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Hoy
Hospital General de Buenos Aires

La sala de espera está que revienta de gente. Todos los doctores corriendo hacia el quirófano. Chicas con los ojos hinchados y la voz entre cortada deseando que su amiga esté bien. Chicos que tratan de mantener la calma, para ser el soporte de las chicas. Una familia con el corazón roto.

Nadie tiene noticias de la chica argentina de veinte años que llegó al hospital junto a diez chicos más hace más de dos horas. La chica llegó en una ambulancia junto a dos de esos chicos. Llegó en un estado abrumador. Más pálida que la nieve, su respiración cada vez más débil, heridas al rojo vivo por todos lados. Perdió la conciencia justo unos segundos después de haber recibido el impacto que le provocó más de una factura.

Nadie sabía que hacer, todos estaban más preocupados que nunca. Sabían que su amiga, se debatía entre la vida y la muerte. Sus padres llegaron justo cuando había iniciado la operación. Nunca en su vida se habían sentido tan desesperados. Varios tenían la intriga de si había sido un accidente o el claro ejemplo de un acto bien planificado.

-Voy por una botella de agua, ¿alguien quiere algo?- preguntó una chica rubia, alta, de ojos marrones.

-No, gracias.- contestó un chico morocho, de cabello corto.

-Yo sí, ¿me puedes traer una botella de agua a mi también, por favor?.- hablo una chica de melena larga y negra.

-Sí, claro- contestó la rubia que estaba por salir de la sala de espera- ¿nadie más quiere algo?.

-Yo, un jugo de naranja, por favor.- dijo la bajita pelirroja, que estaba con los ojos hinchados tanto como la que había pedido agua.

-Sí, ¿a mi también me puedes traer un jugo de naranja?.- intervino un chico de rulos con la voz quebrada.

Los demás murmuraron por lo bajo un "no", "no, gracias", "ahorita estoy bien", "después", ó simplemente no mencionaron palabra alguna.

-Te acompaño.- anunció un chico de ojos verdes, cabello negro y que dejaba a la vista una barba de más de tres días sin afeitar. La rubia asintió con la cabeza y los dos desaparecieron de ahí.

El silencio se volvió a hacer presente. Nadie comentaba nada, se limitaban a derramar lágrimas, a sollozar o simplemente mirar hacia la nada en busca de una respuesta.

-Chicos- llegó el padre de la chica a la cuál estaban por terminar de operar- ¿alguien me quiere explicar que pasó?.- todos alzaron la mirada y con el alma en un hilo no contestaron nada.

-Por favor, no sabemos que es lo que le pasa a nuestra hija. Estábamos llegando a la casa para preparar la bienvenida cuando suena el teléfono comunicándonos que nuestra hija había tenido un accidente. Acá no nos dijeron nada. Pero, ustedes si que nos pueden decir, estaban ahí.- llega la señora la cual hace unos minutos rezaba por la vida de su hija.

-Leonardo, Patricia- habla apenas en un susurro una chica pelirroja tirandole al castaño. Sus rizos estaban enrredados en la chamarra de un chico de rulos castaños- tampoco sabemos que es lo que pasó.

-Pero, ustedes estaban ahí.- alzo la voz Leonardo.

-¡Si!, ¡estabamos ahí!- se exaltó una rubia de ojos azules que había estado apartada de todos al igual que un chico morocho de expresión seria- pero, fue todo tan rápido, no nos dimos cuenta del momento en que se apartó de nosotros. Cuando volteamos fue cuando la vimos tirada en el piso.

Se volvió a hacer el silencio. Minutos después llegaron los dos chicos que habían ido a la cafetería. Le entregaron a cada quien lo que había pedido y volvieron a sentarse en dónde se encontraban antes.

Te necesito (Aguslina) (TE #1) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora