Capítulo 13

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-¡Despierta, Anikin!

Al abrir mis ojos pude observar a mi amigo Tahiel con una larga sonrisa en su cara, intentando despertarme, obviamente. Pero hasta un nivel que se pasaba de pesado.

-¡Ya casi va a ser la hora de comer! La princesa aún no se ha despertado aún, ¿qué hicisteis anoche?

Con esto último supongo intentó ocultar algo con una sonrisa, pero no lo consiguió, o por lo menos, no para mí. Supongo que ya te imaginarás a lo que me refiero.

-Nada, solo andamos por los jardines y se nos hizo tarde. Nada más. ¿Y tú?

-¿Yo?

-Vi a Asher salir del cuarto cuando yo entré, y era más de media noche, no puede ser que aún te llevara borracho a la habitación.

-No me acuerdo muy bien... aún me duele la cabeza.

-La resaca.

-Sí. Por cierto, tu padre vino antes y le dije que estabas dormido, no se lo tomó muy bien.

-Que se lo tome como quiera –dije poniéndome la última zapatilla en mi pie derecho-.

Tahiel se quedó en silencio. Totalmente en silencio.

-Oye, ¿sabes porque Darkour es tan fuerte?

-No, ¿Por qué?

-No era una pregunta retórica, sino para que me contestaras.

-Pues... supongo que por su armamento.

-¿Armamento? ¿Qué clase de armamento?

-En su tierra hay gran cantidad de hierro y acero, perfecta para crear muchas armas para soldados y nuevas armas más útiles. Los demás reinos envidian su poder bélico.

-Parece intimidante.

-Yo diría que incluso es la primera potencia mundial –miró el reloj-. Tenemos que irnos, príncipe.

-¿Adónde?

-Al país de Nunca Jamás. ¿Tú qué crees? Pues a comer. No hace falta ser un genio para saberlo.

-Los desayunos los traen las sirvientas a la cama.

-¿Enserio?

-¿Ves esa cuerda que esta a tu derecha?

-Sí, la veo.

-Pues tira de ella y la sirvienta vendrá con la comida.

-Entonces... ¿es para el servicio?

-No, es la llave que abre la puerta a Nunca Jamás.

-Vaya, que práctico –dijo tirando de la dichosa cuerdecita-. Me encanta esto, podría acostumbrarme –dijo esta vez tirándose encima de su cama y poniendo ambas manos detrás de su cabeza-.

-Pues no te acostumbres tanto, no tengo intención de quedarme en Luminia mucho más tiempo.

-¿Y por qué tendría que acompañarte yo?

Me quedé mirándolo extrañado. Me resultaba curioso que me hubiera contestado de ese modo. Y más siendo Tahiel.

-Es lo que tú dirías.

-¿Suena tan borde normalmente?

-Incluso peor.

En ese mismo instante llamaron a la puerta.

-Ve a abrir, Anikin.

-No me llames Anikin.

-¿Por qué? Es tu verdadero nombre.

El Rey PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora