Capítulo Trece

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CAPÍTULO TRECE: ¿CÓMO?

JAYDEN

Recordar atentamente la forma en que William se expresaba de la madre de los bellos mellizos causaba que los vellos de mi piel se erizasen. La forma en la que la describía y como una sonrisa se formaba en sus labios cada vez que hablaba sobre ella, decía claro que la amaba de pies a cabeza con todo su corazón. Por un momento me puse a pensar en que ambos de seguro eran almas gemelas, pero de que gracias al destino nunca habían podido estar juntos.

No pude evitar pensar en que yo jamás había sido halagada por ningún hombre de aquella manera. La forma en que él hablaba sobre ella te hacía pensar en una gran mujer de un hermoso corazón la cual a pesar de todos los obstáculos que la vida le había puesto, seguía saliendo adelante a pesar de todo por darle lo mejor a cada uno de sus hijos.

—¡Yo no puedo competir contra eso, Caro! —exclamé echándome en su cama.

Mi mejor amiga y yo nos encontrábamos en mi habitación conversando sobre lo que acababa de pasar en la reunión hace unos cuantos días, los cuales fueron los mejores gracias a salir con el castaño a todos lados. William se había ganado el corazón de todos ellos por su forma de ser y de expresarse, pero también se había ganado el mío al hablar de tan bella forma sobre una mujer.

—¡Qué dices, Jayden! —me reprochó —. Tú también eres una hermosa mujer que ha pasado por muchas cosas y que a pesar de todo no se ha dejado vencer.

—Pero no tanto como ella, Caroline —repliqué abrazando a mi almohada —. Ella ha pasado tantas cosas que la han hecho la maravillosa mujer que es hoy en día. Palabras de William, no mías.

—Pero tienes que competir contra eso —me incitó —. Escucha, ese hombre es ahora tuyo. No vamos a dejar que un simple recuerdo de lo que vivió con esa mujer te impida estar con él.

—Es que ella no es solo un recuerdo —insistí —. Ella... ¡Agh! ¡Ella es él, literalmente! Él la ama, la respira y la idolatra. Y no dudo que sea lo mismo con ella, de seguro explica el por qué su esposo la dejó aquella vez.

—¡Jayden! —Esta vez mi amiga me mira con reproche —. Tú no sabes la verdadera razón del por qué él la dejó, y déjame decirte que engañar a alguien que dices amar, no tiene perdón. Eso tú más que nadie, lo sabes.

Prendí la televisión maldiciéndome a mí misma por dejar que los celos me invadan cegándome por completo de la realidad. Volví a soltar un bufido en lo alto cuando el programa que estaba viendo transmitió una entrevista con los Efron en su sesión de fotografías: la familia del año.

Mis ojos se salieron de sus órbitas al ver una fotografía de la mujer dueña de un gran espacio del corazón de William. Mis labios se abrieron formando una perfecta 'o' al apreciar la manera en que su rostro se iluminaba sin necesidad de los reflectores, en cómo llamaba la atención de todos al ser la mujer más hermosa de todas.

Ella era sin dudarlo una mujer a la cual envidiaban muchas otras. Jadeline era una mujer bella, de una larga cabellera castaña oscura y ojos cafés claros que brillaban llenos de dulzura. Pestañas rizadas largas tocaban sus mejillas cada vez que cerraba los ojos para parpadear; sus mejillas tenían un color rosado natural y no solo era su sonrisa, la forma en que su rostro estaba formado la hacía una bella mujer. Muy aparte de tener un bonito cuerpo, era una mujer muy adorable.

—Bien, ese tipo de mujeres deberían ser ilegales —espetó Caroline, haciéndome reír —. Sus padres la hicieron con demasiado amor.

—No, a esos niños los hicieron ellos con demasiado amor —señalé a sus hijos.

Tengo Ganas de Ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora