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La comida había llegado media hora después que la pidieron. Wonho estaba por abrir la puerta pero recordó unas noches atrás y le dolió el cuello de hacerlo, quedó inmóvil. Kihyun enseguida estaba abriendo para agarrar el carro y meterlo dentro. Su rostro estaba rojo y fruncía la nariz al punto que Wonho pensó que le iba a desaparecer. Sonrió con calma y se acercó para ayudarle a poner las cosas en la mesa. 

— Tus expresiones son tan transparentes.— el pelinegro comentó riendo mientras acomodaba y se disponía a mover la silla del chico para esperar a que se sentara y luego ir él. Enseguida empezaron a comer, aunque solía tener curiosidad por cómo actuaba no se animaba a preguntarlo.

— Así que... ¿una fiesta? ¿Te gustan? — Kihyun comía y cada tanto movía los pies haciéndolos sonar. Alzó un poco la cabeza, meditando la pregunta y pronto negó.

—Pero en ese lugar está bien. No hay que bajar si no queremos. — le miró y supo entonces que claramente no iba a querer ninguno de los dos, eso es lo que daba a entender su mirada. Wonho sonrió de lado y asintió, disponiéndose a comer sin interrupciones esta vez. Cuando terminaron, enseguida el pequeño chico se puso a ver las bolsas para sacar la ropa y el mayor fue al baño. El esclavo pensó que se iba a quedar sordo en ese momento por el grito que se escuchó, fue a verle, saliendo casi con los bóxers abajo, se sujetaba el cinturón asustado y listo para pelear. 

— ¿Qué? ¡¿Qué pasó?! — miró a todos lados y no había nadie, pronto se encontró con un pequeño demonio de pelo marrón lanzando bolsas y una cayó de lleno en su cabeza. Intentó contener la risa y molestia y suspiró.

— Ese maldito cara de perro podrido. — balbuceaba mientras apretaba cosas en su celular. Mientras tanto Hoseok observaba curioso la ropa que tenia en los hombros, era toda la que Minhyuk había elegido para ambos, no estaba lo demás. Se hubiese reído de no haber sido que aprendió tres malas palabras nuevas en un segundo. La llamada al peluquero no duró ni medio minuto.

— Te quedaba bien esa ropa, no hay de que preocuparse. — el enano estaba teniendo deseos asesinos y negó varias veces. 

— Ese no es el problema. — casi tartamudeaba mientras hablaba y Wonho no tardó en entender, abriendo apenas la boca para luego sonreírle a medias.

— Lo que tengo puesto esta bien. No necesito cambiarme. — se sentó en un lado de la cama y esperó que eso fuese suficiente para tranquilizarle. Kihyun hacía de cualquier cosa un drama.

Al final se había puesto berrinchudo y le obligó a cambiarse otra vez. Hoseok hacía todas las cosas sin quejarse, incluso si le agotaba mentalmente. Cuando el menor decidió que no era tan porno pero que tampoco era informal dejó que se fueran. Para la suerte de la vista del mayor Kihyun vestía hermosamente, con unos jeans desgastados y un suéter que dejaba ver apenas sus clavículas. Su pelo estaba a un lado y su cuello y oreja se veían realmente apetecibles. No pudo evitar tocarle un poco cuando se subieron al auto. Éste solo le quitó a los golpes y sonrojos, amenazándole otra vez con no hacer nada de eso en el lugar. El chico le asentía cada vez. Cuando llegaron tuvieron que pasar por donde estaba todo el tumulto de gente, la música y los colores cegaron al esclavo y al dueño por igual. Éste ultimo le guió a dónde tenían que ir. Subieron una escalera y se encontraron con una especie de pecera gigante con cortinas, con solo ver a Kihyun un hombre abrió y ambos pasaron. Había unas quince o veinte personas dentro. Parecían ser todos amigos o conocidos del más pequeño y enseguida Wonho divisó a los que ya había conocido y entre ellos al tipo grandote que le había abofeteado. Tuvo ganas de ir a darle una paliza, pero le ignoro y siguió al chico como si fuese el chicle en su suela. La mesa en donde se iban a sentar estaba constituida por el peluquero, el médico, un chico alto y bien parecido, alguien sin ojos y el de la bofetada. Por suerte pudo sentarse en una esquina de la mesa al lado de su dueño, se evitaría problemas. Wonho pasó todo el tiempo escuchando las charlas que tenía el grupo de amigos y negaba los tragos que le querían dar, bebiendo solo agua. A su lado el enano estaba absorbiendo hasta los floreros y en algún momento empezó a incitarle a beber. Hoseok estaba teniendo una falla en su sistema porque no sabía si responder o no a la orden. Al final accedió a tomar el vaso solo para que dejara de chillar. Se lo quedó en la mano sin probarlo.

Te compro, te tengo [Kiho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora