48.

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Hoy

Agustín, Patricia y Leonardo buscaban a Carolina por todas partes, habían ido a cada una de las casas de sus amigos en busca de la morocha, hasta con familiares habían ido, pero en ningún lado habían rastros de la morocha. Estaban desesperados.

Leonardo sin poder aguantar un segundo más fue directo con la Policía, Carolina llevaba casi veinticuatro horas desaparecida, y no podían seguir sin hacer nada.

Patricia y Agustín estaban preguntando a los vecinos si habían visto algo extraño, que si en algún momento se habían percatado de la presencia de la chica y todos negaban. Estaban por llegar al punto en que sentían que perderían la cordura.

Tocaron la firme puerta de madera de la casa vecina, esperaban a que atendiera alguien, y cuándo estaban por marcharse, una chica les abrió, Patricia sabía que se trataba de Brenda, la chica que le ayudaba con la limpieza a Raquel.

-Hola, Señora Patricia.- saludó amablemente la chica de unos veinticinco años.

-Hola, Brenda- sonrió gentilmente y Agustín imitó su acción- ¿está Raquel?

-Sí, deje la llamó.- comentó y les indicó que entrarán.

Los dos pisaron el firme piso recién trapeado de la casa, todo estaba impecable, habían varias figuras de cristal y porcelana decorando el lugar, creyeron que un movimiento en falso y romperían algo.

Agustín observó detalladamente un cuadro que estaba colgado en medio de la pared color beige, estaban dos señores y en medio un chico, parecía de unos veintidós años. Se acercó para verlo más de cerca y en cuanto miro fijamente los ojos del chico de pelo negro retratado, sintió un nudo en el estómago y la imágen del sujeto que lo atacó hace tres meses llegó a él.

Esos ojos grises, sabía que los conocía, eran idénticos a los del sujeto que le había enterrado una navaja en su estómago.

-Patricia- llamó a la señora y esta se acercó- ¿quién es él?- preguntó mientras señalaba la pintura frente a ellos.

-Es el hijo de Raquel y José, ¿por qué?- Agustín estaba por decirle lo conocido que se le hacía cuando notaron la presencia de la mujer de la pintura.

-Patricia, querida- llegó para abrazar a su amable vecina- ¿qué te trae por aquí?- preguntó entusiasmada por la visita de su vecina.

-Temo decir que no es por algo bueno- Raquel de inmediato cambió su expresión por una más preocupada- se trata de Caro.- dijo y sintió que en cualquier momento rompería en llanto.

-¿Qué pasa con Caro?, ¿está bien?- siempre quiso a la morocha, en todo momento la imaginaba como novia de su hijo, creía que harían linda pareja.

-No- dijo con la voz en un hilo la mamá de la morocha- está desaparecida, no sabemos dónde está.- dijo y sin poder resistir una vez más rompió en llanto.

-¿Qué?, ¡Ay no! ¡que tragedia!, ¿cómo pasó?- preguntó alarmada.

-Discutí con ella y simplemente tomó sus cosas de mi departamento y se fue- habló el morocho y Raquel lo miró de pies a cabeza, no le agradaba el chico, sabía que le estaba mintiendo a la morocha y no sólo eso, no le agradaba que fuera "novio" de Carolina- la estamos buscando por todo el vecindario, no sé si usted la haya visto.

-Así que todo esto es tu culpa.- declaró la señora castaña de unos cuarenta años.

-Raquel...- intervino Patricia el ver el rostro afligido del morocho.

-Perdón, pero si Carolina se ha ido, es porque quiso, y lo que quería era estar lejos de este muchachito- declaró con despreció y las palabras sólo hacían que el cordobés se sintiera peor- pero no, no he sabido nada de Carolina, no la he visto.

Te necesito (Aguslina) (TE #1) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora