Suena el timbre que anuncia el inicio de la tercera clase. ¡Por fin! Jace pensaba que aquella clase no se acabaría nunca. A decir verdad el examen sorpresa de laboratorio le ha salido fatal. Este era tipo test y, como no había estudiado, respondió a todo al azar. Espera que la suerte —por una vez— esté de su parte.
Jane le da dos pequeños golpes en el hombro para llamar su atención. El rubio se gira y la chica le tiende su examen para que Jace entregue los de ambos a su compañera de delante y esta, a su vez, al profesor.—¿Cómo te fue el examen? —le pregunta el rubio.
—Bien. ¿Y a ti?
—Regular... —miente. La chica lo nota y enarca las cejas—. Vale, fatal. Voy a suspender, seguro —confiesa él mientras salen de la clase.
—Tal vez haya suerte y lo apruebes —lo anima.
—No creo... —Suspira—. Bueno, nos vemos luego —se despide Jace ya caminando a su siguiente clase.
—Sí..., nos vemos luego, Jace.
Jane se queda quieta en medio del pasillo observando cómo el chico rubio se dirige hacia otro lugar. Camina cabizbajo y con las manos en los bolsillos. Desde luego, la castaña sabe que algo le pasa. ¿Qué es lo que le está intentando ocultar? Le dijo que se lo contaría luego, pero conociendo a Jace sabe que pondrá miles de excusas e intentará evadir el tema. ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado entre ellos? ¿Por qué el rubio no es capaz de confiar en ella para contarle lo que le preocupa? Claro que es respetable que todos guardemos secretos, pero Jace sabe que la castaña solo quiere que esté bien, y que sienta que pueda contar con ella para todo. Para eso están los amigos. Porque eso es lo que son, ¿o no? Duda si hablarlo con Jace la próxima vez que lo vea, pero prefiere reprimirse y esperar ya que sabe que su amigo no está pasando por un buen momento. Y ahí vuelve el tema inicial: los malditos secretos. Jane intenta despejarse y no pensar más en eso. Si el rubio no quiere contarle nada, no va a presionarle. Es su vida, sus problemas, sus secretos... Y ella no está allí para obligarle a decir algo que no quiere revelar. Así que, por mucho que desee saber la verdad de una vez por todas, debe aguantarse.
Jace camina sin rumbo por los pasillos del instituto. Va a dirigirse a su siguiente clase, pero primero opta por pasarse por la enfermería a ver a John. No sabe con certeza si seguirá por allí, pero de todas formas, si no está, podrá preguntarle a la enfermera por él.
En el trayecto piensa en Jane. Le duele no poder decirle la verdad pero ¿cómo decírselo? Es practicamente imposible.
Justo cuando se dispone a bajar las escaleras escucha un portazo y, segundos más tarde, gritos. Reconoce perfectamente la voz, sin lugar a dudas: es John. Desde la planta de arriba observa la escena que tiene lugar en el pasillo central del instituto: John está acorralando a uno de sus amigos, Jay, contra una de las taquillas, agarrándolo al mismo tiempo por el cuello de la chaqueta del equipo de baloncesto del instituto.—¡Ni se te ocurra volver a mencionarla, Jay! ¿Me has oído? ¡Ni se te ocurra! —grita John fuera de sí. La gente que pasa por el pasillo los empieza a rodear y los anima a pelearse.
—¡Tío, cálmate! ¿Se puede saber qué demonios te pasa? ¡Déjalo! —interviene Jack, otro de sus amigos. El susodicho acaba de empujar a John, apartándolo así de Jay. Al parecer aquella intervención enfurece aún más a John, que le devuelve el empujón a Jack, pero mucho más fuerte, provocando que este caiga al suelo.
—¡No me digas lo que tengo que hacer, Jack! —le indica con un tono firme y amenazante. John se vuelve hacia Jay de nuevo, pero parece que este ha salido corriendo de allí al tener oportunidad.
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El rubio de Internet
Conto«Tengo miedo. Miedo de que conozcas la verdad. Miedo de que sepas quién soy realmente. Miedo de que decidas alejarte de mí. Miedo de que sepas mi historia. Miedo de que sepas que no solo soy ese chico rubio de Internet que conoces o crees conocer, y...