iii. sentimientos escondidos

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«SENTIMIENTOS ESCONDIDOS.»

Draco sabía que él no debía haber hecho eso. Él lo sabía muy bien, pero el fuego de los celos estaba quemando cada extremidad, cada centímetro de su cuerpo. Él también sabía que Potter sólo estaba haciéndolo para molestarlo, pero decidió que no le daría el gusto.

Vagando por el cuarto piso, con las manos en los bolsillos y los ojos perdidos en la nada, se di cuenta de que quizás los repentinos sentimientos que sentía hacia la castaña no eran reales. Quizás su mente los estaba engañando, porque estaba tan ansioso por sentir algo ni dejar que sus pensamientos lo controlaran con la idea de que era un Mortífago sin emociones que debía matar al hechicero más poderoso del mundo mágico. Quizás, su corazón necesitaba algún tipo de acción después de todo el dolor por el que había pasado Draco.

—Señor Malfoy —se dio la vuelta tan pronto como oyó la voz grave de Snape viniendo en su dirección—. ¿Qué hace despierto tan tarde? —preguntó, con su expresión sin emociones en el rostro.

—Sólo pensando —respondió rápidamente, entrando a la sala común de Slytherin.

—Es algo tarde para que alguien esté fuera de la cama pensando —dijo él, causando que Draco detuviera sus pasos—. No hice un Juramento Inquebrantable para que tu estés más preocupado por una tonta chica en vez de concentrarte en la verdadera misión que el Señor Tenebroso quiere que hagas.

—No necesito tu ayuda —exclamó y prácticamente huyó del profesor.

Él odiaba ser cuestionado, realmente lo hacía. Odiaba ser subestimado. Draco estaba tan cansado de que la gente dudara de él, así que esta tarea era una oportunidad de probarse a sí mismo y al mundo que podía ser un hombre, uno malo y cruel.

Caminando con rapidez, murmuró rápidamente la contraseña para caminar dentro de la oscura y misteriosa sala común que solía llamar hogar. Con desesperación, desabotonó su túnica y aflojó su corbata. No había nadie a la vista, hasta que notó una sombra frente a la chimenea.

Era Anastasia.

Él notó que ella estaba demasiado callada para su gusto, demasiado rota y demasiado determinada. Sus ojos viajaron de ella hasta la pila de papeles en sus manos, que estaba tirando mientras los sujetaba con manos temblorosas.

El pensamiento de ayudarla fue rápidamente reemplazado con el recordatorio de que tenía que permanecer alejado de ella si realmente quería cumplir con éxito la tarea que Voldemort quería que hiciera. Sacudiendo la cabeza rigurosamente, él caminó hasta su dormitorio y cuidadosamente cerró la puerta detrás de sí.

Mientras tanto, Anastasia se ahogaba en su tristeza mientras miraba a las cartas que sus padres le dieron para leer en el tren. Lo orgullosos que estaban de ella, como estaba un paso más cerca de dejar Hogwarts. Pero ella no podía obligarse a sí misma a leerlas. Ella sabía que esas cartas eran un recordatorio constante de la decepción que era, lo mala que se convirtió y lo mucho que le dolía pensar que estaba traicionando a su familia.

—Lo siento —sollozó, tirando la última carta al fuego.

Ella miró en silencio como los papeles se convertían cenizas y las lágrimas empezaron a aparecer en sus pálidas mejillas, se sentían como cascadas y Anastasia no sabía qué hacer para detenerlas. La respuesta es que no era capaz de detenerlas.

Con más lágrimas cayendo en sus mejillas, se deshizo de su túnica y enrolló sus mangas, la gran y horrible Marca Tenebrosa siendo la primera cosa que vio. El sollozo retenido que estaba conteniendo para no despertar a sus compañeros de casa se liberó, mientras ella se rompía con la calidez de la chimenea abrazándola en un intento de confortarla. Pero, así como sus intentos de ser una mejor persona, era en vano.

NUMB ° DRACO MALFOY (ESPAÑOL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora