Capítulo 33

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Dylan llamó a la puerta, supe que era Dylan porque no hay nadie más en el castillo, creo yo, tampoco he visto nunca a nadie en todos estos años.

-Adelante -le dije-.

La abrió y me saludó, a lo que yo le correspondí. Cogió una silla igual que la mía, la colocó a mi lado, y se sentó en ella. Esto en el fondo me daba algo de miedo, pero no quiero sacar conclusiones precipitadas.

-Ya queda poco -dijo él con un gran suspiro-.

-Sí... -dije imitándole-.60 años se pasan volando.

-Ni que lo digas -dijo mientras se posicionaba mejor en su silla-. Nunca has dejado de mirar al espejo, ¿te gusta lo que veías?

-¿Ves esos niños que están en esa parte?

-Sí.

-Son los nietos de Tahiel, la chica se llama Wendy, el chico más alto es Wirt, y el pequeño es William.

-¿Y ese hombre tan mayor es Tahiel?

-Sí, y esa de allí es su mujer Lily, era una simple campesina hasta que se casaron y se convirtió en reina. Como ya te imaginarás, él heredó el trono de Darkour. Lo he estado observando en silencio todos estos años, desde que él era niño -ha esto último le añadí un resoplido-.

-¿Y los demás?

-Asher se acabó casando con Tania, como era de esperar. Tuvieron dos hijos, un niño y una niña.

-¿Y tu familia?

-Jeyden al final se casó con Iris porque mi padre le obligó, aunque ahora parece que se quieren mucho, en estos momentos Luminia, Ignis y Aqua tienen una gran alianza, querían que Wendy se casara con Philip, mi único sobrino, eso lo recomendó Lily, pero Tahiel es tan cabezota como siempre, y dijo que Wendy se casaría con quién ella desee hacerlo.

-Que cosas... -dijo Dylan sin saber muy bien que decir-.

-Sí... ahora Tania y Asher son reyes de Luminia, mi hermano e Iris de Ignis, Tahiel de Darkour, y yo... pronto seré un dios completo.

-¿Y qué pasa con Loki?

-¿Sabías que él en verdad tiene 150 años?

-No me digas... -dijo con una sonrisa en tono burlón-. Yo conocí a Loki, ya sabes, antes de que me ocurriera lo mismo que a ti. Éramos amigos.

-Pues ahora es un simple granjero del pueblo del Cuco, quería retirarse al campo para llevar una vida más tranquila, lejos de asuntos de reyes. Me recuerda a alguien -dije mirando al techo con aire irónico-.

-Ya queda poco, Anikin.

-Nunca me imaginé este destino para mí.

Dylan se levantó para irse, supongo que sabía que debería dejarme un tiempo, pero yo le detuve con unas simples palabras.

-Cuando consiga esos poderes...

-Lo sé -dijo Dylan mostrándome un gesto de tranquilidad-. Puedo leer tu mente, ¿recuerdas? Pero déjame decirte que no dejaras de ser un dios, a nosotros no nos afectará. Pero supongo que has esperado mucho, pues solo podrás hacerlo cuando seas un dios completo. No pienso impedírtelo -dijo mientras abría la puerta para irse-. Creo que en el fondo haces lo correcto.

Yo solo pude sonreírle mientras lo veía marchar. Tras aquellas palabras supe que en el fondo Dylan no era mala persona. Es más, creo que nunca lo fue.

Me acercaba a la sala del trono, debido al gran reloj que estaba encima del mismo vi que ya no quedaba mucho tiempo.

-Siéntate en el trono -me dijo Dylan-.

Solo pude hacer lo que me ordenó, pues consideraba que no era momento para discutir ni pelear.

-Quedan 10 minutos -prosiguió Dylan-. Y te convertirás en un dios.

-Sí... que gran ilusión -dije irónicamente-.

Él estaba enfrente de mí, pero debajo de las escaleras que conducían al trono. Mirándome con una sonrisa. No le culpo. Si yo estuviera a punto de morir también quisiera morir con una sonrisa, por todo lo que aprendí, por todo lo que fui.

-¿Te sientes preparado? -Le pregunté-.

-Eso te lo tendría que preguntar yo a ti -dijo riéndose suavemente-.

-5 minutos... -prosiguió Dylan-.

Yo no podía ver el reloj, pues estaba de espaldas a él.

-Es curioso... -dije yo-. Cómo la muerte acaba afectándonos a todos.

-Sí, pero créeme, hay cosas que dan mucho más miedo que la muerte. Pues yo al fin podré reunirme con mis seres queridos -dijo esta vez hablando para sí mismo pero lo suficientemente alto para que pudiera escucharlo-. James, Christian, Mary... por fin podré volver a veros.

Podría jurar que estaba a punto de llorar, creo que su destino tampoco es que fuera mejor de lo que pensé. Este no es un destino para un simple mortal.

-Oye, Anikin. Quiero decirte algo más. No trates a Tahiel como Tahiel. Sino como Newt. Cuando te poseí vi que tampoco pudiste aceptar que la persona que querías no era lo que esperabas, también lo noté cuando me viste a mí y supiste que Astrich ya no existía. No viváis una mentira, si vas a quererlo, quiérelo como Newt, Tahiel no existe.

Poco a poco vi que empezaba a desaparecer, y también las lágrimas se le caían de los ojos. Y yo noté lo mismo. Simples lágrimas emergiendo.

-Se algo más que un simple dios.

Esas fueron sus últimas palabras hasta que desapareció por completo. Ya no había nadie. Estaba solo. Rompí en llantos. No podía soportarlo. Ya no. Tenía demasiada presión acumulada desde hace tiempo.

-Se acabó... ¡se acabó! -Dije gritando a la nada-. Esto se acaba hoy.

Por primera vez en mi vida sentí que era mi primera decisión, después de la de convertirme en bandido. "Ahora seré lo que quiero ser" pensé.

Empecé a crear una bola azul con mi dedo índice, y después lo expandí. Sí esto salía bien... si lo lograba... sería lo que me dijo Dylan, algo más que un simple dios. Podía cambiarlo todo, tenía otra oportunidad. Pero la penumbra se apoderó de mis ojos antes de que pudiera pensar más en ello.

-¡Vamos, Elliot! ¡Levántate!

Esa voz... la reconozco. Abrí mis ojos. Y vi que era Ivar quién me despertaba. Me levanté de la hamaca que estaba sujeta a dos árboles. Estaban todos allí, volvía a ser un bandido.

Vi que alguien se estaba acercando a mí, tenía una bandeja con arroz blanco.

-Sé que no te gusta este desayuno, pero tienes que comerlo para estar listo. Hoy ganaremos una buena recompensa.

No pude evitar abrazar a ese sujeto, e hice incluso que tirara el plato de comida. Empecé a llorar. No podía evitarlo. No quería evitarlo. Estaba feliz, me sentía...

-¿Qué te pasa hoy, Elliot?

-Vayámonos de aquí, Newt -dije soltándole y mirándole fijamente-.

-¿Lo sabes? -Preguntó incrédulo-. ¿Sabes lo de mi nombre?

-Vámonos, vayamos a un lugar donde no haya nadie, donde podamos empezar de cero. Me da igual donde, solo quiero un lugar donde pueda escapar hasta de los dioses.... Solo quiero un lugar para nosotros dos.

El Rey PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora