Capítulo 16

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Me ponía bien la manga de mi gran traje de lujo mientras bajaba las escaleras, directo al salón para el banquete. Al bajar se le notaba al servicio muy nervioso, no paraban de llevar bandejas de un lado para otro, corriendo más que caminando. Los reyes estaban comiendo en la gran mesa, junto a sus hijos y esposas. Aunque la única esposa que había era la de Aqua. Pues la mía murió y la de Iris y Asher más de lo mismo, o eso había oído.

-¡Anikin! –Dijo chillando Jeyden-. Siéntate aquí –dijo esta vez señalando la silla de su derecha, las posiciones eran las mismas de la otra vez, eso no me gustaba-.

Hice lo que me mandó y me senté. Y nada más hacerlo noté la mirada fulminante de Asher, estaría resentido, pero, sinceramente, me importa demasiado poco.

-¡Brindemos! –Chilló mi padre-. Por nuestros hijos, que son el futuro.

"Y espero un futuro mejor que el que tu diste" pensé. Todos alzamos las copas de vino y brindamos a petición de los tres reyes.

-¿Estás seguro de seguir tomando vino? –Pregunté susurrándole a Tahiel-.

-Te dije que no soy un niño, deja de actuar como madre –me dijo susurrándome a mí también-. Además, ya te tengo a ti para cuidarme –esta vez me guiño el ojo y yo solo le sonreí-.

Todos bebimos del vino, pero admitiré que espere a que bebieran todos antes de hacerlo yo, por si acaso alguien quisiera quitarme del medio, e hice que Tahiel siguiera mi mismo patrón.

En ese momento las fuertes charlas, e incluso los sirvientes, se detuvieron cuando escucharon a un hombre abrir las grandes puertas de repente. Vino corriendo hasta nosotros y se situó justo al lado del rey de Luminia. Parecía alterado.

-¡Señor! –Mientras chillaba hacía una reverencia, supongo que sería un mensajero-. Los nobles de Ignis han nombrado rey del castillo de Ignis al rey de Darkour.

Todos nos alteramos de repente. Desde mi punto de vista esto no había sido coincidencia. Era muy extraño. Demasiado. Confía en mí, soy extremadamente analítico en estos casos. Quizá, solo quizá, los nobles de Ignis tramaban algo.

El rey de Luminia se puso en pie y empezó a chillar a su general favorito que estaba unos cuantos asientos más lejanos de él.

-¡Refuerza las defensas! ¡Pon más patrullas! ¡Qué nadie abandone el castillo sin mi permiso!

El general se puso en marcha, no sin antes hacerle una reverencia.

-¡Sí, mi señor!

Y acto seguido se fue corriendo para avisar a todos los soldados.

Estábamos jodidos, o mejor dicho, estaban jodidos, pues a mí ni me iba ni me venía la política, yo solo era un simple prisionero de Luminia. Hijo de alguien importante, sí, pero seguía siendo prisionero.

El rey se fue junto a los otros reyes, y la gente empezó a levantarse y a moverse. Comprendían que ya se había acabado, pues ahora el reino no estaba en su mejor momento para fiestas. Ahora mismo el rey de Darkour era más fuerte con el reino y los nobles de Ignis a su lado. Tahiel y yo nos levantamos, al igual que el resto, y fuimos directos a nuestro cuarto, como todos los invitados.

-¿Qué vamos a hacer? –Me preguntaba mientras miraba sus manos sentado en la cama-.

-Ni idea.

-Tengo una ida, aunque parece una locura.

Sospecha, mi observador, porque yo lo haría.

-¿Y si nos aliamos con Darkour?

Su preguntaba me dejó sin palabras, ¿acaso le faltaba algo en su cabeza o qué? ¡¿Aliarnos con Darkour?! Ni de broma.

-No, no y no, no pienso aliarme, es más, no pienso meterme en esto, ¿quieren tierras? ¡Pues que se las queden! Yo soy feliz con una tienda de campaña en el bosque.

-Pero si Darkour conquista todo... no habrá sitio donde esconderse.

-¿Por qué crees que será Darkour quien gane?

-Créeme, lo sé.

Eso no me gustaba de Tahiel, él no era tan misterioso.

-¿Por qué piensas que Darkour nos aceptaría? Él me conoce, vino unas cuantas veces al castillo para negociar pactos de tierras con mi padre por temas limítrofes, ¡si hasta jugaba al escondite con su hijo!

-Pero tú tienes un gran poder. Persuádelo para que piense que te necesita, además, tú querías luchar contra tu padre y tu hermano. ¡Esta es tu oportunidad! ¡Tú no debes nada a nadie!

Rodé los ojos.

-Tahiel... no es tan fácil. Es cierto lo que dices. Pero tampoco quiero pelear.

Creo que tú también te has dado cuenta de algo, mi observador, pues analicé sus palabras con determinación, y en ellas pude ver que en ningún momento le dije que tenía tal poder. Nunca supo que yo era un Sínex.

-No elijas entre dos reinos, elígeme a mí, Elliot. Tengo aliados allí.

-¿Y qué pasa con Iris o Tania? Ellas son tus amigas.

-Sabes demasiado poco de la amistad.

-Tú eres mi primer amigo, así que puedes deducir que no se demasiado.

-Confía en mí y alíate con Darkour.

No sabía que decir, la verdad es que a mí me daba igual con quien aliarme, pero él se veía tan decidido... con una mirada penetrante.

-Está bien, si es lo que quieres... nos aliaremos con Darkour. Aunque no creo que esa sea la mejor idea.

No tengo intención de aliarme con nadie, era para que se callase, y para poder observarle. Tenía demasiado interés con Darkour como para dejarlo escapar. Dime tonto si es lo que deseas, pues aún así no dejaré de serlo.

-¿Por qué? La batalla de Darkour contra los otros reinos nos afecta a todos, hay que luchar en un bando, yo elijo Darkour. Estoy decidido.

-Yo iré donde tu vayas.

¿Qué esperaras que dijera, observador? A mí me da bastante igual donde estar, pues ambos bandos estaban igualados en poder y fuerza. Pero no quiero que Tahiel muera, es lo único que tengo claro ahora mismo. Lucharé por él, no por un absurdo reino.

Él me sonrió. Parece que incluso me había leído la mente.

-Gracias.

-No me las des.

Y él asintió ante todo.

-Mañana temprano nos marcharemos de aquí.

-¿Mañana? ¿Tan pronto?

-Sí, no hay tiempo que perder. Cogeremos unos caballos del establo y saldremos antes de la patrulla del alba, yo iré a por recursos a la cocina –dijo levantándose de la cama y dirigiéndose a dónde había dicho-.

Mañana sería un largo día. Pero él tiene mucho interés en Darkour y en la guerra. Aunque si... no, da igual lo que hiciese. En teoría tenía razón, una guerra mundial se acercaba y yo tendría que elegir un bando aunque no quisiera. Como ya he dicho antes, elijo a Tahiel. Total, tampoco hay mucho donde elegir. La suerte está echada.

El Rey PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora