Capítulo 17

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-Elliot..., Elliot, despierta.

Al abrir mis ojos vi a Tahiel, ya vestido, moviéndome lentamente para despertarme. Como era obvio.

-Es demasiado temprano –dije como pude, pues el cansancio me superaba-.

-Ya, esa es la idea, principito.

Empezó a tirar de la manta y de repente mi cuerpo se congeló.

-Joder, Tahiel... -dije susurrándole-.

-Vamos, arriba.

Tarde 3 minutos, contados por el reloj de la habitación, en vestirme, debido a que Tahiel, que no dejaba de meterme prisa. Era un puñetero pesado. Sigo sin saber porque estoy haciendo todo esto, supongo que será por él, como intenté convencerme anoche. Al abrir la puerta y salir por el castillo estuvimos andando en silencio.

-He dejado a los caballos con todo preparado en unos árboles dentro de la muralla –dijo mientras abría la puerta del castillo trasera para salir por ahí-.

El tema de cómo llegamos hasta allí... creo que te aburrirías si te lo contara. Tan solo bajamos unas cuantas escaleras y pasamos por unos cuantos pasillos. Créeme cuando te digo que parecía que este castillo no tenía nada más.

-Seguimos teniendo el problema de la puerta exterior, hay guardias custodiando cada una.

-No te preocupes, tengo un plan.

De sus planes no podía salir nada bueno, aunque tampoco es que los míos fueran mejores. Mi plan seguramente hubiera sido quemarles vivos, así que mejor lo dejo en sus manos.

-Toma –dijo entregándome las riendas del caballo-.

-¿Por qué has elegido caballos marrones?

-¿Tienes algún problema con el color marrón?

-No, yo solo preguntaba.

Sinceramente me gustan más los caballos negros.

-Los caballos marrones –dijo subiéndose al suyo- se camuflan mejor con el ambiente.

-Tiene sentido –le dije subiéndome al mío-.

En parte si que lo tenía, aunque los negros son mejores.

Galopamos hasta la puerta del castillo que daba con el camino del Rico, allí habían unos guardias que custodiaban la gran puerta de rejas. Como era de esperar, nos pararon, uno de ellos levantó la mano y Tahiel se paró cerca suya, yo, en cambio, estaba un poco más atrás, mirando disimuladamente al otro guarda. Tahiel le entregó una especie de... papeles, y automáticamente abrieron la puerta. Salimos galopando como si no hubiera un mañana. Supongo que esto se puede considerar una aventura.

-¿Te apetece descansar un rato? –Me preguntó Tahiel después de un largo y largo tiempo cabalgando-.

-Me parece bien.

-Si seguimos este ritmo al anochecer habremos llegado al sendereo Atronador.

Asentí ante su plan. No sabía que decir, y mucho menos que pensar. Esto me seguía pareciendo una locura. No tengo ni idea de por qué Tahiel quiere aliarse con Darkour, y lo peor es que me usa a mí para su negociación. Al bajar de los caballos les atamos a unos árboles, sacamos un poco de comida y desayunamos. Te recuerdo que nos hemos levantado bastante pronto.

-No nos quedaremos mucho rato, ya deben haberse dado cuenta de que hemos desaparecido.

Yo solamente me encontraba sentado debajo de un árbol mirando el pan que me había dado, sin expresar emociones. Ninguna.

El Rey PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora