Capítulo Once

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CAPÍTULO ONCE: DESCUBIERTA

WILLIAM

Giré sobre mi cuerpo para rodear a la rubia con mi brazo, llevándome la sorpresa más inesperada de todas al encontrarme con la fría superficie de la cama. Me incorporé rápidamente, llamando su nombre no obteniendo respuesta alguna. El enojo empezó a apoderarse de mi pecho, no queriendo creer que se había ido del apartamento así sin siquiera decirme al respecto.

Me levanté de la cama con mi pecho subiendo y bajando por el enojo, mi respiración siendo acelerada. Estaba por salir en mis pantalones de pijama hacia la recepción para preguntarle al portero sobre ella cuando me percaté de la nota sobre la mesa, mi ceño frunciéndose.

¿Cómo demonios podía irse y dejarme una nota pensando que todo iba a estar más que bien conmigo? Definitivamente todavía no me conocía muy bien. Por más que fuese un asunto familiar y haya dejado su dirección sobre en dónde iba a estar, estaba más que furioso con ella por no decírmelo rostro a rostro.

No pude evitar pensar en Jadeline, quien era hermosa de pies a cabeza y sabia cada detalle sobre mi persona después de haber estado tantos años juntos. Ella me hubiese despertado, se hubiese acercado a mí para informarme sobre todos los detalles para saber que estaba tranquilo con ello.

Pero Jayden no era mi castaña, ¡claro que no! La otra se había ido sin siquiera despedirse de mí. Apostaba que el portero había recibido los «buenos días» de ella antes que yo.

Por más que sabía que estaba mal, que no debía actuar por mis impulsos, entré a la ducha para ducharme y cambiarme para ir a esa reunión familiar en la que estaba. Me cambié de ropa delante del espejo, preguntándome en dónde demonios quedaba su casa ya que no reconocía la dirección en el papel dejado.

Una vez que estuve listo, decidí que quería hacerle pasar un pequeño sonrojo delante de su familia, por lo que manejé hacia la florería más cercana para conseguir un ramo de rosas rojas. Color el cual adornaría sus mejillas al verme en su casa de manera inesperada.

Solté un pequeño suspiro mientras recibía el ramo de flores, la señorita deseándome suerte con cualquier cosa que fuese a hacer con ellas. Señor, ella no tenía ni idea del enojo que reinaba en mi cuerpo en aquel instante. Empecé a hacerme una idea sobre en lo que me estaba metiendo por tener un carácter de los mil demonios y querer dejarle las cosas bien en claro a la rubia provocadora esa. Pero no iba a negar que los celos aparecieron en mí cuando pensé en aquel idiota de su amigo que estaba enamorado de ella. Él no tenía vela en este entierro, pero estaba empezando a meterse en mi juego poco a poco al querer estar con ella.

Bajé de mi auto mirando por última vez mi ropa percatándome de que estuviese bien. Me encontraba con una camisa blanca y pantalones negros. Toqué el timbre de la casa, siendo capaz de escuchar el bullicio dentro de ella.

—Hola —me saludó una mujer mayor de rubios cabellos.

Esbocé mi mejor sonrisa tratando de lucir nervioso con el perfecto toque de timidez, lo cual provocó que la madre de Jayden me sonriese. Sabía que era la progenitora de la rubia gracias a los gestos, y la forma de su rostro. Al ver el ramo de rosas, su ceño se frunció, pero seguía sin perder aquel cálido toque.

—Hola, soy William —me presenté —. ¿Está Jayden?

—Sí, por favor pasa —me dijo, haciéndose a un lado.

La sala estaba repleta de la familia de la rubia, en una esquina encontrándose un grupo de mujeres adultas y mayores de edad que no hacían más que cuchichear mirando a todos a su alrededor. Al verme entrar, empezaron a hablar un poco más alto, los ojos de todas centradas en mí.

Tengo Ganas de Ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora