Alguien toco la puerta, y Salí de mis recuerdos.
La puerta se abrió poco a poco dejando ver a Niall detrás
-¿Puedo pasar? –pregunto
-Claro –dije sonriendo a pesar de que me sienta peor que una mierda.
-Quien era… -se acercó a mi cama, tratando de recordar el nombre del chico
-¿Nicolás? –dije yo
-Él -asintió
-El encargado de hacer que para mí el amor sea una estupidez
-Él… él fue tu novio…
-Que me engaño –complete
-¿Por qué no me dijiste antes? O hubiera matado y e hubiera largado de aquí con una pierna rota y sin dos dientes
-Ojala –dije sonriendo
-No llores –dijo pasando sus dedos por mis mejillas para remover mis lágrimas –Porque si no te besare y me vas a pegar
-No me hagas reír –dije riendo
-Sabes que no te besaría ni aunque me dieran un millón de dólares. Qué asco.
Y comencé a volver a llorar, por alguna razón tome su “qué asco” con sentido a que le daba asco y eso me dolió mucho
-_______ {tn} –dijo –No llores. Lo de idiota ese ya paso. Además, tienes a Harry
-¡Cállate Niall! –Dije llorando –No hables más.
Asintió acostándose en mi cama, y yo me recosté también, puse mi cabeza en su pecho y lo abrace. Él también me abrazo y con una de sus manos comenzó a masajear mi cabeza.
-Harry me engaña –dije en un susurro
-¿Qué? –dijo Niall moviendo su cabeza para mirarme
-Harry –dije un poco más alto con la voz quebrada –Él me engaña…
-¿Qué? –Repitió ahora incrédulo –Como… ¿Por qué?
-Yo no sé porque me engaña –dije frunciendo el ceño –Pregúntale a él
-¿Estas segura?
-Si –dije durativa
-¿Lo has visto con otra?
-No
-¿Entonces?
-Lo llamo una chica al teléfono, y como lo olvido en mi bolsa conteste, se llama Susanne. Es una chica
-¿Y si es su tía? Es como si yo olvidara mi teléfono en el bolso de Alicia y luego tú me llamaras. No eres mi amante ¿o sí?
-Pues… no
-No crees un huracán donde no lo hay, mejor asegúrate que te está engañando, y cuando estés segura los dos le rompemos la cara.
-Está bien –dije riendo
-Ahora me voy a dormir -dijo levantándose –Si necesitas algo me hablas –sonrió y me dio un beso en la frente –Descansa
Asentí. Niall salió de mi cuarto y yo me quede pensando en lo que había dicho. Quizá era verdad, tal vez él no me engañaba. Pero no podía hacerme esperanzas, no después de lo que me había hecho Nicolás. Me quede un momento mirando el techo. El recuerdo de día de mi cumpleaños número 16 volvió a mi mente.
*FLASHBACK*
Salí del edificio con las lágrimas nublándome la vista. No podía ser posible, en mi cumpleaños, en un centro comercial, con una chica hermosa. Y peor aún ¿yo a otra? Eso no era posible. Simplemente no era posible. ¿Cómo no me había dado cuenta? Casi un maldito año, engañada, siendo yo la otra, la zorra que se metió con el chico en relación. La estúpida que pensó que el amor era para siempre. La idiota que o entrego todo sin darse cuenta que lo estaba hachando a un hoyo negro sin fin. La chica que creyó que las historias de amor si existían. La pequeña inexperta que quiso vivir algo que no era destinado para su edad. La niña que creyó que el amor era como lo contaban las películas de Disney. Que todo era tan fácil como aplaudir, sin darse cuenta que hay personas que no tienen manos, y que les es imposible aplaudir. Que pensó que todo estaba redactado como en los libros, que la vida ya estaba predestinada, sin saber que el destino lo puede cambiar todo, que de un momento a otro todo puede cambiar, que no tienes control absoluto de tu vida, ni de tu futuro. Aquella chica que creyó encontrar el amor, cegada por un sentimiento que ni siquiera es real, un amor que no es real. ¿El amor? El amor no existe. En realidad nunca existió. Simplemente es una ilusión que te creas sobre una persona del sexo opuesto, y como siempre, nunca te corresponde. Simplemente es una actividad que crea tu mente e incluye los sentimientos para no estar aburrida. El amor es la mayor estupidez que se creó. Pero esa chica era yo. No soportaba todo el dolor que sentía. Y en ese momento, cuando escuche el claxon sonar, jure a mí misma que nunca me volvería a enamorar.
*FIN DE FLASHBACK*
Y entonces no recordé nada más, así como muchas partes más de mi vida había olvidado. Deje de darle vueltas al asunto y me senté en mi cama. ¿A qué se refería Scott con lo de “perdóname por ocultártelo? ¿Qué me ocultaba?
Mire hacia mi tocador, la mesa donde había un enorme espejo con bordes blancos hueso, mi desodorante, mi perfume, mi talco, cremas, maquillaje, y muchas cosas más. Y en una esquina… un celular negro. Todavía era temprano, pero yo tenía sueño por todas las emociones encontradas. Me sentía agotada. Pero antes tenía que hacer otra cosa.
Me baje de la cama y camine a tocador, tome el celular y lo desbloquee, me fui a mensajes, había mensajes de su hermana, de su madre, su papá, míos… y entre tantos encontré os de contacto “Susanne”. En otras ocasiones me hubiera puesto a pensar si era buena idea ver sus mensajes, no quería parecer una novia celosa o desconfiada. Pero a estas alturas me importaba un bledo. Abrí los mensajes de la mujer.