Capítulo 14

59 10 0
                                    

Seguí caminando sin rumbo alguno, solamente pensaba en mis cosas y en todo lo que había pasado. Debo admitir que me encantaban este tipo de paseos. Pero algo lo interrumpió, eso ya no me gustaba tanto. Pero lo que me había interrumpido tampoco es que fuera desagradable, o por lo menos no desde mi punto de vista. En fin, a lo que iba. Vi, a través de la ventana del gran pasillo, a Iris, peleando contra alguien. Supongo que estaría entrenando. Pero me parecía extraño que dejaran entrenar a una mujer, sobre todo si es princesa. Así que sin más dilación, bajé por las escaleras hasta el pequeño patio interior. No me costó mucho tiempo, que digamos.

-Tienes que elevar más el brazo cuando vayas a luchar –dijo el hombre con el que, obviamente, estaba enzarzando una pelea-.

Ella sudaba como si fuera un mar y apenas podía respirar, el hombre ese lo notó, pues le dijo que harían un descanso. Al bajar el arma se giró, supongo que para encontrar los bancos que estaban a mi derecha, y me vio, se acercó y, obviamente de nuevo, me saludó.

-Hola, Anikin.

-Hola –dije levantando la mano, fue un segundo un tanto incómodo, así que decidí sacar conversación-, ¿entrenas?

-Sí, aunque ahora estoy en un pequeño descanso.

-No sabía que a las princesas se les permitía luchar.

-En verdad no se les permite, solo pueden luchar las Guerrier.

-¿Las Guerrier?

-Son como mujeres soldado, pero solo se pueden dedicar a la protección de alguien importante. No pueden luchar en guerras ni tienen poderes como los Protéctor.

-Como escoltas.

-Sí, exacto.

Al ver como había luchado antes me apetecía probarla a una batalla contra un Ignis. Ignis y Luminia juntos en una pelea... créeme, no era la primera vez que ocurría algo así.

-¿Te apetece luchar contra mí?

-Qué gran honor que me lo pida, príncipe de Ignis –dijo con una sonrisa mientras, a su vez, hacía una reverencia, por favor nota su la ironía, mi humilde observador-.

-Pues no se hable más.

Iris dejó el vaso de agua encima del banco y blandió su arma, una hermosa espada blanca y dorada, dorada como su cabello y blanca como su uniforme.

-Bonita espada.

-Es una Espada de Reyes, se llama Light.

Las espadas de reyes son espadas, sin más, solo que estás son muy hermosas y se pasan de generación en generación a través de los reyes de los distintos reinos.

-Toma –dijo el chico de antes-.

Me entregó otra espada a mí, peor que la suya, era de esperar, pues nada se le puede comparar a una Espada de Reyes. Porque a pesar de que son más bonitas, fueron hechas con Lyn, un material muy fuerte pero a la vez ligero, y, además, permite usar la magia con mayor facilidad. Supuestamente ya no queda Lyn en el mundo, nuestros ancestros lo usaron para crear esas espadas. Pero el mundo no es un pañuelo.

-No creo que te pueda conseguir ventaja con esta espada.

-Sigues teniendo magia.

-Pero seguiría sin ser justo.

-Los combates nunca son justos.

Ahí tenía que darle la razón.

-¡En guardia! –Dijo el hombre con la mano en alto, preparándose para cuando tuviera que dar la salida-. ¡YA!

El Rey PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora