xxv. espejo de oesed

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«ESPEJO DE OESED»


Era el primer día de vuelta a clases y Anastasia ya estaba exasperada con todos, más que todo con sus compañeros de casa. Sentía como si se hubiera propuesto hacerle la vida imposible, porque cada vez que tenían clases juntos, hacían ingeniosas observaciones sobre su apariencia y lo que tenía con el infame príncipe de Slytherin.

—Silencio —Snape dijo con desprecio a los dos chicos riendo al otro lado del lugar—. Como decía...

Y la mente de Anastasia se desconectó de la clase mientras miraba por la ventana con una pequeña sonrisa en sus rasgos. El recuerdo del montón de cartas de Draco permanecía dentro de su mente, causando que sonriera dulcemente a la nada.

—Annie —sacudió la cabeza cuando Neville codeó su costado.

—¿Q-Qué? —Su cabeza se giró para encontrarse con la mirada confundida de él.

—La clase acabó —murmuró, viendo alrededor del aula mientras los estudiantes salían—. Vamos. Tenemos Herbología —la emoción en sus palabras hizo a Anastasia sonreír.

La castaña echó su bolso de cuero marrón por encima de su hombro y siguió al Gryffindor fuera del aula, donde Snape los miraba con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Anastasia rápidamente comenzó a preguntar sobre la clase y le explicó al chico que, de hecho, estaba soñando despierta.

—De hecho, no me estoy sintiendo muy bien —explicó, deteniéndose en medio de un pasillo casi desierto.

—¿Quieres que te lleve con Madam Pomfrey? —Preguntó, frunciéndole el ceño a su pequeña amiga.

—No, está bien —la chica de ojos esmeralda asintió rápidamente y después se giró a la otra dirección—. Estaré bien —le envió una última sonrisa tranquilizante antes de alejarse de él.

Girando su cabeza para asegurarse de que nadie la seguía, Anastasia cambió su camino de las mazmorras de Slytherin a la biblioteca al final del pasillo. Esperando ser atrapada, entró al lugar y caminó a los estantes posteriores en busca de algo que pudiera ayudarla a distraerse un poco.

Era ya tarde cuando a Anastasia se le ocurrió una brillante idea para encontrar a sus amigos desaparecidos. Rápidamente, buscó en los estantes un libro con algún tipo de información que hiciera su idea funcionar. La luna se había alzado fuera de las grandes ventanas de la biblioteca cuando finalmente encontró algo que le podría ser de ayuda, su pequeña mano tomó la pluma blanca y comenzó a garabatear en el nuevo pergamino frente a ella.

De repente, su brazo comenzó a doler de nuevo. Su cabeza se giró hacia la ventana con preocupación. Lista para sacar su varita, se levantó, pero alguien la hizo tambalearse hacia atrás en confusión.

—¡Lo siento mucho! —Comenzó, pero sus ojos captaron la vista de un par de ojos oscuros, causando que parara de balbucear.

—Rosier —Alecto Carrow, quien enseñaba Estudios Muggles, habló con una sonrisa malvada en sus rasgos—. ¿Puedo preguntar por qué se saltó la mayoría de sus clases? —Anastasia jugó con su varita, insegura de qué decir—. Longbottom me informó que se estaba sintiendo enferma, pero veo que está completamente bien.

—Yo –uh —la castaña tartamudeó, insegura de qué decir.

—Encuéntreme en detención, mañana en mi oficina después de clases —se dio la vuelta con una sonrisa astuta—. Y traiga a Longbottom con usted.

—¿Qué tiene que ver él en esto? —Preguntó Anastasia, tratando de sacar a su amigo de la situación.

—Me mintió —dijo la mujer simplemente, para después irse de la biblioteca.

Anastasia se sentó en su puesto anterior y descansó la cabeza en sus pequeñas manos. Sus ojos viajaron por la silenciosa biblioteca, y se detuvieron en los libros y pergaminos viejos. Sabía que tenía que comenzar a trabajar si quería encontrar a Harry y los demás.

—¡Annie! —Su cabeza se giró hacia la puerta, donde Ginny y Neville estaban—. ¿Dónde has estado? —Preguntó la pelirroja, tomando asiento en una silla a su lado.

—Estuve aquí todo el tiempo —Anastasia explicó, ordenando los pergaminos para mostrárselos.

—¿Qué es esto? —Preguntó Neville, frunciendo el ceño por los pergaminos esparcidos en la mesa.

—Tengo una idea para encontrarlos —la chica de ojos esmeralda sonrió, haciéndoles señas para que se acercaran más—. Ginny, ¿recuerdas el mapa que Fred y George encontraron en la oficina de Filch?

—¿Te refieres al Mapa del Merodeador? —Ginny frunció el ceño, viendo el libro abierto frente a ella.

—Exactamente —la castaña asintió rigurosamente—. Bueno, yo misma haré uno. De toda Gran Bretaña.

—¿Pero cómo los vas a encontrar, Annie? —Frunció el ceño, viendo de Neville a su amiga—. Creo que te estás volviendo loca.

—Solo escúchenme —soltó Anastasia, tomando el libro en su mano—. Necesito que encuentren las pertenencias de ellos y me las traigan —ordenó.

—¿Por qué? —Ahora Neville fruncía el ceño, confundido.

—Porque de ese modo, el mapa sólo me mostrará dónde están ellos —la Slytherin sonrió.

—¡Annie, eso es brillante! —Dijo Ginny, sus ojos viendo los libros con impresión—. ¿Cómo vas a hacerlo?

—Usaré el hechizo Homonculous, con algunas mejoras, por supuesto —sonrió la castaña.

—Y cuando los encuentres, ¿puedo venir? —Ginny preguntó con esperanza.

—Yo –uh —por segunda vez en el día, Anastasia no sabía qué decirle a la chica—. No creo que a la señora Weasley le gustaría eso —sacudió la cabeza lentamente.

—Pero... —Ginny comenzó, pero fue instantáneamente interrumpida.

—Deberías quedarte aquí, Ginny. Estarás más a salvo —Anastasia puso la mano en el hombro de la pelirroja, pero ella la apartó instantáneamente—. Ginny...

—¿Cómo crees que estaré más a salvo aquí? ¡Snape es el director y tenemos mortífagos como maestros, Annie! —Exclamó, enojada.

—Ginny... —Neville comenzó, pero de nuevo fue interrumpido.

—Ginny, tu madre me pidió que te protegiera, y eso es exactamente lo que estoy haciendo —gritó Anastasia, metiendo los libros en su bolso—. Lo siento si no estás feliz, pero prefiero mantenerte a salvo.

Ignorando a la pelirroja quien la llamaba con ira, Anastasia salió de la biblioteca e hizo su camino al séptimo piso, asegurándose de que nadie viera a dónde se dirigía.

La castaña abrió la puerta y entró a la oscura, gran habitación donde todo comenzó. Dejó el bolso en un lugar cerca de la entrada y sacó su varita en silencio.

Lumos —susurró y después, la punta de su varita estaba iluminando el lugar.

En silencio, caminó por la habitación, con sus ojos verdes viajando por los majestuosos objetos mágicos a su alrededor. Se detuvieron en un gran artefacto con una capa negra sobre el mismo. Sus cejas se fruncieron mientras tomaba el final de la capa, quitándosela al gran objeto.

Sus ojos cayeron sobre el espejo grande y elegante frente a ella. La varita cayó de su mano cuando sus ojos captaron la vista de su reflejo, y sus manos viajaron al instante a su boca con sorpresa.

Era ella, y Draco. Juntos y siendo increíblemente felices. Sus padres estaban allí también, sonriéndole a la pareja y Will animándolos y aplaudiendo al fondo. Y entonces, se dio cuenta, era una boda. Su boda.

Anastasia supo que no había motivo para seguirlo ocultando. Necesitaba a Draco y quería que estuviera allí para ella. Pero sabía que él no quería tener nada que ver con ella, y todo era culpa suya.

NUMB ° DRACO MALFOY (ESPAÑOL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora