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Frente a frente

Cientos de veces había visto su manera de presentarse en algún lugar, había visto sus rostros, imperturbables y fríos, había visto su imponencia y el miedo que causaban ante quienes los veían. Lo había visto personalmente en Volterra, sagaces e intimidantes... aunque aquella vez yo no le tenía miedo a nada, porque creía que mi mayor miedo se había hecho realidad. Aún así pude leer sus mentes, sus intenciones y sus astutos artilugios para que algo se vuelque a favor a ellos. Pero los había visto sobretodo, a través de la mente de Carlisle.

Es su mente había podido ver sus fortalezas tanto como sus temores. En su mente reconocí la avaricia y egoísmo propio de vampiros asqueados del mundo, hastiados de existir, había visto dolor y traición y había visto debilidad.

Pero a pesar de haber visto en mis cien años, distintas caras de los Vulturis... nunca había visto la arrogancia y crueldad con la que ahora se presentaban.

Era un autentico ejercito de vampiros, cada uno de ellos dotados de dones que los hacían resistir y adiestrados para matar. Si Bella había supuesto que iba a poder luchar contra Alec y Jane, nunca hubiera podido caber en su cabeza que una trintena de vampiros, que componían la guardia Vulturi, habían venido a esperar que ella se les fuera encima.

Los malditos estaban sumamente adiestrados para venir a hacer lo que querían hacer. Mi mente estaba en cada uno de ellos y era increíble, a pesar de lo trágico, la manera en que funcionaban... y a pesar de las voces que se levantaban como susurros a mis espaldas, que ignoré para poder concentrarme.

Muy pocas veces ellos habían tenido un enfrentamiento de tales características, ellos habían formado ejércitos, se habían levantado contra manadas y manadas de hijos de la luna, habían sobrevivido a los niños inmortales y nunca, en ninguna de esas ocasiones se habían armado de tal manera como lo habían echo ahora. Y no éramos amenaza alguna... aún solo con Jane, Alec, Dimitri, Félix y un puñado de soldados de su guardia ellos eran capaces de detener cualquier tipo de defensa que nosotros hiciéremos.

Pero ellos aparecieron, no solo con toda la guardia, sino también con las esposas... algo que era totalmente inusual de ellos. Con mirada imperturbable vi como detrás de ellos, lentamente avanzaban los testigos... como títeres, como seres sin voluntad llevados por el falso deseo que infligía Chelsea.

"Esto es un disparate... ¿cómo osaron hacer algo así?" pensó Aro antes de trabar mi mirada con la suya unos segundos, esos ojos fríos y febriles de un rojo carmín "Niño, admito que tienen valentía... pero no sabía que eran suicidas... sin embargo, gracias por la fanfarria y la bienvenida... esto no detendrá nada de lo que vinimos a hacer"

Aro abrió imperceptiblemente sus fosas nasales, entonces se dio cuenta de la presencia de otos efluvios... la imagen de mi niña jugando con Jacob en el prado nevado fue lo primero que vi en su cabeza, la imagen que seguramente había visto Irina.

Un gruñido involuntario surgió de mi garganta, por ella... por esa egoísta vampira, mi familia estaba en peligro. Estaba furioso con su presencia, pero pude ver que Aro tampoco estaba muy complacido.

"Oh... eso es... interesante" el comentario mental de Aro me sacó de mi distracción. Él rebuscó con su mirada la procedencia del efluvio y sus ojos se posaron en Bella y en su bulto en la espalda. Su mente era curiosa y él se preguntaba si ella podía ser el punto de negociación, si es que la hubiera. "Es ella... no hay duda, pero... ¿por qué ese efluvio? ¿la vampira mintió? Eso desbarataría todo el plan... ¿cómo puedo llegar a ella?"... sus ojos recorrieron el campo descaradamente, analizando atentamente la ofensiva y las oportunidades de pasar.

"No nos tardaremos mucho" el pensamiento esta vez provino de Cayo, que miraba la escena como si estuviera desinteresado de lo que ocurría delante de sus ojos "... solo unas cuantas adquisiciones al menos, no soporto esta charada... esos desvergonzados rumanos ¿cómo tienen las agallas?... ¿son esos licántropos? " su mirada cautelosa se cernió sobre Jacob y Sam que flanqueaban la filas de testigos.

Amanecer (por Edward Cullen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora