Hoseok o como dice el collar en su cuello 'Wonho' es ni más ni menos que un esclavo que fue 'rescatado' de la muerte cuando sus padres le abandonaron en la basura. Se crió en un lugar lleno de chicos y chicas, sin amor y con un aprendizaje de lo más extraño. Sabía leer, era bueno con los números y también en la música y el baile, se podía decir que era un chico bastante inteligente y astuto. También era capaz de dar el mejor sexo del mundo y conocía detalladamente el cuerpo humano. Sí, sus conocimientos eran amplios. Literal.
Estaba diseñado para servir.
Por supuesto, tenía su propia personalidad, era simpático y a las personas les caía bien. Como si fuese un reconocido host. Nunca se preguntó por qué estaba ahí o cómo salir. Prácticamente estaba hecho cual robot. Sin embargo ya estaba próximo a cumplir los veintiún años y con eso su período estaba cumplido y sería vendido definitivamente. Es decir tendría un solo dueño. Y éste podía liberarlo llegado el caso. Eso estaba bien, solía ser bueno, aunque algunas historias que rumoreaban eran bastante horribles. Él esperaba que una mujer hermosa y pequeña le comprara para siempre y que ahora todo saliera bien. Si sabía cocinar ramen sería ideal. Sí, el lugar donde habían criado a Hoseok era ilegal, pero les educaban para ser útiles para sus amos, complacerlos en todo el sentido de la palabra. Ser mucho mas que sirvientes sexuales.
La noche de su 'graduación' había llegado, lucía una camisa semi transparente color blanca y unos pantalones negros rasgados en las rodillas y muslos. Su cabello estaba teñido bi color, blanco y celeste oscuro en las puntas. Su maquillaje era casi imperceptible, era realmente guapo así que no lo necesitaba. Su gargantilla era negra y caía una cinta desde allí, traía un pequeño círculo en donde por la parte de atrás se podían ver sus datos. Al principio pasaron varios chicos que iban a ser vendidos por una cantidad de tiempo definido, una noche, una semana, dependía. Eso era cosa de todos los días. Y el evento principal era él. Era en el final.
Podía ver mujeres que ya le habían pedido, competirían por quien se lo quedaba. Un 20% del dinero iba para él, por si era liberado. No era tan mal trato siendo que nunca había ganado mas que su comida y algunos caprichos que pedía.
Las luces cayeron y el escenario brilló, apuntando a un piano. Wonho empezaba a acercarse, haciendo antes una reverencia. Su torso se veía casi por completo y sonreía hermosamente. Se sentó en frente del instrumento y en segundos empezó a sonar una música casi tan perfecta como quien la tocaba. Rápido y algunas veces violento se dejaba fluir, escuchó algunos sonidos de asombro y sonrió con satisfacción. Un momento después había terminado su sonata y se levantaba de su asiento para volver a hacer una reverencia. Se escuchó un micrófono prendiéndose y pronto una voz femenina empezó a pronunciar sus características.
'Mayormente dominante, 1.83 de altura, 75 kilos, 15 centímetros de pene en reposo, complexión grande, le gusta el deporte, cantante, compositor, excelente bailarín, humorista, [...]'
Seguían hablando y el chico no se inmutaba, por el contrario veía a todos los que estaban allí, algunas mujeres estaban encantadas. Notaba a algunos hombres interesados y eso sin duda le hizo preocupar, faltaría terminar siendo comprado para siempre por un hombre. Pasó los ojos una y otra vez hasta que un cabello chicloso le llamó la atención. No estaba seguro si era un chico o una chica de pelo corto, pero su espalda era diminuta y tenia unos labios hermosos. Se le quedó mirando durante todo el periodo de presentación. Sus expresiones habían sido muy interesantes para el mayor, porque la pequeña persona había pasado por varios colores en el rostro ante su intensa mirada. Luego de un momento supo que habían empezado a ofertar. Era un sistema tecnológico por lo que no se sabía quien era el comprador, todos estaban en silencio. Aunque levemente se podía notar quienes apretaban. Y la voz de la mujer iba diciendo las cifras. El lugar era para personas sumamente ricas y reconocidas y obviamente nadie quería que se sepa que tenían un esclavo ilegal. Realmente estaba todo bien planeado para que los amos no puedan pelearse entre sí.
Escuchar tantos números le hizo avergonzar, pero estaba muy ocupado viendo a la persona de pelo rosa, ¿estaría apretando ella también? Por las dudas dejó de mirarle y empezó a desabrocharse la camisa, dejando ver por completo un trabajado torso y una espalda ancha, se escucharon suspiros y Wonho automáticamente dejó salir una risa y en algún momento el remate había terminado. Estaba seguro que era el numero más alto que había escuchado en su vida, en realidad no sabía ni cuantos ceros tenía lo que habían dicho. No le tomó importancia, necesitaba saber urgentemente de quien se trataba.
Los guardias se acercaron y le guiaron el camino. Era un pasillo bastante angosto y le hicieron esperar en una sala. Allí estaban todas sus maletas. Sus instrumentos y básicamente todo lo que había vivido en esos años. Se fijó que estuviese acomodado y terminó por lanzarse en el sillón, bostezando pesadamente.
Pasaron quince minutos y escuchó que le llamaban hacia la otra habitación, se miró al espejo y sonrió, era perfecto y sexy como siempre. Abrió la puerta y una melena rosa estaba firmando papeles en frente de quien era el dueño de todo.
— ¡Eres la del pelo de chicle! — el anciano se volteó y dejó escapar una risotada, no fue lo mismo con quien estaba en frente, tenia el entrecejo fruncido y las mejillas rojas. Wonho le miró detenidamente y descubrió que era un hombre. Su expresión fue de completo rechazo, pero rápidamente la cambió por una sonrisa y se sentó en uno de los lados. Después de todo él no estaba para elegir.
El pequeño chico alzó las cejas y miró al anciano.
— ¿No se supone que sea más... más... que pregunte antes de hacer cosas? —titubeaba, su voz era dulce y estaba sonrojado y estupefacto. El de pelo bi color sonrió de lado con molestia, mordiendo apenas su labio, volviendo a levantarse para acercarse al chico y ponerse detrás como quien trabaja para alguien. Se quedó callado, estaba debatiéndose en si lo que le estaba pasando era malo o bueno. La personalidad del joven era claramente detestable. Unos minutos después el anciano se fue y los dejó a ambos solos.
— Siéntate ahí. — apuntó el mas chico y Wonho hizo caso, apoyando los codos sobre sus rodillas, mirándole fijo a los ojos. Casi empieza a reír al ver el rostro acomplejado del chico, bordó hasta las orejas.
— Yoo Kihyun. Me puedes llamar señor. Soy el dueño de una compañía de video juegos. Te compre porque... porque.— su rostro empezó a convertirse en un tomate con forma de hámster y el más alto empezó a reír, dejando ver unos hermosos dientes blancos, logrando que a Kihyun le hirviera la sangre.
— No necesito saber eso. Eres muy bonito. Aunque no estoy tan acostumbrado a hombres. ¿Nos vamos ya o quieres probar la mercadería antes? — su sonrisa fue dulce y coqueta, se acercó para ponerse entre medio de las rodillas ajenas y enseguida iba a comenzar a abrirle los botones del pantalón de no ser porque unas manitos empezaron a golpearle y cerró el ojo derecho, subiendo la cabeza.
— ¡No dije que sí, no dije!— pareció que estaba a punto de colapsar. El pálido del collar en el cuello asintió y se levantó, esperando. Kihyun estaba alarmado, no estaba seguro de lo que había hecho pero ahora ya era tarde. Empezó a caminar directo a las afueras y se metió en el auto, cerrando antes de que el otro se pudiera subir. Estaba algo anonadado y miró a los lados, pronto un hombre de traje le dirigió hacía otro automóvil.
Ahora empezaba una nueva historia y rezaba que al final de los días terminara bien.
Y así empieza el nuevo fic que estaba haciendo. No es como lo planeaba en un principio pero me gusta jajaja espero que a ustedes también. Y espero poder escribirlo fluido como el otro.
Viva el Kiho viejaaaaaaaa!
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Te compro, te tengo [Kiho]
FanficWonho fue criado como un esclavo que sirve en todos los aspectos desde que tiene memoria, Kihyun es el dueño de una empresa de video juegos que tiene trastornos compulsivos y baja autoestima. Él decide comprar un esclavo para esconder su condición s...