Capítulo 19

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Tahiel y yo nos encontrábamos bajando las escaleras dirección a su querida comida familiar.

-Oye...Elliot... -dijo mientras me cogía de la mano y me paraba-. ¿Estás bien?

-Mejor que nunca.

Quise darme la vuelta para proseguir pero él me volvió a parar.

-Has estado fingiendo que nada de eso ha pasado.

-Quiero fingir que el Tahiel del que me enamoré es el mismo que el que tengo delante.

-Elliot... yo..., te mentí. Es cierto. Te mentí sobre quién era pero no te mentí cuando te dije que me gustaba la playa o me apasionaban los gatos. Hace tiempo que dejé de verte como un objetivo, mi amor hacia ti es real, Elliot.

No intentes convencerme de algo así, Tahiel, De verdad, solo lo empeorarás.

-Aparte de tu identidad... ¿me mentiste sobre algo más?

Quería saber más, si de verdad me enamoré de un personaje, me iría y no volvería a aparecer por allí.

-No, si te soy sincero al mes de conocerte ya empecé a quererte. Sufría cuando recordaba que tendría que volver para ocupar mi lugar y olvidarte a ti. Pero ahora estás aquí conmigo –dijo mientras me cogía de las manos-. Ya nada de eso va a cambiar.

Cada vez que decía alguna palabra sentía como si fuera a mentirme de nuevo. No me parecía sincero, desde mi punto de vista. Su brillo en los ojos me inquietaba. Cuando te enamoras de alguien en verdad ves como es esa persona, yo quise a un Tahiel campesino, en teoría debería darme igual si es un príncipe o no. Pero si me mintió quien sabe lo que podría hacer en un futuro. En el fondo le quería, supongo. Pero no creas, ya no estoy seguro de nada.

-Yo también te quiero a ti, Tahiel.

-Pues bésame.

Me acerqué pero...

Solo le pude dar un beso en la frente. Confusión. Si tuviera que describir lo que siente sería esa palabra. Sé que antes lo había besado incluso sin haberme pensado esto pero... quizá lo hice para fingir que nada de eso había pasado. Lo siento, no puedo aceptar la realidad tan deprisa. Puede que tú si lo hubieras hecho, mi queridísimo observador. Porque ahora mismo solo estás tú para mí.

Bajamos a la mesa, ya estaban todos sentados, el rey estaba en la punta, Tahiel se sentaba a su derecha, el cual yo me sentaba a la derecha de Tahiel, y la madre de él a la izquierda de su padre, y el tal Axel a la izquierda también, pero de su madre. Con las posiciones dichas creo que ya deberíamos de continuar.

Axel no tenía pinta de niño malo como me dijo Tahiel, a diferencia de él, que era rubio, este tenía el pelo negro y ojos marrones. Tahiel había salido a su madre, eso estaba claro, y Axel a su padre.

-¿Eres un Sinex de Ignis no? –Preguntó Axel-.

-¡Axel! –Dijo Lleida riñendo a su hijo-.

Esto no me gusta.

-¿Qué? No pasa nada. Quizá nos está mintiendo para salvar su pellejo, demuéstranoslo. Demuestra que eres de Ignis.

Acabé de comerme un bocado de la ternera que tenía en el plato, y posteriormente le contesté.

-¿Qué quieres que haga? ¿Quemarte el culo?

Él me miró con duda y se echó atrás en su asiento.

-Si es la única forma de demostrar que eres un Sínex...

-No voy a utilizar fuego en un castillo.

El Rey PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora