Un principio inseguro +18

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El más pequeño podría haber muerto de la vergüenza de no ser porque los labios de su esclavo estaban hermosamente abiertos y dispuestos. Temblaba y se notaba, pero aún así tomó todo el coraje que tenia y se acercó, bajó la cabeza e hizo chocar los labios.

Tan tosco... pensó el mayor, recordando sus besos deseosos de la primera noche, cuando le había sujeto todas las extremidades solo para poder dormir a su lado. Hoseok sonrió y alzó la mano para sujetarle la nuca.

—Abre tus labios. Yo te enseño. Te enseñare todo lo que quieras. — le susurró con tanto amor que cuando las gotas cayeron de sus ojos supo que esa vez no eran de celos. Kihyun abría su boca con cuidado, temblando con ambas manos a los lados de la cama, haciendo equilibrio.

—Saca la lengua un poco. — pidió el mayor y enseguida vio aquel hermoso músculo, lo tomó cuidadosamente entre sus labios, masajeándolo hasta empezar a meterse en su boca, tironeó de su nuca para que cayera mas sobre él y buscó sentirlo. Era difícil de explicar el sabor que tenía, como si fuese una nube, aunque nunca hubiese probado una, le daba esa sensación. Hoseok se sentía necesitado, mas que nunca en su vida. Dejó salir un gruñido profundo y deseoso y pronto se movió, dejando un pequeño cuerpo sobre la cama. Sus ojos se habían oscurecido por el deseo y sus manos se movían solas sobre las telas que tenia el muchacho, desprendiéndolas una a una sin pensarlo.

—W-wonho, espera. Basta. No dije que sí a esto. — el de pelo de chile le miraba, sonrojado y removiéndose para todos lados. Wonho le miró y su rostro era una súplica andante, hundió su cabeza en el pecho chiquitito ajeno y apoyó los brazos y manos al lado de su cabeza.

— Por favor... déjame hacértelo, amo.  — frotaba su entrepierna en una de las piernas ajenas, le apretaba contra él tanto que notó como un pequeño bulto se iba elevando también. Se lamió los labios y volvió a verlo a los ojos. Aunque estaba completamente desesperado, seguía teniendo en su sangre cumplir con las palabras que el chico le dijera. Kihyun no pudo responder, escondió la cabeza en la almohada y asintió. Eso fue suficiente para que Wonho tomara el pequeño cuerpo para terminar de desnudarlo. Le giró de una forma bastante bruta, provocando que un quejido saliera de sus labios. Cada sonido que liberaba era hermoso. Pasó la lengua por su espalda y la subió hasta su cuello, mordiéndolo con fuerzas mientras sus dedos se hundían en su cintura y apoyaba su miembro contra sus nalgas. Seguía en pijama y al darse cuenta prácticamente se arrancó la ropa, estaba infinitamente necesitado, de afecto y de sexo. Necesitaba hacerlo y hacerlo con aquel chico le daba una satisfacción qué pensó que nunca iba a tener. Tener relaciones se le había hecho una costumbre y ahora le resultaba algo sumamente especial.

Enseguida volvió a abrazarle por la cintura, alzando una mano para recorrer su rostro, acercando los dedos a la boca pequeña.

— Chúpamelos Kihyun, abre tus labios y hazlo.— escurría las palabras con placer sobre su oreja y escuchaba los jadeos que provocaba en el pequeño. Éste asombrosamente no tardó en lamerle, le succionaba con fuerza, dejando su saliva ahí mientras Wonho repartía unos besos mojados en su nuca.

Cuando sintió los dedos suficientemente lubricados los saco y los llevó hacia abajo. Con suerte había hecho eso una vez en su vida, no era malo estar dentro de un hombre, pero era difícil darles placer y Wonho solo sabía la teoría. Pero quería darle todo el placer del mundo a ese chico que temblaba y lloraba por sus acciones. El rubio mordió sus labios y dudando tomó coraje y agarró esas caderas, elevándolas para meter de una vez la cabeza entre ambas nalgas, empezó a chupar la entrada ajena, lamiendo y lubricando. En ese momento sintió que las patas del rosado eran como de arañas porque parecía moverse a todos lados, tuvo que forcejear para que no se le escapara.

Te compro, te tengo [Kiho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora