Capítulo Catorce

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CAPÍTULO CATORCE: RECUERDOS

JAYDEN

Solté un pequeño suspiro para después atreverme por primera vez en toda mi vida a entrar al apartamento Mis manos temblaban al igual que mis piernas, debido a que había pasado más de una semana desde la última vez que lo había visto en la reunión de mis padres. Mordí mi labio inferior, preguntándome si en verdad quería verme.

Entré a la sala mirando el lugar por todos lados, apreciando que había comprado nueves muebles, debido a que el cuero marrón deslumbraba en ellos cuando solían ser negros. Mi corazón se estrujó por dentro al apreciar el estante en el que tenía todas sus fotografías, en el que ya no se encontraba la mía.

Antes solía tener un cuadro marrón con una fotografía de nosotros, en la que nos encontrábamos sentados en la playa después de haber salido con todos en familia. Tenía mis brazos alrededor de su cuello y él con los suyos en mi cintura. Recordaba ese día a la perfección, debido a que había sido uno de los mejores que había pasado a su lado.

—¿Luciano? —me atreví a preguntar en voz alta.

Como por arte de magia, fui respondida por varias risas femeninas mezcladas con esas melodiosas risas masculinas que conocía a la perfección. Mi corazón latió con fuerza dentro de mi pecho, deseando con todas mis fuerzas que no fuese lo que estaba pensando. A pesar de saber que estaba mal, deseaba que se tratase de su hermana, no de otra mujer.

Las risas cesaron cuando al salir, encontré sus ojos clavados sobre los míos, su sonrisa rápidamente decayendo de su rostro. Me sentí más que estúpida con el pequeño pastel entre mis manos, mucho más cuando la desconocida me observó con ambas cejas arqueadas, cruzándose de brazos.

Su cabello rizado de color negro azabache se encontraba atado en una alta coleta, tocando su espalda con las puntas. Tenía su cuerpo cubierto solo por una bata de seda semitransparente, por lo que podías apreciar que no llevaba nada debajo de ella más que sus bragas, libre de sujetador. Dueña de anchas caderas y ojos verdes, me observó frunciendo la boca, para nada contenta conmigo.

—¿Quién eres tú? —preguntó alzando una de sus cejas. Subió su mirada a Luke —. ¿Quién es ella? Más te vale decirme que es tu hermana.

—Jay... —las mejillas de Luke se llenaron de un color rosado chillón —. ¿Qué haces aquí?

—H-Hoy se cumplen cinco años desde que decidiste ser doctor —susurré, sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas. Sin decir nada más, dejé el pastel sobre la mesa de centro en la sala —. Lamento haber venido sin avisar, me retiro.

—Jayden, no te vayas así...

Salí del apartamento con mis ojos ardiendo gracias a mis lágrimas, las cuales amenazaban con salir en cualquier momento. No quería llorar, debido a que no era lo correcto ya que estaba con William, ¿no era así? Pero, ¿por qué me sentía mal al pensar que Luke me había reemplazado tan fácilmente con alguien más?

Bajé las escaleras del apartamento despidiéndome amablemente del portero, quien me preguntó si me encontraba bien. Después de tratar de responder sin romper a llorar, empecé a caminar con pasos rápidos hacia la parada del autobús, sacando mi móvil del bolsillo de mi chaqueta, deseando con todo mi corazón que William me hubiese mandado, aunque sea un mensaje de texto.

Lo extrañaba, todavía seguía con ella y sus hijos. El pensar en todo lo que podía pasar entre él y esa mujer me causaba escalofríos, por lo que alejé el pensamiento lejos de mí permitiéndome ser liberada. Pero, salir de ese era entrar al recuerdo de Luke con esa mujer, dándome ganas de vomitar en plena calle.

Tengo Ganas de Ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora