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—¿Qué? —dijo la chica apartándose del chico.

—Nada, nada. Perdona —dice él agachando la cabeza.

—Jace, ¿te pasa algo? Estás... un poco raro.

—Estoy bien.

—¿Seguro?

El aludido asintió sin apartar la mirada del suelo.

—Estoy bien.

La chica también decidió bajar su mirada.

—Dijiste algo sobre...

—¡Calla! No lo digas...

—¿Por qué?

—Déjalo. No te incumbe.

El chico se puso de espaldas a la chica.
Ella estuvo a punto de volver a insistir y tocar su hombro para llamar su atención, pero se detuvo.

—Sabes que puedes contarme lo que sea —repitió.

—Esto no... Esto es diferente, Reynolds.

—¿No confías en mí?

—Yo... ¡Claro que confío en ti! Pero... Es solo que... no puedo contártelo.

—Entonces es que no confías en mí.

El chico frunció el ceño.

—Creía que éramos amigos, Jace.

—Y somos amigos.

—¡Si no eres capaz de contarme lo que te pasa es que no confías en mí! Me preocupo por ti, Jace.

—Pues... ¿Sabes? Tú tampoco confías en mí.

—¿Perdona?

—¿Acaso te atreviste a decirme alguna vez tu nombre? No. Eso significa que tú tampoco confías en mí.

—Eso... También es diferente, Jace. No lo entenderías.

—¿Por qué?

La chica se cruza de brazos, frunce el ceño y se limita a repetir lo que acaba de decir hace tan solo unos segundos.

—No lo entenderías.

—Podría decir lo mismo.

Los dos ahora están de espaldas al otro. No se miran. No se hablan. Solo hay un silencio incómodo. Lo único que se escucha es la voz de sus compañeros de clase hablando por lo bajo.

A Jane se le resbala una pequeña lagrima sobre su rostro. No quiere que Jace la vea así. Coge un pañuelo al instante para secárselas, pero las lágrimas siguen amenazando con salir. No quiere que él la vea sufrir. Sufrir por él. ¿Es que no entiende lo importante que es para ella saber cómo se siente? Debería tener la suficiente confianza con ella para contarle lo que sea. ¿Es que acaso no son buenos amigos? ¿Por qué Jace no le quiere contar a Jane su secreto? Su secreto sobre... Jade. ¿Qué es lo que le oculta?

El chico rubio también se siente mal por lo que acaba de suceder. Es más, después de unos minutos de su discusión, ya no parece enojado. Lo único que quiere ahora es pedirle disculpas a la castaña y volver a la normalidad como siempre. Volver a ser amigos.
Pero no sabe cómo empezar.

Justo cuando el rubio se da la vuelta para disculparse, la castaña recoge sus libros mientras se levanta de su asiento y dice:

—Creía que eras diferente.

Jace hace el intento de detenerla, pero es tarde. Jane ya se ha puesto en otro asiento. Y bastante lejos del suyo, a decir verdad.
Quiere levantarse también y dirigirse a ella para pedirle perdón. Pero cree que ahora es mejor dejarla sola. Dejarle un tiempo para pensar y no molestarla por unos minutos.
Tal vez sea lo mejor para no empeorar las cosas...

El chico mira al frente. Ve a varios alumnos conversando animadamente y otros con sus móviles. Necesita hablar con alguien. No le apetece estar solo ahora, justo cuando lo está pasando mal.
Entonces, decide sacar su móvil también. Ahora mismo no corre ningún riesgo ya que no hay ningún profesor en clase. Enciende el teléfono y abre Wattpad. Se mete en su cuenta —o mejor dicho, en la cuenta de Jade, por la que Jane habla con él—, y abre el apartado de «Mensajes». Acto seguido, selecciona el de Jane.
Necesita hablar con alguien en este momento, y no se le ocurre alguien mejor que ella en ese instante.

"Hola, Jane. ¿Cómo estás?"

La castaña oye vibrar su teléfono. Lo coge para ver de quién ha recibido un mensaje. Es Jace.

"Bueno... Normal, supongo. ¿Y tú?"

"Pues... No muy bien. Acabo de tener una pequeña pelea con tu amiga Reynolds. También está en nuestra clase de laboratorio".

"Oh".

"¿Sabes? Lo que no entiendo es cómo siendo amigas nunca os habláis en clase ni nada parecido. Tu amiga solo habla conmigo".

"Es porque... Estamos en sitios muy alejados..."

Jace mira a su alrededor. Ve a muchas chicas con su teléfono en la mano. Cualquiera de ellas podría ser Jane. Ve a Jacqueline, Jasmine, Janet... Pero ninguna de ellas responde al nombre de Jane. Por lo tanto, no tarda en descartarlas de la lista.
Jace conoce a dos chicas llamadas Jane en su clase. Pero hay tres.
Da la casualidad que esas dos chicas están con el móvil al igual que muchas otras. ¿Lo estará utilizando también la tercera? Se muere de curiosidad, pero no sabe cómo salir de dudas.

Entonces, le llega otro mensaje.

"Y... ¿qué ocurrió en la pelea? ¿Por qué os enfadasteis?"

Jace dirige la mirada hacia la castaña. Ella también está con su móvil... ¿Podría ser que ella fuera...? ¡No! Tal vez solo sea una simple coincidencia, ¿no...?

"Nada. Fue una tontería. Nos peleamos porque recordé algo y... Ella quería que se lo contase. Pero no podía. Es algo que no le he contado a nadie y es muy importante para mí. Sé que ella se preocupa por mí, pero hay cosas que creo que deberían seguir siendo secretos".

"Seguro que lo entiende, Jace. Y tienes razón, hay cosas que deberían seguir siendo secretos..."

"Ella tampoco me quiso decir su nombre, y no entiendo el por qué".

"Igual que tú tienes tus razones para no decirle nada sobre ese asunto tuyo, tal vez ella también tenga sus razones, Jace".

"Creo que tienes razón. Debería ir ahora mismo a pedirle disculpas. Por cierto, gracias, Jane. Siempre estás ahí cuando te necesito :)".

"Seguro que ella también irá a pedirte disculpas. Y gracias a ti, Jace :)".

"¿Por qué?"

"Por todo".

El rubio de InternetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora