo rojo es el símbolo de tu dinastía.

Toqué el collar con mis manos, y con rabia.

-¿No eres la hija de una condesa verdad?

Ella negó.

-En realidad soy la princesa del reino de Aqua.

-¿Por qué estabas por el Sendero del Errante?

-Iba de camino a Luminia, con mi hermano y mi madre. Mi padre con su ejército ya estaba allí, negociando con el rey. Mi deber era casarme con el príncipe de Luminia, para crear una fuerte alianza.

-Me resultaba raro que un simple noble tuviera el poder de crear formas tan grandes con el agua.

-Los nobles solo tienen una parte del poder del agua. Ese muchacho era mi hermano.

Quise girar un poco el rumbo de la conversación, no es apetecible que te recuerden que mataron a tu hermano hace poco.

-En todas las dinastías pasó eso. Los poderes se dividieron, pero los hijos de reyes aún tenemos la mayor parte. Alguno de nuestros antepasados repartió su poder.

-Nunca entendí el porqué.

-Es mejor tener los poderes repartidos, aparte de que para que no se pierdan, si alguna dinastía cayera seguiría teniendo el reino poder a modo de protección. Ya sabes... para evitar conquistas.

-¿Tú has tenido algún Protector?

-No, no te tenido el placer. Ya no quedan muchos de ellos.

-¿Y nunca has pensado en tener alguno?

-No necesito a alguien que me proteja en los combates. Se cuidarme yo solo.

-Pero los Protectores pueden crear barreras, son los descendientes de aquellos que la diosa Astrich otorgo el poder de proteger, hay muy pocos y la mayoría son compañeros de reyes y nobles.

-No son muy diferentes a nosotros, la diosa Astrich también dio poder a nuestros antepasados.

-Pero poderes muy distintos.

-Ojala pueda preguntarle porque decidió dar poder a unos simples humanos.

-Supongo que fue el destino.

-Yo no creo en el destino, yo mismo soy mi propio destino.

-¡He acabado! –Gritó Tahiel saliendo del baño, tenía una toalla con la que se estaba secando su rubio pelo-. Siguiente.

-Voy yo –dije mientras me dirigía al baño-.

Tahiel era muchas cosas, pero no un idiota, se que a veces lo he pensado, pero en el fondo... Tahiel no es como aparenta ser, lo noto, y mi instinto nunca me ha mentido. Soy un Ignis, ¿recuerdas? Tengo el poder ardiente en mi ADN. Un poder que ojalá no tuviera.

El Rey PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora