Capítulo Doce

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CAPÍTULO DOCE: ROMPER

WILLIAM

—William, ¿es verdad que tienes dos pequeños?

Le ofrecí una pequeña sonrisa al padre de mi supuesta enamorada y no me contuve las ganas de fulminar al idiota aquel con la mirada, diciéndole de todo, pero a la vez diciéndole nada. No entendía cómo demonios habíamos cambiado tan rápido de situación en cuestión de segundos. Debía de aprender a quedarme con la boca cerrada.

Me acerqué a la rubia y coloqué mi mano derecha detrás de su cintura, sintiendo la mirada de todos posarse sobre mí. Estaba pensando en las mejores palabras para describir mi situación, no queriendo que tuviesen la misma reacción que muchos.

Luke nos miró atentamente, esperando por una respuesta ante la pregunta de Elliot. Ni siquiera sabía cómo había escuchado cuando empecé a contarle al castaño sobre mi vida personal con el propósito de sacarle celos. Jayden y él no habían intercambiado ni una sola palabra, sin contar las miradas que ambos se daban entre sí. Ella lucía toda avergonzada y sonrojada de pies a cabeza.

Él era alto, casi igual que yo, con cabello castaño y músculos marcándose debajo de su camisa blanca. Tenía muy buenas técnicas sociales, ya que, a pesar de mirarme como si quisiese poner sus manos alrededor de mi cuello, pretendía estar interesado en cada una de las cosas que salía de mi boca.

—Sí, Elliot —admití sin perder mi sonrisa —. Tengo dos maravillosos hijos, unos mellizos si somos más específicos.

—¿M-Mellizos? —preguntó Betsabeth, una bella sonrisa llena de emoción apareciendo en su rostro.

—Sí, es una historia un poco complicada —comenté alzándome de hombros —. No son realmente mis hijos, pero los he criado el tiempo en que su padre no ha estado y simplemente los amo completamente. No soy su padre biológico, pero sí soy padre por haberlos criado y amado como si hubiese sido yo el que ayudó a traerlos al mundo.

Ambos se me quedaron mirando con mucha alegría en sus ojos. La señora Betsabeth parecía querer explotar de ternura y de felicidad, a lo que Elliot estaba muy contento con mi respuesta ante su pregunta. Miré de reojo a Luciano y pude ver cómo estaba prácticamente botando humo por aquellas orejas suyas, disimulándolo bien con una sonrisa. Caroline me alzó ambos pulgares en alto, dándome su aprobación.

—¿Podemos ver una fotografía de ellos? —preguntó Elliot.

—¡Por supuesto! Tengo miles en mi teléfono —le ofrecí mi móvil.

Siempre se me llenaba el pecho de orgullo al hablar de mis pequeños traviesos. Ambos eran lo más importante que yo tenía a pesar de no ser su padre biológico, mi mundo era de ellos y no veía las horas para volver a tenerlos entre mis brazos otra vez a mi lado, teniéndolos conmigo sin dejarlos ir.

Derek, el mellizo mayor, sonreía al lado de su hermana melliza Khalessi, con sus brazos alrededor de ella. La hermosa rubia sacaba la lengua hacia la cámara mientras que su hermano rodaba los ojos. Recordaba el día en que Jadeline tomó la fotografía, debido a que me encontraba hablándoles sobre la importancia de estar unidos al ser hermanos, ganándome muecas por parte de ellos.

—¡Pero qué guapo es este niño! —exclamó Betsabeth, sonriendo al ver una fotografía de Derek sentado leyendo un libro —. Sus padres deben de ser guapísimos.

—Bueno, ¿se acuerdan de ese empresario famoso, Chase Efron? —preguntó Jayden, mirándoles con una ceja alzada.

Ambos padres abrieron los ojos incrédulos al darse cuenta de quién era el verdadero padre de los mellizos. Cuando conocías al rubio, era muy fácil decir que él era el progenitor de tan bellos niños, ya que ambos eran su vivo retrato. Derek y Khalessi tenían miles de cosas que los hacía parecerse a él demasiado. Desde el color avellana de sus ojos con ese particular aro dorado alrededor, sus pómulos afilados y esas bocas rellenas pero delgadas. La voz de mi castaña regresó a mi mente cuando me contó que aquello siempre sería algo con lo que tendría que cargar: que ambos eran iguales a su padre.

Tengo Ganas de Ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora