Me aferro a ti

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Wonho se tomó el trabajo de besar y lamer absolutamente todo el rostro del chico. Sus ojos, nariz, cada parte hasta bajar por su cuello lentamente, mordió una oreja y lamió por dentro hasta que sintió los espasmos del menor en sus brazos y sonrió complacido. Volvió a bajar y enseguida se hizo con su clavícula, mordisqueándola hasta caer en sus pequeños y redondos pezones, los lamió uno a uno hasta sentirlos duros. Kihyun le observaba anonadado y se mordió los labios enseguida. Sentía las marcas, Wonho estaba asegurándose de succionar todos los caminos para dejar pequeñas aureolas rojas. ¿Qué era ese sentido de posesion que lo embriagaba? Bajó por su pecho hasta el ombligo, el agua de la ducha caía en su espalda mientras paseaba por él. Pronto los pequeños dedos se hundieron en los cabellos de Wonho y le siguieron. El peli negro paseó por alrededor del miembro ajeno y siguió de largo por sus piernas, besó el interior de sus muslos y mordisqueó uno a uno los pedazos hasta sus rodillas, siguió derecho otra vez, sosteniendo su pierna en alto para besar su pantorrilla y luego sus dos pies, apretó contra su rostro el empeine y volvió hacia arriba por la otra pierna.

El castaño solo temblaba, le miraba consternado, sus lágrimas efectivamente se habían detenido. Y es que Wonho no le besaba con lujuria, estaba acariciándole como si cada parte de su piel fuese una herida. Las lágrimas se acumularon y cayeron lentamente, tenían otro significado. El peli negro llegó pronto a sus labios y se quedó lamiendo, pedía su lengua con movimientos y Kihyun se la dio y se dejó besar tanto como quisiera. Había fuego en su estómago. Sintió la mano del más alto entre sus piernas, le empezaba a masturbar, le apretaba fuerte hasta ponerlo duro. Kihyun chilló bajito cuando su cuerpo fue alzado para sentarse en sus caderas, le miró y tenía los morros inflados, enojado, frustrado y sumamente excitado.

— ¿Q-qué se supone que haces en este momento? — quejoso y lloroso buscó la mirada de Wonho y éste le sonrió y le besó la mejilla. 

— Trato de complacerte para que no llores más. Y funciona. — aclaró y enseguida volvió a su labor y dejó que sus dedos se deslizaran una y otra vez sobre la entrepierna ajena, apretando la punta y acariciando en círculos muy lentos y firmes, no pasó mucho tiempo hasta escuchar el pequeño jadeo ahogado que indicaba que se había corrido. Tenía las manos apoyadas en los hombros del mayor y despacio empezó a apoyar la cabeza y cerró los ojos, su respiración se había calmado, estaba sincronizándose con la ajena. Wonho se quedó sintiendo plenamente, hasta que los sacó a ambos de la ducha, le envolvió por completo en la toalla y fue cargándole como si fuese una princesa hasta la cama, Kihyun no se quejaba, probablemente en otro momento lo hubiese hecho, pero ahora tenía el rostro apoyado en su pecho y parecía ser un ángel dormido. Los brazos del peli negro lo arrullaron profundamente hasta que ambos pudieron caer dormidos y no levantarse hasta la mañana.

Cuando Wonho abrió los ojos su cabeza dolía como el infierno. Se quejó levemente y se removió en la cama, enseguida sintió que le miraban y se chocó con unos ojos castaños como dos almendras gigantes. Kihyun estaba pegado a su rostro y se sonrojó cuando cruzaron miradas.

— ¿Me estabas espiando? — susurró bajo y se apretó la curva superior de su nariz para calmar el dolor de cabeza. Un olor le llamó la atención y notó que Kihyun estaba arrodillado sobre las sabanas y a su lado había una bandeja con un gran desayuno hecho, el pan tostado se sentía en el ambiente. Igualmente no pudo sacar la vista del chico, tenia una remera blanca demasiado grande para él, que dejaba ver sus clavículas y solo bóxers debajo, sus piernas estaban expuestas y hermosamente blancas a los lados, Wonho sintió una punzada en la entrepierna y ladeo la cabeza a los lados.

— ¿No... vas a trabajar? ¿Esa remera es mía?— el pequeño chico se mordió los labios y solo negó, se acercó a Wonho con una tostada con dulce arriba y esperó que el otro abriera la boca. Hoseok dejó escapar una risa y alzó las cejas mientras abría la boca y comía muy apropiadamente.

—Acabo de abrir los ojos, amo. No me dejaste ni ir al baño. — le sonreía masticando, levantó una mano para acariciar sus cabellos y sintió como la mejilla ajena se hundía en sus dedos, en busca de más. Le acarició como le indicaban hasta que el escucharle jadear le sorprendió y retiró la mano. 

—¿Te levantaste excitado? — preguntó curioso y el rostro ajeno se frunció tanto que le metieron un pan entero en la boca. Hoseok se quejó cómicamente y negó mirándole, no podía hablar así que simplemente se enfocó en masticar y tragar. Cuando terminó volvió a mirarle y acercó la mano para volver a acariciar pero ahora su cuello.

— Entonces... ¿en serio no vas a trabajar? — movió la cabeza a los lados, Kihyun se iba todos los días sin excepción, por lo que a Wonho le hizo ilusión que se quedara y cuando el chico asintió se le acercó para abrazarlo.

— ¿Te quedarás todo el día conmigo? — parecía que el dolor de cabeza hubiese sido solo un recuerdo lejano. El pequeño chico sonrió con calma y asintió una vez más pasando los dedos por la cabeza ajena.

— Me quedaré contigo, así que desayuna. — se separó despacito y volvió a darle de comer mientras Wonho se acercaba una taza con café a los labios, tenía la sonrisa pegada a la cara.

Cuando terminaron de desayunar ambos volvieron a recostarse en la cama y el peli negro se acercó y lo abrazó contra su pecho.

— ¿Podemos estar así un rato largo? — el pequeño chico le movía la cabeza en aprobación a cada cosa y apoyó las manos en el pecho ajeno, disfrutando el calor que emanaba el otro.

— Algún día déjame responderte. A todas las preguntas que me haces y no me dejas responder. — Kihyun había escondido la cabeza en su pecho y lentamente la alzó.

— Cuando lo haga será porque ya sé las respuestas.— dijo bajito para que apenas el otro pueda oír, Wonho sonrió de medio lado y alzó la ceja.

— Eso fue impredecible. Está bien. Supongo que está bien.— volvió a arrullarlo, la tarde pasó rápido mientras veían tele y se enroscaban el uno en el otro. Simplemente no se cansaba de tenerlo, Wonho no creía que fuese posible desear tanto el tacto de alguien.

Esa tardé Wonho se enteró del trabajo del chico y las cosas que hacía apropiadamente, saber que era dueño de una compañía de video juegos era muy superficial y ahora que escuchaba todo lo demás le parecía demasiado complicado. Encontró también que podía tener otras expresiones interesantes y dulces y que claramente era un maniático del trabajo y del control, sobre todo del control. Se dio cuenta que haberle puesto el collar no era solo miedo, sino la completa necesidad de saber que lo tenía en sus manos. Eso logró excitar un poco al peli negro, de una forma sumamente extraña. Cuando cayó la noche ambos quedaron estáticos, habían almorzado y merendado y se habían dormido en la tarde sobre el sillón, habían visto películas y jugado a atrapar los pokemon y aún así el tiempo pasó demasiado rápido. Wonho no quería que él día se terminara bajo ningún concepto.

Te compro, te tengo [Kiho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora