CAPITULO LIII "VISITA EN MARRUECOS"

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¿Han experimentado esa sensación de ser ajenos al tiempo? ¿Cómo sin importar qué tan rápido se muevan las cosas parecen ir más que rápido que uno mismo? Bueno, sea cual fuera su respuesta, da igual porque justo ahora no es muy relevante que digamos el tiempo.

- ¡Concéntrate! - me exige el Maestro Malhala - Es necesario que pongas de tu parte para que te controles, Anderson.

Apreté mis costillas - ¿Y qué demonios cree que hago? - escupí la sangre apoyándome sobre la pared - Mínimo regáleme cinco minutos.

- Cinco minutos pueden ser de gran vitalidad, Anderson. - me arrojó de vuelta la vara que de puro milagro atrapé en el aire - Desde el inicio.

Miré a mi padre, estaba parado como todo un militar vistiendo su elegante traje de tres piezas en negro, mientras que yo recibía una bonita paliza por parte de un Hachachín, en el fondo quería hacerlo sentir orgulloso al superar la maldita Nictofilia delante de él, pero era sumamente difícil tomando en cuenta que soy todo un novato en todo esto.

Tomé con fuerza la vara con el fin de erguirme, me posicioné delante del Maestro intentando recalcular mis movimientos.

- Recuerda, es necesario que tomes control de tu ira - se adelantó al dar el primer - la ira no debe consumirte para no caer al vacío. - volvió a atacar y de igual manera le regresé los golpes - No te enfoques en el enojo.

- ¡Más control, Jackson! - ordenó mi padre. Desde luego que era fácil para él, ya ha pasado por esto.

- ¡Basta con las ordenes! - exigí, obteniendo la pelea a mi favor.

toparon las varas - Sin una autoridad sobre ti no eres nada más que un nictófilo. - afortunadamente el entrenamiento fue interrumpido, ya estaba comenzando a sentir de nuevo el ardor en mis venas, y por si se lo preguntan, sí, es malo que eso suceda - ¿Qué está sucediendo, Gaegi?

- Padre, tenemos un problema en la puerta. Se está atendiendo como ordenaste.

Mi papá y yo nos vimos las caras. No hacía falta describir la preocupación porque de por sí ya se había hecho bastante palpable en el ambiente. Verdad de Dios que sí.

- De acuerdo - bajó las dos gradas, al estar frente a mí puso su mano sobre mi hombro - ¿qué es lo que haría un Basileo ante una situación así?

tragué saliva - ¿Irse por la diplomacia?

- Antes de eso.

- ¿Tratar de negociar? - alzó una ceja. Reí tomando mi camisa - Bromeaba. Un verdadero Basileo tomaría control de la situación como un Sicarii ante todo.

sonrió - Demuéstralo entonces.

El entrenamiento había terminado así que la abstinencia ya no era tan obligatoria y tampoco debía usar utilería por armamento. Últimamente he acumulado demasiada tensión en estos días así que no sería malo quitármela de encima.

▬SHOOT ME DOWN: OR DON'T LET ME GO ▬PARTE 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora