Capítulo 11

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-¡Príncipe Anikin!

Al girarme después de literalmente 2 horas buscando a Tahiel por el amplio castillo, acabó encontrándome él a mí.

-Por fin te encuentro, yo también te buscaba a ti.

-Pues ya me ves.

Empezaba a hiperventilar, y apoyó sus manos en las rodillas para calmarse y respirar mejor. A lo que yo solo pude esperar a que estuviera listo para hablar.

-Ahora solo nos falta Tania, ¿la has visto? –Dije-.

-No, no la he visto desde que se la llevaron. Busquémosla mientras hablamos.

-¿Hablar?

-Todo el castillo habla de la reunión de los Ignis, ya sabes, tu hermano, tu padre y tú en el Salón del Trono de Luminia.

-Que rápido circulan las noticias por Luminia. En Ignis tardabas un día por lo menos en enterarte.

-Luminia es otro mundo. También se habla de otra posible boda, pero esta con la hija del rey. Y dicen... que serás tú el que se case con ella –dijo mientras se le rompía la voz-.

Tahiel se paró de repente.

-¿Es eso cierto?

Quería tranquilizarlo, pero dijera lo que dijera eso no lo tranquilizaría del todo. Creo que es bastante obvio.

-Eso lo organizó mi padre con el rey. Yo no tengo nada que ver. Quiere que me case para forjar la alianza mayor, pero no tengo intención de hacer eso, ni la más mínima.

Y no mentía, casarme con alguien que no conozco y encima es de Luminia, ¿acaso está loco?

Tahiel dejó de mirarme a mí para ver el pasillo que tenía enfrente suya, y volvió a caminar, como si nada, aunque ahora algo más lento.

-Lo siento, no tendría que preguntarte esto. Solo soy un campesino.

Solo pude cogerle del brazo y pararlo. No tengo palabras para decir porque hice esto, simplemente lo hice. Solo lo hice.

-También eres mi amigo. Da igual que no nacieras en un castillo. Créeme, es lo mejor que te podía haber pasado.

Él sonrió. Me alegró verle así, creo que es la primera vez que sonríe de verdad por algo bonito que le he dicho en todo el tiempo que llevo desde que lo conocí. Y espero que no sea la última.

-Tú también eres mi amigo –dijo poniendo su brazo en mis hombros, eso hizo que me agachara un poco, Tahiel no es tan alto-.

-¡Hey, chicos!

La voz de Tania retumbó en todo el pasillo. Eso hizo que prestáramos atención.

-Llevo mucho tiempo buscándoos –dijo mientras andaba hacia nosotros-.

-Justo nosotros también te buscábamos a ti –esto lo dijo Tahiel, yo apenas podía pronunciar palabra por todo lo que acaba de pasar-.

-Dentro de poco estará la cena, tenemos que ir al salón, han puesto ya la mesa y todo. Vamos. Esta al final del pasillo, bajando las escaleras.

Tania se nos adelantó unos cuantos pasos, lo suficiente como para que no oyera lo que Tahiel me dijo.

-Me alegra que hayas cambiado.

-¿Cambiar?

-Sí, ahora mismo hay alguien más que te importa y que no seas tú. Y me alaga que sea yo –dijo con un tono de un tanto... burlón pero agradable-.

El Rey PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora