CAPÍTULO TRES: INDEBIDO
JAYDEN
La sangre hervía en mis venas mientras mis amigas me ayudaban a colocarme la lencería semitransparente, formando mis ondas con ayuda de la rizadora caliente. Solté una pequeña carcajada pensando en que probablemente terminaría dejándole con la necesidad de tomar una ducha fría.
Una vez que ya estaba más que lista, me coloqué mi bata negra y salí acompañada con ayuda de otro de los hombres de seguridad para llegar hacia el tercer nivel, lugar en el cual estaban las habitaciones privadas, esas que eran usadas para los bailes exclusivos. Algunas de esas eran usadas especialmente para actividades sexuales, ya había ciertas bailarinas que sí dormían con los clientes que pagaban por ellas, pero eso nunca formó parte de mis planes y nunca lo harían. Jamás dormiría con ninguno de esos hombres.
Entré a la habitación número veinte y empecé a preparar mentalmente lo que haría en el baile privado. Las luces se apagaron completamente y me senté en la cómoda delante de la gran cama de seda, escuchando como la cerradura de la puerta se abría.
Mordí mi labio inferior apreciando como el fornido hombre de ojos azules entraba con cautela a la habitación, sentándose sobre la suave cama de seda. Podía sentir como el deseo empezaba a correr por mis venas ante el pensamiento de sentarme en su regazo, en que sus manos se posasen sobre mi cintura.
Sería mentir si dijese que no me había gustado desde que le ofrecí mi sujetador, él habiéndolo provocado después de haberme estado mirando con aquella lujuria en sus océanos profundos. Las luces blancas poco a poco se fueron prendiendo, a lo que mis labios subieron en una sonrisa pícara. Hora del show.
—Has sido la persona más paciente de todas —comenté, acercándome poco a poco hacia él. Caminaba con el propósito de que mis pies no tocaran completamente el suelo —. ¿Sabes cuántos hombres piden un baile de mi parte? Demasiados. Pero muy pocos lo consiguen.
Había aprendido durante estos años trabajando en este tipo de lugar, que a la mayoría de los hombres les gustaba a mujeres poseedoras de voces suaves, por lo que la mía era casi un susurro mezclado con una melodía cantarina. Sus ojos azules bajaron por cada una de mis curvas al poder tenerme cerca.
Los míos bajaron por aquel rostro masculino, con mejillas afiladas, nariz respingona y una barba perfecta que cualquier hombre envidiaría. Era el hombre más guapo que había visto en toda mi vida, y aquello era contando que Luciano era una de los hombres más apuestos con los que me podía relacionar. Había algo en él que provocaba que cada bello de mi piel se erizase.
Apreté mis muslos ante el indebido pensamiento de lo que se sentiría tener su barba raspando cada centímetro de mi piel.
—El precio que tu jefe dio solamente por un baile es demasiado alto —dijo. Su voz era una combinación entre grueso y áspero, demasiado profunda, dándole un toque de perfección a todo su estilo —. Tuve que aumentar mucho más.
Le ofrecí una pícara sonrisa ahora estando completamente delante de él, complacida ante la idea de que pagó mucho más solo por tener un momento privado conmigo. Un hombre muy insistente cuando se lo proponía. Coloqué mis manos sobre sus rodillas y me agaché lo suficiente para quedar rostro a rostro con él, dejándole una perfecta visión de mi busto apropósito. Relamí mis labios provocativa.
—Un hombre de negocios —dije sin dudar. Su rostro no mostraba expresión alguna, mi ceño se fruncía ligeramente en frustración —. Me parece...
Llevó su dedo índice a mis labios callándome, haciendo un sonido con ayuda de su lengua. Sonrió de lado al apreciar como mis pupilas empezaban a dilatarse poco a poco, indicando a pequeños susurros que me encontraba más que dispuesta a bailar para él.
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Tengo Ganas de Ti ©
Romance- Trilogía Campbell #1 William Campbell, siempre ha estado con el corazón roto debido a que la mujer de la que ha estado enamorado toda la vida no siente lo mismo que él. Decide que jamas encontrará el amor verdadero, así que decide no volver a regr...