CAPÍTULO DIECISIETE: MOMENTOS
JAYDEN
Abrí mis ojos al ver mi cabello, mientras que la habitación se encontraba llena de risas por parte de mis mejores amigas, quienes no paraban de decirme lo hermosa que se me veía estando otra vez con mi cabello de color natural. Me lo había cortado hasta debajo de mi mandíbula y según ellas les hacía recordar a los viejos tiempos.
El hecho de que ambas se habían amistado por completo me parecía algo demasiado increíble, porque las tres podíamos estar juntas otra vez sin pelear, recordando buenos momentos y poniéndonos al día en todo lo que nos había faltado. Mi mente, a pesar de estar con ellas, se encontraba pensando en el hermoso hombre de cabellos marrones que vería pronto.
—¡Jay! Te ves demasiado hermosa —me aseguró Melissa, abrazándome —. Me hace recordar a los viejos tiempos.
—William va a quedar hechizado cuando te vea —comentó Caroline con una sonrisa en sus labios.
—Al igual que mi hermano cuando te vea a ti —repliqué moviendo mis cejas de arriba para abajo. Ella se sonrojó inmediatamente —. ¡Por favor! ¿Qué no son novios?
—Eso no tiene nada que ver —se quejó cruzándose de brazos, haciéndonos reír a Melissa y a mí —. ¿Qué?
—Ustedes son demasiado adorables —comentó Melissa, riendo.
Terminé escogiendo un vestido de color negro con un gran escote en la espalda, me coloqué unos tacones de color dorado a juego y terminé sonriendo al verme en el espejo. Era como si la antigua yo hubiese salido desde muy dentro otra vez para no volver a quedar en el olvido. Estaba dispuesta a volver a ser como era antes: una mujer a la cual le gustaba divertirse y salir con sus amigas.
—Cariño, ¡qué bien te ves! —exclamó mi madre cuando me vio. La rodeé con mis brazos en un rápido abrazo.
—¿Y mi hermano?
—Está afuera en el jardín —respondió guiñándome un ojo.
Salí al jardín buscando a mi hermano con la mirada en medio de todos nuestros familiares, y después de saludar a varios, lo encontré conversando en una esquina con Jeremiah. Ambos se quedaron atónitos cuando sus ojos se posaron en mí, a lo que les ofrecí una sonrisa esperando alguna reacción de su parte.
—¿Y? ¿Se van a quedar mirándome toda la noche? —pregunté alzando una ceja y cruzándome de brazos —. ¿O qué? ¿Tan mal me veo?
—¡Jayden! ¡Hermana, te ves hermosa! —exclamó Abel saliendo de su trance. Me rodeó con sus brazos —. Ya había extrañado esta tú —admitió tocando un mechón con sus dedos. Rozó su nariz con la mía haciéndome sonreír —. ¿A quién tengo que agradecer?
—A una rubia llamada Caroline, a la cual te mueres por besar —respondí pícara, a lo que pude ver su boca decaer —. ¿Por qué no vas con tu enamorada, hermanito?
—Porque es un idiota —rió Jeremiah, a lo que mi hermano lo fulminó con la mirada.
—Tú tampoco te rías tanto. Anda ve y habla con Melissa —le ordené, a lo que mi hermano empezó a reír ante su expresión —. Los dos vayan, no sean cobardes.
Me acerqué para conversar con mis primos después de que ambos se alejaron, a lo que cuando sentí los brazos cálidos del hombre del que me había enamorado rodearme, supe que no quería estar en otro lugar más que entre ellos.
William me había hecho creer en diferentes cosas en un corto período de tiempo, lo que me sorprendía al mismo tiempo que me enamoraba. Me gustaba lo que estaba sintiendo por él, porque era un sentimiento lleno de felicidad y de pureza. Me estaba empezando a enamorar de William Campbell.
—Tú también te has vuelto una parte importante de mi vida, Jayden —me aseguró con una gran sonrisa en sus labios, sus manos acariciando mi rostro con plena delicadeza —. Me he dado cuenta de que no quiero estar sin ti otro segundo más. He estado peleando toda mi vida por un amor imposible cuando el verdadero lo he tenido delante de mí todo este tiempo, esperando por que apareciera —rocé su nariz con la mía —. Me tienes aquí completamente enamorado de ti y de la hermosa persona que eres por dentro y por fuera.
Unas cuantas lágrimas llenaron mis ojos, a lo que sus manos se colocaron en mi espalda acercándome más a él, mis manos ahora en su rostro. Ninguno de los quería romper el contacto visual entre nosotros, no cuando se sentía demasiado especial, demasiado mágico e intenso. Ya no podía negar que Cupido me había flechado con una de sus más poderosas flechas del amor, hipnotizándome por completo con su persona. Era como si ya no dependiera del oxígeno para respirar, si no de los besos y felicidad de William.
—También estoy enamorada de ti, William —reí con mi voz quebrándose gracias a la emoción que sentía. No me atrevía a decir las palabras en alto, no hasta aquel momento después de escucharle confesarme cada uno de sus sentimientos hacia mi persona —. Demasiado enamorada de ti.
—Entonces, acompáñame en este largo camino que solamente quiero recorrer contigo —pidió. Llevé mi mano al bolsillo de mi pantalón sacando una pequeña caja negra que no había notado antes.
—William —susurré incrédula.
Se hincó en una rodilla mirándome a los ojos, las miradas de todos en el jardín posándose sobre nosotros y los gritos no tardando en hacerse presente por parte de los demás. Reí gracias a ello escuchando un silbido por parte de mis mejores amigos, mientras que las hermanas estaban abrazadas a ellos sonriendo hacia nuestra dirección llenas de emoción.
Mi corazón latía con fuerza dentro de mi pecho, no sabiendo cómo reaccionar ante lo hermosa que era la situación, preguntándome qué había hecho para merecer a un hombre tan hermoso y tan caballero conmigo. No encontraría a alguien más como William en toda mi existencia.
—Jayden Dallas, ¿me harías el gran honor de compartir conmigo una gran aventura de la cual desconoceremos el rumbo, pero la cual pasaremos juntos uno al lado del otro sin separarnos por más que haga miles de obstáculos en el camino? —me entregó una gigante sonrisa mientras abría la caja negra, revelando el collar de oro el cual tenía su nombre grabado en él —. ¿Me harías el hombre más feliz del mundo aceptando ser mía completamente, Jayden?
Mis ojos azules revelaban mucho más que sorpresa, mirándole incrédula sin poder creer ninguna de las palabras que acababan de salir su hermosa boca. Escuché a Abel gritarme que dijera que sí ocasionando las risas de mis familiares a nuestro alrededor. Solté una pequeña risita a pesar de mis lágrimas, sintiendo mis manos temblar al igual que el resto de mi anatomía. Me incliné para depositar un beso en su frente, haciéndole sonreír ante el contacto con mis manos acunando sus mejillas. Acaricié su rostro con mis pulgares, juntando nuestras frentes.
—Por supuesto que quiero —respondí segura, a lo que sin pensarlo se levantó rodeándome con sus brazos para darme vueltas en el aire entre nuestras risas, causando que mi corazón dejase de latir ante la felicidad que llenó mi cuerpo.
Los aplausos por parte de mi familia se hicieron presentes, a lo que junté mis labios con los suyos en un delicado beso en el cual ambos tratábamos de transmitirnos cada gota de amor que había nacido por el otro en tan poco tiempo de conocernos. ¿Quién era yo para juzgar los métodos del amor?
—Te quiero —susurré después de que me colocase el collar alrededor de mi cuello.
—Yo te quiero mucho más —afirmó volviendo a juntar sus labios con los míos.
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Tengo Ganas de Ti ©
Storie d'amore- Trilogía Campbell #1 William Campbell, siempre ha estado con el corazón roto debido a que la mujer de la que ha estado enamorado toda la vida no siente lo mismo que él. Decide que jamas encontrará el amor verdadero, así que decide no volver a regr...