-¡Despierta, Anikin!
Al abrir mis ojos pude observar a mi amigo Tahiel con una larga sonrisa en su cara, intentando despertarme, obviamente. Pero hasta un nivel que se pasaba de pesado.
-¡Ya casi va a ser la hora de comer! La princesa aún no se ha despertado aún, ¿qué hicisteis anoche?
Con esto último supongo intentó ocultar algo con una sonrisa, pero no lo consiguió, o por lo menos, no para mí. Supongo que ya te imaginarás a lo que me refiero.
-Nada, solo andamos por los jardines y se nos hizo tarde. Nada más. ¿Y tú?
-¿Yo?
-Vi a Asher salir del cuarto cuando yo entré, y era más de media noche, no puede ser que aún te llevara borracho a la habitación.
-No me acuerdo muy bien... aún me duele la cabeza.
-La resaca.
-Sí. Por cierto, tu padre vino antes y le dije que estabas dormido, no se lo tomó muy bien.
-Que se lo tome como quiera –dije poniéndome la última zapatilla en mi pie derecho-.
Tahiel se quedó en silencio. Totalmente en silencio.
-Oye, ¿sabes porque Darkour es tan fuerte?
-No, ¿Por qué?
-No era una pregunta retórica, sino para que me contestaras.
-Pues... supongo que por su armamento.
-¿Armamento? ¿Qué clase de armamento?
-En su tierra hay gran cantidad de hierro y acero, perfecta para crear muchas armas para soldados y nuevas armas más útiles. Los demás reinos envidian su poder bélico.
-Parece intimidante.
-Yo diría que incluso es la primera potencia mundial –miró el reloj-. Tenemos que irnos, príncipe.
-¿Adónde?
-Al país de Nunca Jamás. ¿Tú qué crees? Pues a comer. No hace falta ser un genio para saberlo.
-Los desayunos los traen las sirvientas a la cama.
-¿Enserio?
-¿Ves esa cuerda que esta a tu derecha?
-Sí, la veo.
-Pues tira de ella y la sirvienta vendrá con la comida.
-Entonces... ¿es para el servicio?
-No, es la llave que abre la puerta a Nunca Jamás.
-Vaya, que práctico –dijo tirando de la dichosa cuerdecita-. Me encanta esto, podría acostumbrarme –dijo esta vez tirándose encima de su cama y poniendo ambas manos detrás de su cabeza-.
-Pues no te acostumbres tanto, no tengo intención de quedarme en Luminia mucho más tiempo.
-¿Y por qué tendría que acompañarte yo?
Me quedé mirándolo extrañado. Me resultaba curioso que me hubiera contestado de ese modo. Y más siendo Tahiel.
-Es lo que tú dirías.
-¿Suena tan borde normalmente?
-Incluso peor.
En ese mismo instante llamaron a la puerta.
-Ve a abrir, Anikin.
-No me llames Anikin.
-¿Por qué? Es tu verdadero nombre.
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El Rey Perdido
FantasySupongo que esperarás que presente una historia. Pero nadie es capaz de resumirte una historia como esta. Absolutamente nadie. Pero si decides abrir las páginas y saber más sobre mi vida... créeme, será mejor que te prepares antes. Fantástica port...