Capítulo 32

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-¿Estás seguro, Newt?

Tahiel estaba preparando el caballo en las caballerizas. Me daba tristeza ver que se iba a ir.

-Me dijiste que me darías un caballo con provisiones si te ayudaba a conquistar el reino de Aqua –dijo mientras comprobaba la silla de montar-.

-Lo sé, pero...

-Pero nada –dijo mientras se subía al caballo-.

Me miraba a mí, pero a la vez era como si no pudiera. No le culpo. A mí me pasaba exactamente lo mismo.

-Bueno... -dijo Tahiel-.

-No quiero que te vayas –le dije mirando directamente a los ojos-.

-Lo siento.

-¿Lo siento? ¿Es todo lo que tienes que decir?

-¡Ya no me queda nada aquí! ¡No tiene sentido seguir!

-No... ¡me tienes a mí!

Tahiel no paraba de mirarme, se le empezaba a notar la lágrima que le caía del ojo. Me entrego su mano.

-Ven conmigo, Elliot. Olvídate de reyes, ¡tú mismo me lo dijiste!

Miré su mano. Quería, te podría jurar que quería, no voy a decir la tontería de que no me debía ir, pero si te diré que necesitaba lo que Dylan me ofrecía. Quería saber la verdad.

Aparté mi cara y miré a otro lado.

-Entiendo –dijo Tahiel mientras, con la mano que me había ofrecido, la volvía a poner en las riendas y empezaba a galopar-.

Volví mi vista hacía Tahiel, y lo veía, galopando, cada vez más lejos de mí. Nunca creí que esto pasaría, en absoluto.

-Adiós, Tahiel –dije para mi mismo antes de romper en llantos-.

Pero noté que alguien me abrazaba por la espalda.

-No pasa nada –me dijo Loki-.

Tampoco es que considerar a Loki del todo un amigo mío, pero su voz era notable. Me giré hacia él, mirándolo de frente, y me volvió a abrazar. Nos quedamos en silencio un rato, lo único que lo rompía eran mis llantos, es genial ser un rey de reyes, ¿no?

Pasó un día, y yo debía seguir con mi vida, así que me dirigía a las afueras para recoger mi caballo, que en teoría tendría que estar ya preparado con todo lo que necesito para subir la montaña Astrich. Al salir vi que al lado del caballo estaba Loki, y nadie más.

-¿No deberías estar robando pan? –Dije en tono burlón-.

Él se rió.

-¿Y tú no deberías estar con Tahiel?

Por un momento sentí rabia al ver que él opinaba sobre un tema que no conocía. Pero después me calmé al ver que me daba un pequeño abrazo. ¿Cómo se supone que me tengo que tomar esto? Quizá él pensó que me ayudaría a reflexionar aquellas palabras.

-Toma –dijo entregándome las riendas y poniendo sus manos juntas para ayudarme a subir-. Pon tu pie aquí y yo te ayudaré a...

-Ya sé cómo va –dije nervioso-.

Me subí al caballo y miré a Loki.

-¿Estás bien? –Me preguntó-.

Sinceramente no, nada bien. Absolutamente nada bien.

-Sí, sí, estoy bien –dije sonriendo para no preocuparle-.

-Me alegro. Ya nos veremos.

-Sí, nos vemos.

El Rey PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora