Entramos a la oficina de la secretaria y nos sentamos en unas sillas que daban hacia su escritorio. Ella alzo la vista, era una chica muy joven, bien podría ser cuatro años mayor que yo. Con sus ojos azules claro me inspecciono y luego sonrió ampliamente. Tal vez yo era su conocida. O quizá habíamos sido las mejores amigas, pero yo no recordaba nada. Lo último que recuerdo, de mi miserable vida, es que mi madre me había comprado un boleto de avión para viajar a Inglaterra, con mi padre. Y después, un día despierto y estoy en un hospital, con Scott a mi lado, contándome una historia que supuestamente me sucedió a mí. Una historia imposible de creer. Me levanto y mágicamente estoy en Inglaterra, con miles de conocidos, y peor aún, me dicen que tenía un novio…
-Srta. Anderson –dijo la secretaria sonriendo aun y sacándome de mis pensamientos. Levante la vista y la mire expectante –Aquí tengo su horario de clases, papeles, documentos, y todo lo necesario para que se vuelva a sentir como en casa –rio por un momento –Lo siento, es que es irónico –dijo sonriendo mientras una lagrima corría por su mejilla, la cual la removió rápidamente –Es que… usted está en casa, soy… Me llamo Clara.
Asentí educadamente y tome mis papeles. Y después de una sonrisa me voltee para alejarme.
-Ahí también vienen los papeles del joven Parnell –dijo Clara.
-Gracias –dije sin voltearme y mirando los muchos y diversos papeles.
Salimos y pude ver que en una carpeta azul decía grabado “CONOCIDOS” y al abrirla vi la foto de un chico con ojos cafés y cabello castaño. Cerré la carpeta. Esto me iba a ayudar a recordar. Se suponía que la debía revisar, pero podía esperar para revisarla. En la noche lo revisaría.
-¿Quieres ir por un helado?
-Claro –sonreí –Pero ¿sabes dónde hay un puesto de helados?
-No –dijo Scott mirándome –Pero podemos ir por un taxi… y que nos lleve por unos helados
Asentí y tomamos un taxi. Recordé al chico de ojos verdes mientras estábamos en camino a los helados. Y por alguna razón sentí algo en el estómago, algo que hace mucho no sentía, y una sonrisa se formó en mi cara. Como es que me sentía tan unida a él y ni siquiera lo conocía… Le reste importancia cuando Scott bajo del taxi, y juntos entramos a una heladería.
-¿Y los papeles? –dijo Scott cuando ya estábamos sentados comiendo nuestros respectivos helados.
-En la bolsa que traje –señale la bolsa.
Asintió y siguió comiendo de su helado. Después de tres horas de estar recordando viejos tiempos, hablando de cosas, haciendo intentos por que recordara algo, literalmente nos echaron del lugar.
-Hola –dijo una señorita –Se les informa que estamos a punto de cerrar, y son los últimos clientes –mire a mi alrededor, si eramos los únicos, y aparte ya se había vuelto de noche, mire mi reloj, las ocho de la noche.
-Paso rápido el tiempo –le dije a Scott mientras nos parábamos.
Subimos a otro taxi y le di la dirección de mi casa. Y cuando llegamos había un deportivo negro parado en la calle.
Y en mi mente salió una imagen. Yo y un chico, no recuerdo su cara, pero si recuerdo que nos decíamos que nos queríamos, y el chico me agarraba de la cintura, y yo lo abrazaba del cuello. Y justo cuando nos íbamos dar un beso regrese a la realidad, y por la ventana pude ver una silueta, era de un chico, podía estar segura.