Cerré los ojos de la frustración.
-Come, que tenemos que ir a la escuela por el material –le dije llevando mi plato al lavatrastos.
-¿Y si vamos mañana?
-Mañana no va a estar la secretaria
-¿Pasado mañana?
-Yo no puedo –lo mire a los ojos –Cena familiar. Y no, no estas invitado Scott, solo Maura, Niall, papá y yo.
-¿Y al día siguiente?
-Entramos a clases, querido, así que come, y te cambias de ropa. No iras con la piyama.
-Tú sigues en piyama –dijo apuntándome con la cuchara
-Me iré a cambiar
-¿Quieres ayuda? –dijo mirándome pícaramente
-No gracias –dije mirándola serio. Se levantó y dejo su plato vacía en donde hace unos momento yo había dejado el mío, y después me hizo cosquillas. No pude evitar reír –Mueve tu trasero hasta el auto –dije aun sonriendo –En cinco minutos bajo.
Cuando llegue al auto él estaba mirando por la ventana, tenía en la radio la estación, mi estación favorita, y sonaba una canción de Ellie Goulding, “Starry Eyed”.
Tardamos diez minutos en llegar de mi casa a la escuela. Scott había tomado el camino largo y además había un poco de tráfico.
-Sabes –dijo para romper el silencio mientras caminábamos hacia la oficina de la secretaria –Todavía estoy dolido
-¿Por lo del hospital? –pregunte mirando mi pantalón color rosa pálido
-Si –dijo en tono grave
-Estaba sedada, no recordaba ni mi nombre.
-Pero somos mejores amigos desde que tengo conciencia
-Lo sé, lo sé –lo tome del hombro para tranquilizarlo.
-Y además siempre te apoye, incluso con el imbécil de Texas, ese que te puso el cuerno. Yo siempre estuve allí. Y viaje en un avión mil horas solo para estar otras mil horas en un hospital, aburrido, esperando a que reaccionaras. Después te conté una historia de cómo llegaste al hospital, para que después te tuvieran dos días más en coma y volvieras a olvidar todo. Estuve allí contigo siempre.
-Lo sé –dije levantando la vista hacia una puerta blanca de una de las tantas aulas –Y te pido disculpa por enésima vez. Pero ya te recuerdo Scott Patrick Parnell. Recuerdo todo. El día en que nos conocimos. El día en que fuimos a la granja de tu padre. Cuando tu hermano nos llevó al prado a escondidas, y que ese mismo día me mordió una serpiente en el pie. Recuerdo el día que fuiste conmigo a mi primera cita con un chico cuyo nombre no recuerdo, Frederick quizá. Recuerdo el día que golpeaste a mi ex novio. Recuerdo el día en que casi te vi teniendo sexo con tu quinta novia. Recuerdo el día en que me dijiste que nos casaríamos juntos porque éramos amigos, y que los dos lloramos porque no queríamos casarnos. Teníamos seis y ocho años. Recuerdo el día en que me tiras el primer diente que se me cayó. Recuerdo el día en que casi me matas, pero que también me salvaste de mi casi muerte. Recuerdo el día que te escapaste de tu casa solo para ir a abrazarme cuando mis padres se divorciaron. Recuerdo el día en que me prometiste jamás dejarme. El día de nuestra primera pelea por un chicle. Recuerdo el día en que Allison, tu segunda novia, me amenazo con golpearme si me volvía a acercar a ti, y también que la cortaste y le dejaste claro que valía mucho más nuestra amistad que una novia. Recuerdo el día en que me regalaste un condón para que no quedara embarazada cuando tuviera sexo por primera vez. Recuerdo todo…
-Está bien, está bien –dijo sonriéndome –solo lo digo para molestarte, lo sabes
-También recuerdo que lloraste cuando te dije que me iba a Inglaterra –sonreí burlonamente –No eres el único que sabe cómo molestar a su mejor amiga
-¿Crees que eres mi mejor amiga?
-Soy la única –dije sonriendo –Incluso…
Me interrumpí porque cuando estaba entrando a la oficina de las secretarias un chico alto estaba saliendo de la oficina. Alto, ojos verdes, cabello castaño con rulos. Se me hacía conocido, pero no recordaba de dónde.
-¿Yo lo conocía? –le susurre a Scott apuntando al chico discretamente
-No lo sé –dijo haciendo una mueca –Le puedes preguntar a Zayn. Supongo que él sabrá más que yo. No conozco en persona a nadie más que a Niall, Alicia, Zayn y Jacob… Jaime… No recuerdo el nombre…
-¿Jev?
-Si, ese. Todos tus otros amigos no sé quiénes son, solo se nombres, pero no cara.
-Odio haber perdido la memoria de corto plazo –dije rodando los ojos. Mire como desaparecía la espalda de aquel chico ruloso
-Reclámale a Samantha
