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Hoy [28 de febrero]

Carolina iba junto a sus papás, se sentía tan dichosa de por fin después de tanto tiempo, sentir el contacto de sus pies contra el piso. Su sonrisa era magistral y no se le borraba por nada. Sus padres, agradecían que después de tanto tiempo, al fin su hija fuera plenamente feliz, su sonrisa era la más hermosa que habían visto en su vida y ya la echaban de menos.

La morocha no quería dejar de caminar, disfrutaba tanto el sentir la fría brisa sobre su cara mientras al fin sus pies podían volver a sentir lo duro que es el pavimento. Quería ir corriendo con Agustín, sabía que estaría más que contento de verla en pie, sin la ayuda de dos estorbosas muletas. Al fin su vida volvía a ser la de antes.

-Mamá, papá, quiero ir con Agus.- anunció la morocha.

-¿Ahora?, pero dijo que iría a verte en la noche.- comentó Patricia y tomó la mano de su pequeña, habían veces en que se odiaba por mentirle a su hija, pero verla tan feliz no se comparaba con nada, y aquel cordobés a pesar de todo, era quién realmente la hacía feliz, le daba esperanza de seguir y de no rendirse.

-Sí, no aguantó más, quiero que me vea caminando.- estaba más que contenta la morocha, y nadie le sacaría de la cabeza esa idea.

-Bien- suspiró resignado Leonardo, sabía que no dejaría de insistir hasta que aceptarán- vamos.

Carolina sonrió ampliamente, subió al asiento trasero de la minivan de su papá, y ansiosa espero el momento en que su papá aparcara frente al edificio de Agustín.

Minutos después, habían llegado, Carolina se miró una última vez en el espejo retrovisor, se sentía bastante bien, y había logrado reflejarlo.

-Si Agus no te puede llevar a casa, nos marcas, nada de querer irse en taxi y mucho menos caminando.- dijo serio el señor una vez que su pequeña hija le dio un beso en la mejilla.

-Sí, no se preocupen.- esta vez dio un beso en la mejilla de su mamá y una vez que los dos señores se despidieron de ella, con cuidado salió de ahí, fue directo al edificio y una vez que el portero le abrió, tomó directo las escaleras, quería usar sus pies toda la vida, no quería volver a dejar de caminar ni un segundo.

Llamó a la puerta, se escuchaba música en el interior del lugar, pero nadie abría. Comenzó a insistir más y más, y hasta el tercer intento fue que alguien abrió la puerta.

No la conocía, era una chica alta, bastante, medía diez centímetros más que la morocha, era pelirroja, sus ojos verdes, eran maravillosos, sintió que se perdía mientras los observaba detalladamente. Llevaba un short de mezclilla que dejaba a la vista sus largas y esbeltas piernas, su crop top sólo la hacía sentirse robusta a lado del vientre plano de la chica.

-Hola.- saludó la chica, mostró su perfecta fila de dientes brillosos. Carolina se sintió tan inferior a lado de tan perfecta chica.

-Hola- miró una vez más a la chica, era hermosa, ¿qué hacía en el departamento de Agustín?- busco a Agustín, pero creo que me he equivocado.- deseaba que fuera eso.

-No, no, no te has equivocado- anunció la pelirroja y Carolina maldijo cuando se estaba dando la vuelta- él está en la cocina- la morocha asintió, necesitaba rápido una explicación- ¿quién eres?

-Carolina, la novia de Agustín.- trató de realzar las últimas palabras. La pelirroja de inmediato se puso tensa, recordaba perfectamente bien a la morocha, Agustín hablaba de ella como si fuera la octava maravilla del mundo, pero no tenía idea de que fuera su novia.

-Vaya, no sabía que tenía novia.- esta vez Carolina se puso tensa, no le agradaba la chica que tenía frente a ella.

-Que extraño- anunció la morocha- todo el tiempo lo anda diciendo, aunque no me sorprende porque nunca me ha hablado de ti- la pelirroja hizo una mueca, que irritante era esa morocha era en lo único que podía pensar- ¿cómo te llamas?- se cruzó de brazos y una vez más vio de pies a cabeza a la chica, ¿cómo podía ser tan hermosa?

Te necesito (Aguslina) (TE #1) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora