Era de mañana, Kihyun había salido temprano y Hoseok estaba en la mesa de la cocina, mirando un rectángulo entre sus manos. Era su documento. La mesa estaba llena de papeles, sus tarjetas, su licencia de conducir, todo lo que alguien necesitaba en ese mundo estaba frente a él. Todo era legal, el lugar en donde lo habían criado y educado les había obligado a hacer todas las cosas y simplemente se las retenían. Era como si por años hubiese estado secuestrado. Ahora estaba todo en sus manos y no sabía que hacer en absoluto. Tomó el celular y con miedo empezó a escribir.
'¿Dónde te fuiste? Te necesito.'
Se sentía cursi, de por sí ya lo era pero el sentimiento de miedo le embriagaba demasiado, estaba literalmente confundido con el mundo. No sabía distinguir en qué sería normal hacer y que no. Pateó una silla frente a él. Tanto tiempo soñando ser libre y no tenía puta idea de qué hacer. Unos minutos después sintió el teléfono vibrando.
'Estoy en la empresa, ¿qué tienes? Puedes venir, salgo en una hora'
Hoseok no dudó un segundo, estaba en el auto y le costaba manejar cuidadosamente. Por suerte o mala suerte seguían viviendo lejos de todos y el tiempo que tardó le ayudó a relajarse. Cuando estaba en la empresa faltaban diez minutos para que el chico saliera, le esperó dando vueltas en círculos frente a su puerta. La gente ya lo conocía y las noticias no habían dejado de aparecerse hasta en los noticieros. El dueño de la empresa de video juegos más conocida del país estaba saliendo con un muchacho, uno raro, uno del cual no se sabían muchos datos hasta hace unos años que empezó a componer música. Por suerte era tan buena que algunos habían esparcido rumores de que era alguien que antes trabajaba bajo seudónimo, ninguno se esforzó en modificar los rumores.
Wonho no sabía si las acciones de la empresa habían o no caído. Pero Kihyun era obstinado y no tenía demasiadas en venta, nunca había necesitado venderlas. Cuando el chico salió de la habitación Hoseok le engulló en su pecho.
— ¿Qué pasa? ¿Qué te pasa?— no entendía y le palmeo los cabellos despacito, el chico hipaba, estaba lloriqueando como un bebé y Kihyun no pudo evitar reírse.
— No te rías. Me dejaste todos esos papeles en la mesa, eres muy cruel. Yo no sé qué hacer con ellos. No me dejes solo. — susurraba bajito, incrustaba al pequeño chico en su pecho y éste otro pasaba la mano por su espalda, intentando calmarlo.
— Podrías empezar comprándote una billetera. Tienes las extensiones de mis tarjetas y tienes lo que has ganado con tu música. ¿Por qué me lloras? N-no vayas a comprarte ropa sin mí. — frunció la nariz cuando el ultimo pensamiento le cruzó la mente y le miró consternado, Wonho solo pudo reír mientras se intentaba limpiar las lágrimas de los ojos. Después de todo el pequeño chico seguía siendo el mismo controlador celoso de siempre.
— Acompáñame... — pidió sujetándole los deditos y el menor suspiró, mordiéndose los labios.
—Hoy no puedo, estoy por entrar en otra reunión. Si tan solo vieras las noticias sabrías que estoy teniendo bastante trabajo. — alzó la mano y le acarició la mejilla, el peli azul no tardó en sujetarla y besarla. Se sentía vacío desde hace días, desde su cuello al irremediable deseo que tenía por decirle amo a quien ya no lo era. Entró un poco en calor y se estiró la piel del rostro, asintiendo. Kihyun empezó a moverse hacia otra sala. No le duró mucho, el más alto se lo cargó contra la pared para besarlo hasta dejarlo sin aire, las piernas del chico efectivamente se aflojaron.
— T-te amo. Lo hago, en serio. Me estoy volviendo loco. — el alto asintió varias veces y un abochornado enano le empujó para que saliera de arriba. No había gente mirando, pero las cámaras de seguridad estaban por todos los putos pasillos. Kihyun se tapó el rostro con ambas manos, lanzó un par de maldiciones que Wonho apenas pudo oír y enseguida el chico estaba llorando mares.
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Te compro, te tengo [Kiho]
Fiksi PenggemarWonho fue criado como un esclavo que sirve en todos los aspectos desde que tiene memoria, Kihyun es el dueño de una empresa de video juegos que tiene trastornos compulsivos y baja autoestima. Él decide comprar un esclavo para esconder su condición s...