Howe sabía quién llamaba a su puerta. Había escuchado ese sonido todos los domingos de los últimos tres meses.
Él llegaba siempre a la misma hora, siempre por el mismo motivo, y el escritor no podía evitar recibirlo con una sonrisa. No podía evitar alimentar su ego ante tal devoción, incluso si la misma provenía de un igual.
Amaba ser tan amado.
—No voy a explicarte mi sin sentido, marinero.
Era impresionante que, incluso sabiendo lo que su querido escritor diría, el rubio continuara insistiendo.
—Pero Joseph...
—No.
—Joseph...
El lunático cerró los ojos y dejó escapar un suspiro. Odiaba esa voz que le consumía el alma, el corazón y las ideas. Odiaba esa voz de súplica, de necesidad, de cariño y de anhelo.
Odiaba el deseo que sentía de permitirle entrar a su departamento.
—Por favor, Joseph. Déjame entenderte. Quiero entrar a tu mente, y después a tu corazón.
El demente se cruzó de brazos y elevó una de sus cejas canosas. Amaba verse tan viejo en un cuerpo tan joven. Sentía que le daba aires de superioridad.
—¿A mis pantalones también? —Cuestionó.
—En realidad, amaría que fueras tú quien entrara a los míos.
Howe rodó los ojos y se sintió asqueado. Él era un hombre de faldas.
Mierda.
Aquello se volvía cada vez menos creíble. La tentación lo había tomado de la mano, y no planeaba dejarlo libre.
—Déjame llevarte al cine, Joseph. Al mundo real. Déjame quitarte esa venda de los ojos, esa que te prohíbe amar.
—Sabes que no soy hombre de cines, de computadoras, de nuevas tecnologías. Sabes que soy un hombre de plumas, de libros y de orquestas. Soy una antigüedad, marinero.
El joven rubio no se decepcionó ante su respuesta. La esperaba.
Su constante negativa, en realidad, parecía cautivarlo cada vez más. Howe se quedó sin aliento cuando él se acercó, tal vez demasiado, lo suficiente como para besar su nariz con la delicadeza que su voz tenía cuando dijo las siguientes palabras:
—El amor no tiene épocas, mi querido Joseph. Supongo que aun puedo insistir en eso.
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|| HOWE ||
Cerita PendekHowe era un hombre extraño. Un demente. Un desequilibrado. Howe era un hombre desconocido. Un incomprendido. Un repudiado. Howe era un hombre soñador. Un iluso. Un romántico. Howe era un hombre. Howe era un loco.