>El Amigo - I<

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Una venda cubría los ojos de su amigo, quien sonreía entre las tinieblas al hablar con su preciado escritor. Ni siquiera aquel fatal accidente en la fábrica había logrado borrarle la felicidad al joven de piel morena.

—¿Has venido a leerme un poco, Howe?

Su voz era tierna, cálida como el hogar que el loco una vez había tenido. Su contextura robusta podía contradecirlo un poco, pero era realmente agradable.

—¿Por qué no puedes llamarme Joseph?

—Vas a ser un escritor famoso. Quiero empezar a tratarte como tal.

Howe rio ante las palabras de su amigo. Deseaba con todo su corazón nunca perderlo.

—¿Quieres que te lea un poco de mi nuevo material? —Preguntó con emoción el pobre demente. Estaba enamorado de sus obras, tal vez demasiado, y le gustaba que alguien como su amigo pudiera apreciarlas. Creía que era el mejor en lo que hacía— Mis sin sentido han comenzado a tomar sentido.

Su amigo le dedicó una sonrisa antes de extender su mano al vacío para que Howe la tomara. El hombre lo hizo, y su tacto era tan suave como la más alejada nube del cielo. Se sentó a su lado en aquella vieja cama donde antes habían compartido angustias y secretos, e incluso sintió ganas de abrazarlo.

Pero abrazar a sus amigos no era algo que Joseph Howe consideraba correcto.

—Saldrá a la venta mañana. Ya sabes, mi libro.

Su amigo se emocionó incluso más que él.

—¿Cuál editorial aceptó tu manuscrito?

—Ninguna. Creen que soy un idiota.

Un silencio pesado invadió la habitación ante tal respuesta.

—No lo eres, Howe.

—No te preocupes. Lo sé —El ego era algo que había crecido en el escritor a lo largo de los años, y perderlo no era sencillo—... Además, la fortuna que me dejaron mis padres tenía que servir de algo.

Howe sintió una mano protectora acariciar su espalda torpemente. Odiaba tales muestras de afecto, pero no podía ser tan malo si nadie los veía.

—A la mierda las editoriales. El dinero es mejor.

Lo sabía.

—¿Vas a leerme un poco o no? —Insistió su amigo—. Soy ciego ahora, así que no puedo disfrutar de tus palabras si no me las regalas.

Las caricias no paraban, y Howe comenzaba a disfrutarlas demasiado. Tal vez era la confianza entre ellos, tal vez era el toque tímido que se acercaba a zonas peligrosas en medio de la oscuridad, pero aquello se convertía lentamente en una recreación del infernal paraíso.

—¿Qué parte quieres escuchar?

Un suspiro escapó de sus labios inconscientemente, y se alejó lo suficiente como para mantener el control.

Su maldita mente traicionera lo había sumido en un terrible infierno al que debía enfrentarse día a día.

—No lo sé, Howe. Solo deléitame.

Y lo hizo.


Nota: No sé si lo han notado, pero digamos que el reto de esta historia consiste en descubrir quién es el chico de la estación. El amor de Howe. Suerte con eso, y espero locas teorías.

|| HOWE ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora