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Aquello era imposible. No podía estar pasando de verdad, pero era real: Jane estaba besando a Jace.
Sinceramente, no lograba entender de dónde había sacado la valentía para robarle un beso a Jace. ¿Cómo había sido capaz?
Algo así de parte de Jace era de esperar. Pero de Jane... Aquello parecía una escena totalmente surrealista. Pero, sin embargo, aunque les costase creerlo a ambos, estaba pasando, y ya no había vuelta atrás.

¿Y ahora qué decía? Jace estaría esperando una explicación. ¡Bastante vergüenza ha pasado ya diciéndole la verdad! ¿Es que no ha tenido suficiente?
Una cosa estaba clara, no podía huir así sin más. Aunque..., dadas las circunstancias, podía distraer a Jace y marcharse corriendo sin que se diese cuenta. Así, al menos, ganaba algo de ventaja antes de que él consiguiera atraparla. Pero no podría correr eternamente.
Entonces ya tiene una opción menos.

Tal vez podría fingir un desmayo. Jace la llevaría a la enfermería del instituto y no tendría nada que explicar. Aunque por otro lado, después tendría que hablar con Jace. Pues estaba segura de que él se quedaría todo el rato en la enfermería con ella. Y no habría manera de seguir evitándolo.

Por más que le diera más vueltas, no encontraba otra solución que no fuera decirle lo que sentía. El porqué le estaba dando aquel beso. Aunque ya resultaba bastante obvio...
Así que, sin otra escapatoria, tendría que encontrar las palabras adecuadas para explicar las cosas.

Una vez se separaron y el beso terminó, ambos se miraron profundamente a los ojos, cada uno perdiéndose en la mirada del otro.
Jane decidió tomar la iniciativa una vez había vuelto en sí. Se separó unos pasos de Jace y, con la cabeza agachada, suspiró y se aclaró la garganta para comenzar a hablar.

Jace intentó convencerse por todos los medios de que Jane no pensaba huir e intentó ser positivo. Se preparaba para correr por todo el instituto hasta alcanzarla. Total, sabía que ella no podría huir toda la vida. Pero al verla ahí parada, sin moverse, comprendió que estaba a punto de decir algo.
Él, totalmente inmóvil, se preparó para lo que estaba a punto de escuchar.

—Jace, yo... no sé por qué he hecho eso. Es solo que...

Sí lo sabes.

Jane sonrió y negó con la cabeza. Después continuó.

—Es solo que no tengo ni idea de cómo empezar. Es como si... se me hubiese derrumbado el mundo entero en cuestión de segundos cuando me dijeron que... sabías quién era yo. Y, de verdad, creo que no ha pasado más vergüenza en toda mi vida.
Ya no soy la misma persona de antes, Jace. He cambiado. Y creo que tú has tenido que ver mucho con eso. Si esto me hubiese pasado hace unos meses, habría huido, te lo aseguro. Pero ahora estoy aquí, delante de ti, sin tener ni idea de lo que estoy diciendo, porque simplemente me estoy dejando llevar por mi corazón. Y espero que eso sea lo correcto.
»Antes de conocerte era una persona que tenía todo controlado. Igual que tenía perfectamente controlado lo de la historia de Jane, o eso pensaba yo. Tenía miedo de que cuando descubrieras la verdad me rechazaras, porque mírate, Jace. Ningún chico como tú querría estar con alguien como yo. Soy la típica chica invisible que quiere pasar desapercibida. Y eso estaba consiguiendo, hasta que llegaste tú. El primer día que te sentaste a mi lado, todo el mundo no paraba de mirarnos, y tú ni te diste cuenta. Dejé de pasar desapercibida y entonces fue cuando empezaron a hablar por los pasillos de ti y de mí. Era como si en cuestión de segundos hubiera pasado de ser la chica invisible a ser la protagonista de mi propia historia, cosa que creía que era prácticamente imposible. Pero, al parecer, no era demasiado bueno que un chico como tú se juntara con personas como yo. Y, a veces, intenté alejarme de ti. Tal vez por eso me notaras rara y distante en algunas ocasiones. Pero hacía todo esto porque no quería perderte, Jace. Y ahora me doy cuenta de que lo que estaba haciendo fue un error, y no hacía nada más que empeorar las cosas...
Me dejé llevar por la opción más fácil, y me arrepiento de eso. Pensé que apartándote de mí conseguiría olvidarte, y ha resultado todo lo contrario. Hasta llegó un momento en el que ya no me importaba nada, ni nadie, y solo quería volver a verte por los pasillos o en clase de laboratorio para que hablaras conmigo. Porque estar contigo era lo que realmente me hacía feliz de verdad. Y siento haber cometido todos estos errores, por eso ahora intento solucionarlos... —hace una pausa y suspira—. Tenías razón, debería haber pasado de todo lo que dijeran los demás. Porque en realidad, su opinión no importa. Y ahora lo he entendido todo. Mi mundo se descontrolaba cada vez que te tenía cerca, en mi cabeza todas mis ideas de desordenaban... Era algo... totalmente surrealista que no lograba comprender. Porque tú me hacías sentir algo... especial. ¿Entiendes? —Jane levantó la cabeza para mirarle, pero parecía que Jace estaba totalmente atónito e inmóvil—. Jace, si no lo has pillado, lo que intento decirte es que también me gustas.

Dios mío.

Después del shock, Jace reacciona y sonríe. La castaña, muerta de vergüenza, baja la cabeza y, seguidamente, el chico se ríe. Pero no de Jane, jamás se reiría de ella. Es solo que no puede creerse lo que está sucediendo. Niega con la cabeza y piensa cómo ha sido tan tonto. Se gustaban. Y ambos lo sabían, solo que ninguno había tenido el valor para admitirlo. Y ahí estaban. Jace y Jane, de pie, en el pasillo del instituto. Esperando a que pasara lo que tuviera que pasar. Fuera lo que fuese.

La chica no entiende su reacción. ¿Se está riendo de ella? Sin más demora, Jace decide retomar la palabra.

—Jane, tú...

Unos lentos aplausos suenan desde el fondo del pasillo. Los dos se dan la vuelta. No pueden creerse quién es la persona que está ante ellos. ¿Había estado todo el tiempo escuchándoles...?

—¡Qué bonito! ¡Sí, señor! Por fin juntos. ¡Cuánto habéis tardado! Pero ¿sabéis? En realidad, deberíais darme las gracias a mí. Si no os hubiera ayudado, ahora no estaría pasando esto —anunció John acercándose cada vez más a ellos.

—¿Ayudado, dices? ¡No nos has ayudado en nada! Eres... Eres... —decía Jane, llena de ira. La cabeza le daba vueltas, y, lo único que deseaba era insultar de todas las maneras posibles a ese idiota. Ese chico estaba al borde de desatar a la bestia que Jane llevaba dentro de sí misma si hacía algún otro comentario.

—Cálmate, pequeña. En cierto modo, te he hecho un favor. —La mirada maliciosa de aquel chico hacía Jane no pasaba desapercibida. La castaña se acercó a él con paso decidido.

—Ni se te ocurra volver a llamarme de ese modo —comentó en un tono amenazante. Su mirada expresaba odio y furia. Si las miradas matasen, sin duda aquella sería una de las que reduciría a John a cenizas.

—¿Es una amenaza? —La chica mantuvo su mirada firme, en silencio—. Yo te llamo como yo quiera. Total, ¿qué más da? Eres Jane, la nerd, tímida e insegura Jane. ¿Qué puedes hacerme tú a mí?

—No la subestimes, John. Tal vez ella no pueda hacerte daño, pero yo sí —dijo Jace tomando la palabra de nuevo.

—¿Tú? No fuiste capaz ni de salvar a la persona más importante de tu vida. Te quedaste quieto, sin hacer nada. Tú también eres insignificante.

Jace estaba al borde de las lágrimas. Jane no lograba entender nada. ¿Qué estaba pasando? La castaña agarró el hombro del rubio y le dijo:

—Vámonos, Jace. No merece la pena.

El rubio asintió con la cabeza apoyando la mano sobre la de la chica, y le dedicó una última mirada al otro chico.

—Piérdete, John.

Ambos se marcharon del lugar cabizbajos. Lo que había empezado como uno de los mejores días de sus días, acababa de convertirse en una horrible pesadilla.
¿Cuántos acontecimientos así podrían ocurrir en un mismo día? El primer beso de Jace y Jane, la pelea con John, y lo que quedaba por ocurrir.

Porque, sinceramente, ambos sabían que el resto del día no iba a ser más tranquilo, y, para qué negarlo: Tenían miedo de qué podría ocurrir ahora.

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Sois geniales, gracias por todo❤️.

El rubio de InternetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora